Sebastián Fiorilli

En la ventana del hospital donde está mi padre
se ha caído un nido de pájaros,
ellos deberían haberlo previsto,
aquí solo hay arquitectura para
la muerte,
en este lugar los espejos cortan
como relámpagos,
el peso vertical de la tarde se rompe en el aire y,
cuando se acerca la noche,
nada ni nadie se posa en los cristales,
sólo se tensa el cielo.
En el hospital donde está mi padre apenas
se intuyen los cimientos y el precipicio de la piel,
la serenidad es poco menos que el dolor
y la esperanza,
el silencio es la hierba por donde nadie
se atreve a caminar.
Hay que asumirlo. Son los ruidos del final,
el mecanismo abyecto del último engranaje.
En la ventana del hospital donde está mi padre
el tiempo pía un subjuntivo en desuso
entre lo mínimo y el dolor,
aquí sólo existe la limosna,
la poesía que pone en marcha los respiradores ha dejado de funcionar,
las bisagras se estampan como mariposas
contra la luz amarilla de los huesos,
los pájaros caen sin haber aprendido a hablar.
En esta habitación donde maldigo
una y mil veces el abismo de haber nacido,
nuestras enfermedades se han tomado de la mano.
En la ventana del hospital donde está mi padre
se ha caído un nido de pájaros y yo lo estoy viendo,
en mi puño aprieto este barro,
unas pocas ramitas y palitos,
y un mapa roto de la vida.

Sebastián Fiorilli



"La poesía permite soportar el miedo."

Sebastián Fiorilli




llora un niño como si tuviera
una paella en el pulmón
los autoservicios de atención al cliente
no son autoservicios ni supermercados chinos ni clientes
el corte inglés anuncia un huevo en su balanza anual
adivina adivinanza
¿gato o liebre?
¿salmón o panga?
la pasta italiana las judías el conejo armado de zanahorias
hasta los dientes
los de siempre se desconejan como siempre y donde siempre
qué guay qué guay qué guay
otro bonito lemonpai
que le toca a la mesa de al lado
en barcelona la comida en la basura se pasa de diente en diente puerros en las sobras de los indigentes
sicreequelohavistotodovengaamadridyverácosasincreíbles
la fiambrera obrera lanza pollos de globo (una pluma roja, un huevo morado, otro huevo amarillo)
desde un ático céntrico el día veintitrésefe
alguien grita “Mas dimisió”/ ¡ponme una caña!/  José Luis Col llama maricón a una coliflor
la sandía no es un arma cargada de futuro
la sandía no es una nécora dalicada
la sandía no es la langosta que se mueve
la sandía, ni muchísimo menos, es vermú

llamemos a las cosas por su nombre
la sandía es higo, harina, sangría (o no) y fresa
la sandía, según Angélica “LIDL”, es esto y esto y esto
la sandía, según Juan y las habichuelas, es ración, consistencia,
posibilidad de macedonia, cambio de bol, cucurucho,
bocadillo de bruma, cigala, col,
la sandía, por si estás en la Parra, es llamar a las cosas por su nombre
pues venga:

Canallas del Opencor, mercado en tu puta madre
Accionistas de El corte Inglés, mercado en tu puta madre
Magnates del Alcampo, mercado en tu puta madre
Cabrón del Mercadona, mercado en tu putísima madre

si tengo que recurrir al mercado es porque no me queda otra
si tengo que recurrir a la sandía es porque no me queda otra
hay quien piensa que la sandía no puede caer en la poesía
me lo dicen constantemente
en las facturas, en las espinas, en los márgenes de las peras
pero yo creo que el insulto es otro
y que cualquier alimento, si nos ponemos, puede sentarte mal
pero yo creo que hay que reponer
yo creo que ninguna fruta debería quedar sin su poema
creo que el corte de la carne es también, simplemente, una buena pregunta y una buena respuesta
lo insultante es quedarse sin carro
yo no tengo la pulpa
yo no tengo la pulpa
pero tampoco tengo la cesta
yo no tengo la culpa de que tú, cabeza de melón, envasado amigo de raquíticos boquerones guturales, sigas pensando que la sandía se la debe envolver con papel de periódico,
o bien podría decir,
para que me entendieras,
yo no tengo la culpa de que sigas pensando que la sandía briza sus frutales y nada sabe de cacarear,
y te respondo porque tu pulpo y sus acciones no son más que tentáculos sin pimentón,
mira, ya que me pongo
cabeza de melón, seta de salón, mercado en tu puta madre (mercado en tu fruta madre)
a este poema no se le pueden caer los brillos por una fruta más aquí o allá
Barreño Caníbal Pepino Tortas Cerdo Lenguado de costa, berenjena
Gazpacho Salado Azúcar Moreno Salmonella
qué sería del parmesano sin vuestro pesto
qué sería del mundo sin tercos patés
qué sería sin tersos mundos
sin responsabilidades a los puerros
qué uva pasa si nunca pasa ra nada

las familias siguen intentando que la compra sea un movimiento
y no una parada de autobús
Todo a 50 levanta un cartel contra todo lo que no signifique RED RED de pescar REDistribuir
y a mí me encantaría escribir sobre el calamar, pero no es plan, no es plancton
me encantaría vivir en una casa con jabalí,
pero no es coto de caza
me encantaría que hace algunos años no hubiera digerido un ponche vil con manzanas caducadas y sobre todo que ese ponche  no hubiera sido rebajado con don simón y encima no ser acusado de cometer un delito contra la salud pública por llevar medio gramo de manzana adulterada que “vino” a convertirse en cuatro gramos de sidra por obra y gracia de la burocracia para poder obligarme después a pagar 50005 pesetas de las de antes
pero eso fue exactamente lo que pasó
porque esa era exactamente su planta de perejil
así que no me vengas a decir
que la sandía no tiene lugar en la sangría
que nadie sabe lo que es la sandía
que no quedan motivos ya para la sangría
que la sandía no sirve para  el vino
así que no me vengas a decir lo mismo del pisto, de la consistencia, de los garbanzos, del albaricoque
no vengas con tu cáscara de plátano de Canarias, no vengas con tus adobos filetes de la morcilla,
porque no quedan números
y la cola es justo la alegría del carnicero

me acaban de cobrar 10 pavos por un repollo en el Mercado de San Miguel
la verdulera lleva los ojos pintados del color del logotipo de la verdulería para la que trabaja
a mí me siguen sorprendiendo estas cosas
a mí me gustaría a veces ser un repollo
una hortaliza cualquiera y sin plumaje
un repollo
un re pop-yo
un yo pero más re pop
re pop-ético
más re pop-tencial
re pop-líglota
re pop-lémico
pop pop pop pop pop pop pop repoesía popular poesía popular
juan pop y las habichuelas pop pop pop pop vino de buena parra pop
anti día pop anti lidl pop anti open pop
gonzaloescarpapop pop tortilla de patatas pop
mercamadrid pop estancos unidos de pop malasañas de pop malas juntas de pop
stop: parad las máquinas tragaperas
mercados hay muchos pero
no todos los mercados son un bar
un gol un sándwich mixto
un trigo un simply
hablar de hacer la compra es NO
los centros comerciales viven para exprimir
las naranjas, también

Sebastián Fiorilli
Variación de Sebastián Fiorilli del poema ‘mecagoentuputamadre‘  -original de Gonzalo Escarpa





"Poesía sobre las cuestiones que nos importan, hacemos arte porque sabemos que vamos a morir."

Sebastián Fiorilli



Un hombre y una mujer leen a César Vallejo 

Cada tarde mi mamá y mi papá leen un poema de César Vallejo
sin salir del auto, respetan la cuarentena de más de 150 días
cuidando a sus pares y a ellos mismos. Va mi homenaje. 
Los amo
Pino y Rochy. 
 

Todas las tardes un hombre y una mujer detienen su automóvil frente a un río,
leen a César Vallejo mientras observan la convulsión de las flores,
el atardecer de las cosas simples.
Como un grito apenas oído en la penumbra se dicen
que la llovizna es la lluvia en estado de tristeza,
que del nacimiento del encuentro entre el viento
y las caricias algún día se irán,
calmos,
con una música apenas conocida.
Ellos están ahí,
donde se amontona el abandono y el pasado,
frente a un río,
donde nace la belleza que hay entre la muerte y el olvido.
Leen a Vallejo para recordar que la tristeza es posible,
después volverá el silencio como un ruido dolorido por su alma y
se detendrán a ver pasar el último barco del día,
donde los dioses son la milicia de la oscuridad,
un catafalco que cubre cualquier esperanza.
Me he caído contra todos los atardeceres posibles
para poder oír sus voces que arrastra la corriente,
para mantenerme a flote con una ramita mojada
de poesía.
Un hombre y una mujer leen a César vallejo,
yo los escucho,
como una patria henchida de dolor.

Sebastián Fiorilli














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