Claudio Archubi

Arena

Observas. La que imitará a la estatua ha creado un juego: Uno a uno desnuda a sus hermanos y los cubre de arena (mientras esperan sentados en la playa vací­a).

Bajo las formas sobresalen narices y orejas.

Ella corre de un lugar a otro tocando las pilas de arena que el viento adelgaza hasta darles apariencias casi humanas (Abraza una pila vací­a que se disuelve: ahí­ dentro estoy yo, dice).

¿Quién fue amado?, preguntará, cuando el viento frí­o los descubra.

Claudio Archubi





Coelum o de la segunda cita con la Verdad

1.

Así como los asteroides, balas cósmicas, rompieron el cielo de Copérnico, atravesando las esferas de vidrio, toda vida se cumple al tocar y ser tocada por su límite.

A nuestras verdades, balas diminutas, nadie las detiene. No harían mella en nuestro cuerpo si no fueran tantas: un protón se llama Dolor; otro, Fracaso. Por sus agujeros nuestra substancia se vierte.

Oh Raimundo que dijiste: …el cielo, con su armonía o melodía, causa las vocales y consonantes en el sonido, y causa que el afato trasmude en voz lo que se concibe en la mente…

Dame el cielo de tu Verdad. Déjame verla.

Muéstrame cómo intentaste salvarte de ella.

¿De qué otra forma podríamos conocernos?

Cada letra, un hueco en la hoja, uno pequeño. Porque ardemos por debajo y demasiada luz nos lastima.

2.

Soñé que la Verdad era una.

La veía aproximarse desde un horizonte de imágenes mudas.

Tenía la forma de una mujer que encendía y apagaba su lámpara, lo que significa que encendía y apagaba su alma.

Crecía su alma en mi cuerpo encendiéndolo y apagándolo; ascendía su letra en la mía. Ah, y pensar que esto siempre les ocurría a los otros.

Íbamos desgrabándonos hacia el último punto, el más liviano; el del cruce.

3.

Fuimos tan pequeños que arriba y abajo no se distinguían.

Fuimos tan pequeños que, después, cada uno se borró en su cielo de media Verdad, tan lejos de la Gratia, como balas diminutas, dispuestos a atravesar otros corazones de vidrio.

Claudio Archubi




El faro 

El faro es el lugar de todos los poemas. Te das cuenta que nunca lo has visitado. Decides ir esta vez, y mientras te acercas, piensas en tu madre que creció en el puerto. Entrar en el faro es entrar en la infancia de tu madre, te dices, una que dando vueltas se convierte en la tuya. Pero la puerta está cerrada. El faro no funciona porque el motor que hace girar la luz se ha roto. 

Te quedas parado sobre la arena mirándolo mientras oscurece.

La ciudad se va encendiendo, pero el faro no.

La ciudad entera es el faro; su luz perdida, tu infancia.

Claudio Archubi




El futuro 

Cierras los ojos:

Tu ciudad se vuelve más ní­tida a medida que el tiempo cae.

Así­ el pasado se adueña del futuro.

Ahora que has vuelto a dormirte sobre la playa, bajo el sol de invierno, sueñas que la ciudad a la que has regresado no existe y tú tampoco. Sientes frí­o. ¿Te has hundido demasiado lejos en el futuro?

Abres los ojos:

Tan lejos como un niño. Pero tu conciencia es de arena. Y ahora cubre tu cuerpo, extendiéndose sobre la costa desierta.

Claudio Archubi




Otra vez mi pensamiento era uno con la
montaña del Norte: entero, claro y distinto, en la
escarpada mañana, claro y distinto.

Y yo ascendía por mi montaña
comprendiéndolo todo, para perderlo todo, mientras el
cielo se cerraba sobre mí, con su triste blanco,
moviendo sus nuncas y sus siempres, y su otro lado
escrito en griego.

Lengua muerta, cielo lento, otra lluvia: caían
sobre mi piedra hasta volverla más pesada, tanto como
una pregunta, la que no alimenta, una que se derrite en
centurias, pero sigue pesando, una para ir con ella,
sosteniéndola, como la hormiga con su carozo de hielo.

Así mi piedra fue la montaña y yo no ascendí
sobre ella sino que caminé por debajo.

Mi cielo estaba hecho de tierra y yo descendía
arqueado, siempre la misma ladera clara y distinta, con
sus raíces, esas, las nunca crecidas, tan cercanas y
blancas, con su duro corazón de nieve, con su otro lado
escrito en griego.

Claudio Archubi




(Madre e hija)

–¿Qué es la Verdad?
–Una muñeca de trapo.
–¿La que está en el rincón?
–Una arrojada hace muchísimo tiempo.
–¿La que está rota?
–Una enterrada para siempre, intacta, unida a la tierra de abajo.
–¿Está escondida?
–Su tamaño crece hasta que pisas sobre ella.
–¿Y qué es lo que dice?
–Escucha y oirás.

 Claudio Archubi
 

 

(Padre e hija)

–Padre, ¿es la mentira una venda?
–No, la mentira es un cuchillo.
–¿Es la mentira un abrazo de odio?
–No si el odio es una venda.
–¿Es la mentira un abrazo de amor?
–Sólo si el amor es un cuchillo.
–¿Es la mentira un dedo que señala?
–Si señala hay un cuchillo.
–¿La mentira mata?
–Mira este pan.
–¿La mentira divide?
–La mentira multiplica.
–¿La mentira rompe?
–La mentira abre.
–¿Es un dedo que señala el cielo?
–También se reza con un cuchillo.
–¿Un cuchillo para escarbar la tierra?
–Para encontrar una muñeca rota.
–¿Rota por otro cuchillo?
–Para que cada pedazo sea un cuchillo.

Claudio Archubi




















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