Waldo Rojas

“El poema va creciendo solo por su propio dinamismo y tiene que ver con el peso de la palabra.”

Waldo Rojas



El Retorno

“A son réveil —minuit— la fenêtre était blanche…”
Rimbaud

Un carmín de geranios frugales refulgió en el balcón
apenas el tiempo de un atisbo al desgaire.
Luego del sobresalto del golpe de aldabas
recayeron las losas del patio en mudez conocida.
Te estrechó la capa con abrazo antiguo y la tarde acudió
con más prisa que antaño.
Las dueñas sumisas quemaron el sayo junto al olmo seco.
la piedra del muro y la llama de un cirio
reavivaron una progenitura de sombras con desgano nuevo.
Chasquido de pasos descalzos de una infancia esporádica
se ocultó a tu oído.
Un hosco relente de hoguera anegada pernoctó a tu lado,
y al despertar repentino de la medianoche la ventana fue blanca.

Waldo Rojas



Espejo de Bar

A Raúl Ruiz. 

Ni siquiera del tinte del vino,
su verdadero color es el rojo vivo que es también licor ácido o amargo,
todo lo más lejos del dulzor del trago entre sonrientes.
Es así. Y en Embriagado lo dice.
Traza con el dedo a partir de una mancha de cerveza
la silueta de un pez en la madera.
Van a oír lo que ahora mismo estoy diciendo con mi puro gesto agrio,
los ojos que proyecta hacia el tumulto, humo y cháchara del Bar.
Beberá la boca como una venganza, ahogado el reto de un cuerpo que blasfema
prolongándose en la mano que arruga servilletas de papel
y apura el vaso.
Cabe a la voz proferir lo que no se piensa.
Lo que está pensando son tibias palabras inertes, hato de ropajes en el suelo
tras el cuerpo del desnudo.
Chasquidos de látigo las frases le envenenan,
brotan de su historia cortada entrecortada inverosímil mujeres hombres cosas
rastros del imposible Enemigo en el zarzal
donde enredan los pies del personaje que a sí mismo se narra.
La voz entonces hiere, rebana una espesura de gritos que la acallan
y tras el golpe de un puño contra la vociferante boca,
rodar de dados por el suelo
y el demencial dispendio del azar que ellos no anulan.
Lo real se hace presente y asume su postura en un parto de frases estragadas:
Contra el relumbrar filoso —viperino hallazgo del cuchillo— que
desata ahí el rojo vivo que le urgía,
es el vaivén de aquel brazo que se hunde en un cuerpo,
es el “por qué” “por qué” adelgazando aquella boca,
borboteante rojo líquido en la herida, burbujas del veneno…
Tal vez ahora, a contrafondo, una descarga de inodoro,
cualquier crujir de tablas, un tintinear de uña y vidrio.
El Pez en la Madera sobrenada el charco de la copa volcada
y se diluye en el vino.
Empuja el espantajo la puerta de batientes.
Al aire los faldones del abrigo parduzco
alza un torpe vuelo a flor de acera
hacia la calle.
Calle del encadenado urdirse del ladrido de mil perros.

Waldo Rojas





"La poesía cabe entera en el poema y no posee otro espacio que la realidad del mismo."

Waldo Rojas



"Las letras del bolero se basan en pocas palabras. Y esas pocas palabras según como estén puestas en ciertas frases dicen lo que tienen que decir y son muy económicas. Y llevan al sentimiento dominante en cada texto. Generalmente hay una ambigüedad muy grande en el lenguaje del bolero. Que cuando el hombre canta, tu nunca sabes si está amando u odiando a la mujer. O si la está odiando para amarla o está amándola para decirle que la odia. Está el rencor, están los celos, está el despecho, está todo eso junto. Y cuando es la mujer, es al revés también. No olvidemos que los primeros boleros fueron escritos por mujeres, los más grandes. Que cuándo eran publicados o cantados no se decían que venían de autoras mujeres por una razón muy simple: la mujer en esas culturas machistas no tenía derecho a hablar de su cuerpo, de sus deseos, y sentimientos. El bolero es una cosa corporal, se habla del amor en carne y hueso, físico. Y de la posesión. Entonces, me di cuenta de todo aquello que forma parte de una verdadera cultura y que había que entrar en ella."

Waldo Rojas



"Lo que me interesa es la poesía en el bolero, cómo se vincula, de dónde viene, por qué. Es muy complicado y me entero por lecturas que desde muy temprano los intelectuales latinoamericanos se preocuparon del bolero, antes que el tango incluso. Porque más tarde vamos a ver una producción de ensayistas sobre el tango. Desde Borges en adelante. Y sin embargo, hubo una cantidad de personalidades de las letras que quisieron preguntarse sobre qué es esto del bolero. Porque mucho de los compositores de bolero son gente muy culta. No es un género popular, en el sentido que nos recuerda esta palabra. Y en el bolero hay algo que a mi me interesa mucho y es que toda América latina se reconocer en los boleros, independiente de las fronteras nacionales. Nadie dice esto es colombiano, este es peruano, no. El bolero pertenece a todos, y todo el mundo siente. Es una soberanía emocional latinoamericana. No hay fronteras. Todo el mundo se reconoce en ese sentimiento. A pesar de las diferencias históricas, culturales, étnicas, etc. Todo América latina se reconoce en los boleros. Y eso no deja de ser interesante como problema. Y tal vez a Raúl le interesaba esto también. A Valeria Sarmiento también le hice un bolero."

Waldo Rojas



Mercado de carnes 

Mediodía de un Viernes y en el Mercado de Carnes
el agua se une en las aceras a la sangre
camino de las alcantarillas.
Mezclándose con todo, por los ojos,
luminosidades que ascienden por su luz,
y asciende el eco sucio de esa agua envilecida.
El resto es permanencia y prolongación.
Toda la ciudad de apacibles cadáveres colgantes
oscila con sus oscilaciones
bajo un sol que surge nuevo de los colores que establece.
Esplendor de una mañana que hurga en los comestibles,
la carne inerte revive en la agilidad de los dedos
que la agitan
como piezas desmontadas de un puente herrumbroso.
Entonces un comercio de muecas y de voces
a golpes de compás del filo de las dagas:
en el mercado de carnes a esta hora
la luz y el fervor son el Orden Inmanente.
La muerte no se halla a ningún precio.

Waldo Rojas




Príncipe de naipes 

Helo aquí, barquiembotellado en la actitud de su gesto más corriente,
es el soberano de su desolación,
sus diez dedos los únicos vasallos.
Silencioso como el muro que su sombra transforma en un espejo,
nada cruza a través de la locura
de este príncipe de naipes,
este convidado de piedra de sí mismo, el último en la mesa
—frente a los despojos—
cuando ya todos se han ido.
Aquí se detuvo la soledad de la adolescencia con un fuerte silencio
retumbante,
y aquí yace él sobre sus ojos como el único brillo:
un Arlequín de Picasso, se diría, pero menos sublime
y con la espada de Damocles en la mano.
Él es el Príncipe del Naipe, “después de mí un Diluvio de agua
hirviente,
y aún todas las aguas errantes del planeta
que nunca nadie llevará hasta mi molino”.

Waldo Rojas



Verano de exilio

Bajo un sol que se embriaga de saberse adorado y el desdén
de sus siervos,
recién convertido mi cuerpo a su culto imprevisto
ya no sabe aceptar la vergüenza de estar sano y salvo.
Pies desnudos en tomo remontan la dirección del viento,
se comprueban eternas las aguas en su férrea inquietud.
Cuerpos de muchachas frescamente dispersos
pero cuanta distancia de esas sangres que entibian la arena
a mi sangre furtiva que gusta en SÍ misma su peso,
su lacto escondido y floral.
Licencias que concede el azar a los regateos de la muerte
o de la vida.

Frente al espejeo de fondo de un mar balneario
mi sobrevida se trueca al precio de escasos doblones
de un viso irreal.
Realidad dividida en dos aguas,
como haría un velamen reseco de sal mi memoria se rasga.
Otro sol, entretanto, y a su sombra
bajo el signo que cubre Verdugo
alguien estará mordiendo el dolor de un silencio
………………………………………………………………………………..-¿ya inútil?-

Realidad dividida en las trizas de un grito
esos copos de su sangre todavía cayendo
con gravidez de vuelo.
Pero el viento contagia su forma difusa,
me concede su engaño el rebrote de la viva estación.
Recrudece el Verano aquí en la tierra del Torso Mutilado
mientras tuerce mi exilio otra vuelta de niebla
sobre el país-naufragio.
La memoria entrecierra el invierno de mi tierra dañada,
nuestra patria del largo cadalso en la longitud del mar.

Waldo Rojas















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