Ana Victoria Padilla

1. 

Las criaturas de este Jardí­n
nacieron sin voz, sin dientes, sin lengua
Parecen sombras sedientas de luz
Al alba esperan el encuentro con el sol
Lo reciben con una sinfoní­a de piedras
que chocan unas con otras
Mas el sol no se apiada
Poco a poco los va cubriendo
de desolación y desespero
sobre lo que germina
su profunda mutación
y la impotencia de no
poder devorarse a sí­ mismas.

Ana Victoria Padilla




4. 

Este animal casi prehistórico
fue creado en las horas de Venus
tiene cuerpo de hombre y
un enorme árbol por cabeza
Va divagando a ciegas
ignorando la existencia de otras especies
los nombres de otras regiones
persiguiendo al viento y a la lluvia
huyendo de la voz del polvo
anhelando una tumba donde dormitar.

 Ana Victoria Padilla


 

6. 

En el centro del Jardí­n hay un enorme árbol
De él cuelgan las cabezas de todas las yo
que he sido:
Mis hermanas, yo misma desdoblada
en el espejo quebrado
Aunque nos han despojado del cuerpo
a coro seguimos emitiendo
nuestra fértil canción
compuesta de ronquidos, anagramas y ecos
Así­, la tierra nos va dando
a luz nuevamente.

Ana Victoria Padilla



Vayamos al mar

Hoy es el día ideal para regresar al agua
y hacer de nuestras panzas desnudas
islas temporales.
Tal vez algún náufrago a la deriva
necesite una orilla donde descansar
del vaivén de las olas
de la furia del viento
del reducido espacio de su balsa.
No sabemos, amor.
Tantas cosas que desconocemos
y sin embargo aquí estamos
en esta galaxia
en este planeta
en esta Tierra de agua.
Intuyendo a ratos la inmensidad del universo
y la sonrisa de aquellas cosas
tan sencillas
tan livianas.
Como la semilla al viento
Como el gesto de Nina a la espera de tu caricia
Como tus ojos recién abiertos cada mañana.
Aquí estamos, navegando en este mundo
colectando estrellas fugaces
asegurando la mano de plátano, la renta
la arenita de los michis.
Luchando contra el tedio de las pantallas,
aboliendo el éxito y el fracaso
en este siglo cansado de sí mismo
donde todos tenemos algo de náufragos
incluso aquellos que todavía no conocen el mar.

Ana Victoria Padilla



























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