Milán Rufus

Campanas

Tu también escuchas de vez en cuando
a la muerte golpear el seco látigo
y tratas de adivinar si está lejos
o cerca la tumba.

Suena la campana de tu patria.
Un molde. La ira y el amor
fundieron en él tu figura.
Fuente memoria. A tientas
sacias tu sed, y ya que refleja,
lentamente lees de la superficie tu propia cara.
Miras bien, te lavas la suciedad
y te limpias el sudor; lo oscuro de la arcilla,
lo que no has dado y te han robado.
Y así le pides a la patria muerta:

Sé paciente. Aguanta bajo mi brazo
y acompáñanos en este tiempo difícil,
como las madres en silencio mueven los labios
cuando el niño dice un poema.

Milán Rufus





Nieva

No podría caer más silencioso
de lo que hoy cae.
¿Por dios, quién es aquel misterioso,
qué es lo que nos trae?

Un cuento tímido como un animalito
por allí cerca se quedó.
Quisiera tocarnos inadvertido,
aunque nos tiene miedo.

No podría nevar más silencioso
de lo que hoy nieva.
Viene un carruaje misterioso.
Unas campanitas lleva.

Por las infancias cubiertas de nieve, tiempo viejo,
suspiros olvidados.
Nieva. Y en el silencio como en un espejo
nos vemos reflejados.

Milán Rufus





Y es verdad

Hubo muchas visitas para una sola vida.

Hubo:
estuvieron el hambre y la perra-muerte,
y detrás del cercado la miseria
daba pasos en el sitio, esperaba en su refugio;
quién sería el próximo en confundirse
y en beber un vaso más
de tragedia.
Y de noche, bajo el piso,
la preocupación roía en silencio como los ratones.

Pero pregúntales:
¿Quién iba a visitarlos?

Entonces, cuando ya el aliento les quita el pan de la frase,
tapando todo lo malo,
dirán así:
venía a vernos la tierra y nos traía flores.

Y es verdad.

Milán Rufus








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