Alberto Acerete

"Creo que las historias escritas siguen teniendo y tendrán un poder inmenso."

Alberto Acerete



"No es complicado lograr esa fluidez, sí el trabajo previo: plantear, enlazar y desarrollar las ideas del discurso. Incluso lo que resulta más fortuito o torrencial tiene para mí un trabajo muy consciente y calculado.
Siempre me cuesta el despegue inicial con el que empezar la carrera: el punto de vista, la voz, el tono, es decir, establecer los límites que va a encontrarse la posibilidad de narrar y, conociéndolos, exprimir los caminos que quedan disponibles. Qué, cómo, cuándo, dónde, por qué. Llegar ahí me lleva tiempo, pero mientras ocurre dejo que se expandan las notas, los personajes. Desecho, recupero, quito. Leo, leo mucho, aunque deje constancia. Y, de repente, un día comienza la maratón, la riada de palabras. Entonces diría que escribo. Escribo mucho. Dejo que el texto crezca. Le permito ser, siguiendo cierta guía, pero sin que me limite. Y después, una vez reposado, vuelvo sobre lo escrito. Podo, reformulo, replanteo. Quiero que el texto resulte sencillo, legible, fácil, incluso denote cierta simpleza. Es quizá un cliché, pero es complicadísimo. Al menos para mí. Y solo me interesan los retos cuando escribo. Quiero esa sencillez, pero a su vez que el texto tenga capas, relecturas, matices. Y, por tanto, mucho trabajo.
Quizá esto, que tiene mucho que ver con la fluidez de la narración, tiene mucho que ver con un pensamiento intrusivo los últimos años: pensar que no tengo capacidad ni talento ni conocimiento para escribir, que los méritos que he podido alcanzar me han sido ajenos, gracias a otros. Es algo contra lo que, cada vez que escribo, tengo que pelearme. Y recordarme “esto lo has escrito tú y puedes escribir algo mejor”. El mérito de aquel libro, por pequeño que fuese, fue tu trabajo.
Pero volviendo a la fluidez, para escribir, además, necesito haber definido bien una estructura, como he dejado caer, a la que, a su vez, debo permitirle cierta libertad si necesita ir por otro sitio. Pero también necesito trabajar sobre borradores, fragmentos en bruto, bastante vergonzosos con frecuencia. Entonces, mis textos siempre sufren muchos cambios: desde lo más ilegible hasta el texto final.
Cada historia que cuento es, para mí, una forma de volver a aprender a contar. Y de aprender a contar de nuevo. Creo es responsabilidad del autor hacer que el lector se quede en el texto. Si uno entiende que está en él esa responsabilidad, entiende después que haya lectores que decidan no hacerlo.
Solo me interesa el oficio de contar historias."

Alberto Acerete



"Solo busco representar. El lector es quien debe traer al texto, si lo desea, sus propias conjeturas. El texto y el lector pueden establecer su diálogo, su debate. Pero yo, como autor, no debo señalar camino (que, si los entendemos pedagógicos, los pensamos correctos), porque como narrador no tengo interés en sostener la verdad ni en aleccionar. Creo que la novela, aunque quizá me equivoque, intenta ser, de algún modo, justo lo contrario a lo pedagógico: no intenta juzgar ni convencer, solo acompañar a quien lo necesite. Y este aspecto emocional, tan extraliterario y tan poco reivindicado, tan afeado incluso por quien quiere hacer pasarse por intelectual, me parece fundamental en mi trabajo. Le hablo a mi tiempo y solo tengo sentido en mi tiempo. Aquí y ahora. No busco más.
Por último, sí había una voluntad clara por mi parte de construir una historia que acompañase, una historia de conflictos compartidos que, si bien comunes en nuestras narrativas dentro del colectivo, fuesen solo parte de la vida, no siempre el núcleo central. Que tuviesen la misma importancia que tener trabajo, no entenderse con la familia o estar perdido en las relaciones emocionales, porque de todas ellas forman parte."

Alberto Acerete



















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