Loreto Sesma

Bastó con quererme

Bastó con quererme para reordenar las sentencias y exudar la culpa.
Acaricié lo que quedaba de tus caricias, de lo que fuimos
y me arranqué ya sin miedo la mentira de los ojos.
Bastó con quererme para redescubrir mi mirada
y así entender que la libertad más honesta
solo la conoce quien cree que lo ha perdido todo.
Bastó con quererme para dejarte ir.
Para poder volver a empezar
y así darme cuenta que todo estaba en el mismo lugar
en el que lo había dejado cuando te conocí.
Parecía imposible, pero ahí seguía mi misma risa.
Mis mismas ganas de vivir.
Solo había que descontar algo de tiempo
y deshacer las maletas que a veces deja el desamor.
Bastó con quererme para darme cuenta que a veces no basta con querer.
Que siempre sería ese lado de la balanza que ya no compensa.
Ni una lágrima más, no más miedos, ni un segundo, ningún latido.
Los que no superamos descifrar de lo que es capaz el amor;
simplemente, ni yo me quise como me merezco,
ni tú supiste quererme como yo me merecía.

Loreto Sesma





Chiquitina.

Encogida y en posición fetal,
ensayando la salida a una vida
cuando muchos querían de mí el aborto.

Absorto en su cálculo sobre a cuántos niños tiene que asustar,
el monstruo se ha quedado dormido.

Pido,
si no es mucho,
extender los dedos sin que nadie me los corte antes.

Ya no sé quién soy,
perdí mis huellas dactilares poniendo la mano en el fuego por
            personas que no
merecían la pena.

A veces tampoco quiero saber quién soy
y me emborracho hasta escupir
una saliva que parece gasolina.

Me imagino sus manos aterrizando en mi piel,
como cerillas encendiéndose
y veo volar todo por los aires.

Qué cosas es capaz de hacer una niña,
una anciana agotada,
para poder volar.

Me he volado la cabeza,
y me he imaginado a la pena después
utilizando mis sesos como peonzas.

Ahora entiendo el:
«Deja de darle vueltas».

Quiero bajarme de esta montaña rusa,
de esta montaña sin vistas,
de esta cima sin nieve.
Quién habrá sido el adulto que se haya esnifado sus nevadas
            cúpulas,
en qué sucio baño.

Nunca he entendido por qué algunos juegos vienen con
instrucciones,
algunas personas te imponen sus leyes
o el motivo por el que no puedes quebrantar sus normas.

A ellos les diré la única que yo sigo:
despiertas,
naces,
amas,
amas,
amas
y mueres.

Loreto Sesma



Deja que suene,
eso que late no es una canción
pero necesito que sigas bailando.

Es tic tac,
pero no es reloj.

Es timón,
es acantilado,
es billete directo al pasado.

Con razón
el corazón
suena a muro taladrado.

Creo que a estas alturas,
he de ser honesta conmigo
y reconocer
que la primera vez que dudé de lo que estaba sintiendo
fue cuando pensé al mirarte:
no te vayas,
o al menos no lo hagas,
todavía.

Qué manera más extraña
de decir “te quiero”
tenemos
aquellos que venimos
lamiéndonos
agotados
las heridas.

Loreto Sesma



"El problema de esta sociedad es que todo el mundo mide lo que dice."

Loreto Sesma




Pienso en ti.
Te recuerdo en mi cabeza con la autorrecomendación de no dejar
            que me empapes el alma,
que solamente te quedes paseando por mis pensamientos.

Llevo arrastrándome tanto por el barro,
que tú me sabes a lino en una piel quemada.

Te diría que eres el conejo blanco
que siguió Alicia para salir de su laberinto
(y meterse en otro).

Eres la boca del lobo
que devoro
con el ansia de quien lleva sin comer meses.

Eres (la) locura
que cometo siendo cuerda
y consciente,
como el cocainómano que busca camino de nieve hacia el cielo
con fugas ya en el tabique.

Despiertas mis instintos olvidados,
como una perra en celo
que se salió de la manada
para cruzarse con un zorro.

Tengo el estómago vacío
y tanta hambre (de ti)
que no me hace falta que me digas «ven»
para que lo deje todo.

Loreto Sesma




Se me están durmiendo las manos de tanto cruzar los dedos,
como si así todo fuera a ir mejor.

Se me están durmiendo los pulmones
de tanto soplar unas velas que nunca se apagan
ni cumplen deseos.

Se me están durmiendo las piernas de tanto correr
para llegar a una casa
donde ya nadie me espera.

Se me duerme el corazón,
agotado,
de tanto reponer sangre después de cada golpe.

La sonrisa,
y ahora parezco uno de esos muñecos con las comisuras al revés.

Se me cierran los párpados porque no quiero darme cuenta,
no quiero verque de nuevo no he llegado a tiempo.

Me estoy durmiendo,
y lo que es peor,
ni aún así consigo soñar
ni que empiece a las horas un día nuevo.

Loreto Sesma












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