Francesca Abbate

Dí­a inusualmente cálido de marzo, se esperan tormentas

 Aquí­ todo está a la mitad
como la cabeza de mármol
del emperador romano
y el torso magro
de su protegido.
La forma en que la nube de humo
que no parece
tocar la tierra y la toca
voltea unos cuantos coches, un camión
y aprendemos a caminar millas
sobre nuestros cuerpos.
Las granjas de puercos desaparecen
luego las pequeñas colinas.
Como en los sueños de angustia
con gestos irrevocables
el conjunto en ruinas parece más grande
un palacio carbonizado, su mirada
omnipotente
y eterna. Qué bien
recordamos la escena
los actores deslizándose
como pequeños veleros, la balaustrada
enfriando nuestras palmas.
No son vuelos o cantos
sino una oscuridad rápida como la sangre.
Terminó en las yemas de nuestros dedos:
la valla dio paso
al bosque.
Empezó el mundo.

Francesca Abbate














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