Oriette D'Angelo

Evocación

Sobrevivir era esto:

despertar y quedarme dando vueltas

vueltas hasta que el cuarto aclara

el olor de los duraznos

aprender a temblar sola

cambiar terapia por tarot

querer pisotear la lengua impuesta

domesticarla malearla engullirla

atragantarme

escoger mensajes de madrugada

sentir miedo ante la ternura

el dolor de estómago que quema y quema

y sube hasta la garganta y sube

querer gritar

porque ahora puedo —otra vez—

expandir mi garganta

las palabras muerden y esto sí quiero gritarlo

morder y morder hasta que alcance la boca

quedarme en esos ojos

que ahora me envuelven

en mi versión más frágil

sostenerme

como la nieve en el techo

conocer mis bordes

saberme insaciable / insatisfecha

siempre.
 

Sobrevivir fue por esto / para esto

por el sabor de las berenjenas

por la fractura de mi voz

por el agua que queda

por encima de mis ojos

despertar mareada un domingo

y querer seguir dando vueltas y vueltas

con el cuerpo explotando

de tanto girar y girar

seguir imaginándome

insaciable infinita insatisfecha

seguir dudando —a toda costa—

suponer que la calma

era esto

el pecho partido

y estas manos crueles

sobre mis piernas.

Oriette D'Angelo




Instinto

No quiero tener hijos. 

Sé, desde temprano,
que no estoy hecha para la guerra. 

Sin diagnóstico sé
que no lo quiero
mi vientre ya alberga futuros suicidios
pedazos de almas que nunca
seres concebidos desde lo imposible. 

No quiero panza ensanchada
ni tres kilómetros de sangre
ni llanto ni grito / dependencia. 

Mi único instinto maternal
es la negación.

Oriette D'Angelo



La carne prevalece

Me asumo creadora
porque todo lo que quiero es explotar
belleza
mediante todo lo que digo
o lo que ahora me produzco
pero quedo temblando    en ambas formas
quedo temblando
y solo quiero
escribir poemas o volver al conjuro
cuando acaba uno viene lo otro
y no sabía que mi cuerpo
podía ser así de interesante
no sabía que mi voz podía sacudirse
desde el pedazo
y llego tarde
reconozco
temprana solo fue la poesía
y desde allí el grito
tempranos los dedos
que no se conocían
temprano el no entender
pero ahora
la carne prevalece
prevalece el grito    de medianoche
de todas las noches
a partir de ahora
con los dedos que leen    escriben    reclaman un espacio
convoco la carne de los vivos
exhalo
respiro    profundo
y siento  pienso    respiro. 

Hago entonces
la luz.

Oriette D'Angelo



Mantra

Sé que existo porque toco firme este suelo
me apoyo y hace frío
quiero ser raíz
pero mis dedos se alejan
me abalanzo sobre todo
evado el vuelo
lo que me hace flotar
y me completa. 

No saber,
es ya saber. 

Entonces repites
como un mantra: 

Nada bueno sale
de los lugares donde insistes.

Oriette D'Angelo




Ojalá las paredes no detengan tu ruido

 

Coincidí­amos en algo:                        Silvio Rodrí­guez era demasiado bueno

                                                               para la revolución

y tú eras revolucionario                     ¿recuerdas?

             figuritas del Che recorriendo tu espalda

             la bandera de Cuba bien pegada en las costillas

hasta que me conociste y entendiste:

miseria

masacres

 

dejaste de dibujar a Chávez

en el panel del MSN

y empezaste a preguntar

cómo se viví­a con miedo

 

                         ¿Qué se siente cuando crees que vas a morir a cada rato?

                         ¿Cuánto vale apagarse lentamente en un paí­s?

                         ¿A qué sabe la bala de otro cuando no es tuyo el tiro?

 

La revolución no es para inteligentes – decía

escuchamos a Silvio Rodrí­guez a las tres de las mañana

hora en que la música adquiere el sabor

de toda la miel del mundo

y respondí­a con la tecla y la pantalla:

 

                              ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado

                              ojalá que el deseo se vaya tras de ti

                              a tu viejo gobierno de difuntos y flores.

Oriette D'Angelo




Segundo mantra

Soy una paloma a ras de vuelo
y tú me lanzas migajas al piso
para que te siga.

Oriette D'Angelo




Trece años

La niña tiene trece años y la nombra un terremoto.

La niña está loca, se escucha.

La niña está loca y desobedece

lava mal la ropa del colegio

huele mal la ropa del colegio

huele mal la niña

la niña está loca

sólo lee y come

ve televisión y odia

grita y saca buenas notas

muere en un cuarto que no es suyo

no me escucha cuando grito

no me escucha cuando odio

no abre la puerta

se encierra la niña

loca

no me habla

no come conmigo

no me soporta

y la niña loca no sabe

tener trece años

no sabe explotar la belleza

de sus ojos tamaño asteroide

sólo escribe y hace amigos

amigos que pronto serán su casa

su espasmo

sus primeros amores

alojados en pantallas.

 

la niña loca es suicida

un cliché

se rasga los brazos con amigas

y sufre con ellas.

 
Escucha música fuerte y pinta animales. Escribe poemas que no leerá. Recorta cuadernos para construirse un barranco. Sabe que sus pechos crecen y con ellos su desgaste. Sabe que todo está destinado a morir. No tiene miedo de saltar.
 

No sabe cómo se tocan las ondulaciones del cuerpo.

Nadie le enseña a sentir y su vida está cambiando

nadie le enseña

que está bien sangrar

cuando no se lo provoca

nadie le hace caso a la niña

porque la niña está loca

no sabe tener trece años

y querer continuar viviendo.

Oriette D'Angelo















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