Manuel Sánchez Mármol

"Asclepiades ejercía por sí mismo el magnetismo, como medio terapéutico. Hasta los druidas y las tribus germánicas tenían nociones de esa iatraléptica misteriosa, que se hacía consistir en el arte de sanar los males por el friccionamiento. Y ¿quién ignora las maravillas realizadas por Apolonio de Tyana y Simón el Mago? Verdaderos taumaturgos, sus huellas eran copiosos regueros de hechos extraordinarios. Éste sanaba las dolencias más terribles y rebeldes por la simple imposición de manos, o de pases, como los llama el arte magnético. Apolonio de Tyana gozaba del privilegio de la vista a distancia o de ubicuidad del espíritu. Así, hallándose en Éfeso, el mismo día en que se consumaba el asesinato de Domiciano en Roma, anunciaba este suceso a los oprimidos efesianos. No: no es nuevo el magnetismo, ni aún el espiritismo en algunas de las aplicaciones que al presente se les atribuye. Espírita era Jacob, cuando dormido contemplaba la mística escala de alados ángeles, por donde sus generaciones subirían al cielo; espirita era, cuando evocando a Dios, se le presenta el arcángel con quien lucha como una divinidad homérica, y a quien vence; Moisés era espirita en el Sinaí, cuando obtenía la comunicación del Decálogo; éralo Aarón, cuando de la roca hacía brotar el agua al contacto de su vara; espirita era el desterrado de Patmos, trasladando a su prodigioso libro sus apocalípticas visiones; San Pablo, cayendo ofuscado en el camino de Damasco para tornarse de perseguidor sangriento del cristianismo, en su propagandista más apasionado, obedecía a la fuerza irresistible de una manifestación espirita; las apariciones del apóstata Juliano, eran fenómenos del espiritismo, como las terribles vislumbres del Dante trasportado por genios invisibles a la profunda sima donde el horror habita y de donde jamás se sale. En cuanto al magnetismo, como recurso médico, no ha habido siglo, de la caída del paganismo a la fecha, que no haya contado con algún hombre de genio consagrado a estudiarlo y practicarlo con éxito: ahí está Paracelso, ahí Van-Helmont, Glocenius, el noble Greatrakes, Borel el sabio, el nosologista Sauvages, el iluminado Gasner, Mesmer el maravilloso, el marqués de Puysegur, su discípulo, a quien su vigorosa potencia magnética no sólo permitía sonambulizar directamente, sino trasmitir su poder a un corpulento olmo bajo cuya sombra, venganza del Genio del Bien contra el matador manzanillo, la humanidad doliente acudía a encontrar el alivio de sus sufrimientos."

Manuel Sánchez Mármol
Pocahontas




"La Junta fue convocada para dentro de tercero día, y abierta la sesión, comenzó por tratar de los honores que debían tributarse a la memoria del ilustre director difunto, en lo que, justo es decirlo, la Junta se puso a la altura que reclamaban los merecimientos del doctor Nolasco.
Como la lógica lo requiere, el presidente hizo recaer en seguida la deliberación sobre la necesidad de proveer el puesto vacante, y con ese motivo, hiperbolizando sobre los talentos médicos de Pablo de Villalar, lo lanzó como candidato suyo; y creyendo que era la mejor táctica para ganar la partida de un solo lance, porque aplazándola temía que sobrevinieran dificultades, mandó que la secretaría leyera la solicitud de Villalar, pieza que pecaba de lacónica, limitándose a pedir se le otorgara la vacante dirección del hospital, porque era médico y porque se creía apto para desempeñarla.
El gobernador, imaginando que le bastaba comprometer en favor de Villalar a los miembros más respetables de la Junta de Caridad, no curó de ver a cada uno de ellos. De los nueve que la constituían había conferenciado solo con cuatro, y los restantes se mostraban poco dispuestos a sufragar en pro del joven médico, y el éxito habría fracasado, si el presidente, al advertir la ineficacia de su casi elocuente peroración, no hubiera deslizado la frase de que el Jefe del Estado manifestaba vivo interés en que Villalar no quedara desairado. Pero esa frase no fue el «ábrete sésamo». Mortificados los del segundo grupo de que se les tuviera en menos, cuatro de ellos formularon resueltamente su oposición: mas el quinto, que era de temperamento acomodaticio, de esos que flotando entre dos aguas nunca se definen, fincando todo su afán en no marcar sus opiniones, dando siempre la razón a todos, quedando con todos bien y poseyendo admirables recursos para encontrar medios entre el sí y el no, mantuvo indecisa la victoria entre uno y otro bando."

Manuel Sánchez Mármol
Juanita Sous




"La marcha continuó en el mismo desorden, sin que el coronel Méndez, único jefe superior, intentara ordenarla; que él iba triste y taciturno, llevado maquinalmente por su caballo, indiferente a cuanto pasaba a su rededor. Cerca de él marchaba Antón Pérez, no menos taciturno que su jefe, presa de las ideas más sombrías, pues con el fracaso de la campaña, sus halagüeñas ilusiones iban tornándose en negro humazo que envolvía su espíritu en hondísima y desalentadora melancolía.
Solían venirle como ráfagas de alucinadora esperanza, e imaginaba que todo podría repararse con mantenerse a pie firme en Cunduacán, y reconfortados los corazones, recomenzar la abandonada campaña, que habría de ofrecerle ancho campo en que hacer valer sus nobles aspiraciones; mas apenas extendía su mirada sobre los soldados en marcha, que parecían soportar penosamente el peso de los fusiles y caminar más como inertes mecanismos que como seres vivientes, volvía a caer en su postración, y entonces, la imagen de Rosalba, como nunca radiante, reaparecía en su cerebro, no benévola y accesible, sino impropicia y como jamás fuera de alcance.
A esa hora indecisa en que huye la luz para ceder el puesto a las sombras, la mermada brigada de operaciones entraba en Cunduacán a la desbandada, y en decaimiento mayor que el que mostrara en el camino, pues ahora se agregaba el de los disparos de los fusiles que los soldados descargaban a su antojo, con lo que difundieron en la villa la alarma y el terror.
El coronel Méndez se cobró a su antiguo Cuartel General, dictó las disposiciones que tuvo por más urgentes y esperó el consejo de la noche.
La primera nueva que le rindieron al amanecer del siguiente día fue que las avanzadas habían desertado en masa. Algo más tarde se le daba parte de que las compañías de Cárdenas y Huimanguillo estaban para llegar a las manos por agravios entre sus respectivos jefes, y que ya se formaban una frente a otra, en son de batalla.
Fuese a ellas, logró calmar la ira de que se manifestaban poseídas, las hizo volver a sus cuarteles, con la promesa de que aquel mismo día serían socorridas y retiradas a sus pueblos. Y así lo hizo, en efecto, despachándolas con prudente intervalo, las de Huimanguillo primero y luego las de Cárdenas, a fin de evitar que en el camino, que para ambas era forzosamente el mismo, se renovara su resentimiento y fueran a destrozarse en escandaloso encuentro.
Cuidó de que aquella noche las avanzadas fueran de gente escogida entre la de mayor confianza, recomendando a los jefes de día las recorrieran con la mayor frecuencia, pues ya circulaban rumores de que los imperialistas, sabedores del desbandamiento que se operaba en las filas de los republicanos, se apresuraban a venir sobre ellos."

Manuel Sánchez Mármol
Antón Pérez

























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