Saúl Gómez Mantilla

Basquiat 

El ansia de esculpir
de dar forma con letras
de narrar peripecias azules
que años adelante
serán sólo juegos.
La inútil maní­a de eternizar
todo cuanto nos agrada
para luego desecharlo por obsoleto,
y las esperanzas que nos imponemos
diariamente para seguir creyendo
en las utopí­as.
Sólo son escalones
en nuestro corto y desesperado
encuentro con la muerte.

Saúl Gómez Mantilla



Cotidiano

Sin pensarlo mucho se arrancó la piel del rostro, bebió su sangre y contempló con agrado el resultado frente al espejo. 
    Quería que la gente al verlo sintiera su dolor, exhibía sus dientes, les mostraba a sus amigos la piel de su cara y éstos con cierto morbo la contemplaban. 
    Todo había concluido, sin la poesía no tenía vida, a sus años lo único que aprendió fue a leer y no dejó de hacerlo hasta hoy. 
    Sus gritos inundaban la casa, él tomó la decisión de volverse loco, nada le importaba, deshojaba sus libros, insultaba a sus amigos y su alimento era consumido por la angustia. 
    Su cuerpo famélico y sin rostro no resistió el puñal que le atravesó las vísceras, la sangre cobijó al cadáver y espera sepultarlo para salir a la calle al acecho de un nuevo suicidio.

Saúl Gómez Mantilla




De la música 

Nota que destroza toda armoní­a
que perturba la mañana
antes del bullicio y la mentira.
Templo profanado
creyentes que ofrendan su cuerpo
ante el silencio de su dios.

Saúl Gómez Mantilla



De los sonidos 

La música como un ladrido
miedo ante un pasillo
que a cada paso crece.
La música como una pérdida
un cuerpo que se descompone
huida entre miradas que condenan.

Saúl Gómez Mantilla



MELANCOLÍA

A Paula Torrado

Este extraño mapa que dibuja un alma
posee una rara geografía
ríos y montañas parecen huir
abandonar el centro y moverse a los extremos.

Pequeños fragmentos se desmiembran
como islas vagan en el interminable vacío.

En su centro un rostro emerge
resignado
contempla la disolución de sí mismo.

 Saúl Gómez Mantilla





POIESIS

A Javier Bosch

Hablar de poesía, intentar definirla, no sería acaso negarla tres veces, tirar
la piedra y esconder la mano.

La poesía para subsistir, como esos extraños animales que habitan en
cuevas o en lo profundo de los océanos, produce su propia luz, ella misma es su
alimento.

Aquello que llamamos su inercia, su inmovilidad, es solo otro ritmo, otra
velocidad en que el mundo se mueve, tan leve e imperceptible, que cuando nos
toca, es imposible regresar al sueño.

Saúl Gómez Mantilla












No hay comentarios: