Javier Bozalongo

Así no

Donde no pasa nada
y un cuchillo afilado te roza la mejilla;
allí donde un contrato deviene una condena;
allí donde es más fácil
matar al mensajero que mirarse al espejo;
donde la lealtad perdió la brújula
y una verdad a medias
no aspira ni siquiera a ser mentira.

Allí donde enloquecen los relojes
para que el otro siempre llegue tarde;
allí donde un rumor se convierte en noticia
y una barra de platino iridiado
convierte la amistad en pieza de museo,
donde riman olvido y ambición;
allí donde promesa significa su antónimo
o donde a beneficio
le sobra la raíz de su bondad
y molesta el sufijo de toda pertenencia.

Ahí no quiero estar.

Javier Bozalongo



"Como en todo lo que uno escribe, la satisfacción es que los lectores hagan suyo el texto."

Javier Bozalongo



"El poeta no deja de ser un ciudadano."

Javier Bozalongo




Huracán 

¿Cuál es la gota exacta
que colma el vaso,
la palabra que agota la paciencia? 

Puedes decir que sí­ durante años
negándote a ti mismo
y al final decir no,
afirmativamente.

Vendrá el dolor entonces,
pues nada hiere tanto como la soledad
ni hay huracán tan fiero
como el que nace de los monosí­labos.

Javier Bozalongo




"La poesía puede que no cambie nada, pero si ayuda a cambiar mínimamente a cada uno de los lectores al sentirse representados en algún poema del libro, el esfuerzo habrá valido la pena. 

Si mis poemas discurren paralelos a la sociedad en que vivimos, como dices, es porque el poeta no deja de ser un ciudadano que además de serlo y vivir como tal, recurre a las palabras para intentar entender, que no explicar, ese mundo que lo rodea, buscando más preguntas que respuestas a través de sus versos, lanzándolas al aire para que los lectores las recojan, se hagan esas mismas preguntas y contradigan, corrijan, asientan o tachen lo que el poeta les dice a través de las páginas de un libro."

Javier Bozalongo



"Los temas de la poesía son siempre los mismos: el amor, el tiempo y la soledad."

Javier Bozalongo



Luz, contraluz 

El que apaga la luz
no siempre busca el sueño. 

A veces, en lo oscuro,
sus ojos se acostumbran a mirar
lo que no ven de dí­a:
viene un niño corriendo
detrás de una pelota siempre esquiva,
hay un adolescente con un libro en las manos. 

Detrás de los cristales de sus gafas,
amor que no encuentra reflejo. 

A todos los protege la sombra de un poeta:
Alberti, Juan Ramón, Machado, Federico;
después Ángel González, Vallejo, Jaime Gil…
todos le dicen cómo,
descubren el por qué
mientras alguien pregunta
cómo sabremos cuándo. 

El joven, sorbo a sorbo,
bebe el café del tiempo y se hace hombre,
definitivamente padre,
dubitativo faro
a merced, como siempre, de las horas:
las menos, de descanso,
las demás persiguiendo
lo mismo que aquel niño
que no supo jugar a la pelota. 

El que enciende la luz ya no es el mismo.

Javier Bozalongo



Paso de cebra 

Si te cruzas conmigo por la calle
y me ves como ausente,
regálame un abrazo. 

Haz que los camareros se sorprendan
de tu efusividad,
que se paren los taxis
con los semáforos en verde,
que salgan a la puerta de las tiendas
los comerciantes
y confundan su rumbo
los motoristas,
que los carteros pierdan
sus direcciones
y la ciudad entera
celebre nuestro encuentro. 

Porque al salir de casa
no pude imaginarme
que en mitad de la sombra
se abrirí­a la vida
como se abre una zanja
en las obras que no terminan nunca. 

Si te cruzas conmigo
déjame que disfrute del hechizo
que durante un segundo
nos convirtió en noticia.

Javier Bozalongo



















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