Roberto Segrov

1971

en 1976, cuatro años antes de nacer, tuve un sueño
este es el sueño:
soñé que era Francis Bacon y me sentaba a un piano
un piano diminuto en el que mis manos eran las de un gigante
quise tocar una tonada melancólica, por los viejos tiempos
pero por la ventana me llegaban noticias de una redada
el mundo había sido tomado por las ambulancias que trasportaban a todos los muertos del país
a todos los muertos de la historia
de todos los segundos del tiempo
quienes habían muerto
quienes morirían
quienes estaban muriendo
por la ventana del edificio de enfrente, podía ver cómo me afeitaba
me grité por encima del estruendo de las sirenas
vi cómo me volvía y levantaba la mano como al descuido
no supe si me saludaba o me despedía

Roberto Segrov



Has de saber

has de saber, John, que mis pérdidas son las victorias del abandono
las victorias con las que supe romperle los dientes al fragor de lo inútil
hay caminos que es mejor no transitar
caminos que son el barranco en que alumbramos todo lo que hemos dejado
sutiles pérdidas se acumulan y nos aguardan pacientes
esta turbamulta de sabios y de obispos y de juristas abrirá sus bocas
porque abrazaremos, caros abrazaremos
la espesa enramada de lobos que nos acecha
nosotros, tú y yo, John, nos quedaremos a ver la masacre
no habrá una forma sutil para el desvarío
la aniquilación avanzará como una marea roja
el mundo querrá cambiar y, temblando
temblando fuera de nuestros ropajes de fugitivos
nos entregará su torpe confianza
una criatura mojada y febril que se encoge al margen de nuestra volátil presencia

Roberto Segrov




Hay personas que no contentas con desaparecer
[…] se llevan nuestros gestos, usurpan nuestras derrotas

Roberto Segrov




Padre o Trínity

padre es un gigante con pies de fuego
a su paso, el mar de leva – que es el mundo –
revuelve sus entrañas de ceniza
he descubierto que la vida es el frío
el calor, su voz que levanta la piel y mira el hueso
yo no sé qué sucede
cómo un gigante deambula por las corrientes de luz menguante
por nuestros recintos
por nuestras derrotas
cómo el gigante se mueve por tierras de gigantes
mirándonos como un faro extinto en la ahogada noche
desplazando los sonidos
y podemos seguir así
como si un cazador insomne no hubiera venido cuando el sueño
a cortarnos los ojos con una hoja filosa como el tiempo

Roberto Segrov



todo sucederá de pronto
ya lo verás
dejaremos los objetos
nos verán irnos así como llegamos
no se podrá decir que aquí no ha pasado nada
quien venga a ver
encontrará las cosas y sus circunstancias perplejas
los cigarros encendidos, las tazas a medio beber,
las camas revueltas o a medio hacer
las escobas recostadas por ahí
el polvo de la última vez todavía alborotado
los pájaros sin alimentar
los perros darán vueltas perdidos
buscando lo que siempre han buscado
ahora sin quien los estorbe
los gatos podrán rodar de gozo por los tejados
los pájaros los verán hacer desde sus jaulas
desde esas jaulas que les enseñamos a llevar por dentro
en algún doloroso lugar
verás que nadie podrá decir que aquí nada pasó

tampoco se dirá que pasó mucho

Roberto Segrov



[Toma tu guitarra…]

toma tu guitarra y arrójate a la intemperie
haz que tu mano vuele sobre las corrientes de la historia
rescátame de este frenético respirar
córtame la mirada con una balada que le robe el fulgor a la indiferente
a la insólita e insuficiente presencia
ominosa y sin sentido de esa luna macabra
a ese fulgor que quiere usurparnos el reino de la noche
donde medra la pesadilla que somos
¡la impávida pesadilla de ser en este reino de cabrones!

Roberto Segrov



Trínity IX

Padre: hijo, en el drama de la cruenta batalla entre la mosca y la araña, yo soy la mosca.
No puedo ser la araña.
Hijo(yo): ¿he soñado esto o lo hemos vivido ya?
Padre: tu sueño ha parido este momento que ya fue.
Hijo(yo): padre, ¿es cierto que la vida es un cuarto cerrado desde dentro y desde fuera,
donde la penumbra nos envuelve las manos?
Padre: la vida es una cantina en la que le han roto la madre a un borracho, una cantina
a la que no he podido volver, una cantina que todavía busco en el pavor de los instantes.
Hijo(yo): ¿es cierto, padre, que la vida es un saliente de piedra que no arroja sombras
sobre la arena de los desiertos lunares?
Padre: la vida, hijo mío, es una voz que llega cansada de un viaje sin retorno,
me da pesar, hijo, me da pesar.
Hijo(yo): ¡padre, de pronto, ya no me puedo despertar!
Padre: así es, hijo, así es.

Roberto Segrov




Triptych

de Bacon aprendí a reclamarle impresiones móviles a las yertas estrellas
aprendí de Francis que más vale gritarle su nombre al vacío
a dar un cabrillazo de más en un camino congelado por el horror de la permanencia
de Bacon aprendí algo más:
aprendí que nuestras conversaciones tienen lugar en un inmenso frigorífico
que el vaho de nuestro aliento nos cubre el rostro
que jamás sabremos si hablamos, si hay alguien
o si le lanzamos palabras perentorias pero dichas como en el sueño o en la madrugada
del minucioso abismo de soñar
a esa intemperie que nos precede
a esa imponderable intemperie que nos superará
aprendí también que un alarido, que una herida abierta y sonriente es el poema

Roberto Segrov

















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