Arturo Pérez-Reverte

"Al día siguiente, Ruy Díaz fue a buscar otro caballo.
Tenía dos, Cenceño y Persevante, uno de marcha y otro de guerra; pero este último empezaba a perder facultades y reclamaba un digno retiro: el jefe de la hueste lo había comprobado en la cabalgada contra la aceifa morabí. Necesitaba un tercer animal joven, sano y vigoroso, capaz de afrontar una campaña dura con sus previsibles combates. De manera que, acompañado por Yaqub al-Jatib y por Minaya, cabalgó hasta unos establos que le recomendaban como los mejores de
Zaragoza: los de Ali Farach, comerciante de caballerías y proveedor de las cuadras reales.
Los establos se hallaban en las afueras de la ciudad, al otro lado del río: una gran casa entre árboles, con cobertizos para los animales en torno a un picadero.
Su propietario, les contó Al-Jatib mientras se acercaban, era hombre bien situado. Hacía traer sementales del Rif y de los condados francos y los cruzaba y criaba con mucho esmero
[...]
Había dos cadáveres junto al sendero, entre los pinos y enebros que crecían al pie de la muralla. Llevaban allí dos días y empezaban a oler fuerte. Se los adivinaba por eso y por el zumbido de las moscas.
Ruy Díaz pasó cerca de los cuerpos sin prestarles atención, manteniendo en alto el escudo para protegerse de dardos o piedras que pudieran tirarle desde arriba. Los muertos eran moros leridanos de los caídos la primera noche, cuando la vanguardia de la hueste llegó a Piedra Alta. Una veintena de hombres subió despacio explorando el terreno, y los de dentro hicieron una salida para probar la solidez de los atacantes. Había sido una escaramuza confusa y rápida en la oscuridad, y los defensores se replegaron dejando atrás a esos dos y a otro que se pudría algo más arriba, cerca del portón y su puente levadizo."

Arturo Pérez-Reverte
Sidi



"Al final a uno lo derrotan siempre. Creo que la derrota es algo inherente a la condición humana, al hecho de vivir y de pelear. Por mucho que venzas, siempre al final hay alguien que te derrota, siempre hay un Rocroi, por mucho que triunfes siempre hay un iceberg esperando al Titanic."

Arturo Pérez Reverte



"Ante una infamia es vil guardar silencio, y es digno rebelarse y combatirla."

Arturo Pérez Reverte



"Cada cual tiene el diablo que se merece."

Arturo Pérez Reverte



"Corso estuvo en Lisboa menos de cincuenta minutos; el tiempo justo para ir de la estación de Santa Apolonia a la del Rossío. Hora y media más tarde pisaba el andén de Sintra bajo un cielo de nubes bajas que difuminaban, monte arriba, las melancólicas torres grises del castillo Da Pena. No había taxis a la vista, y subió andando hasta el pequeño hotel situado frente a las dos grandes chimeneas del Palacio Nacional. Eran las diez de la mañana de un miércoles y la explanada estaba libre de turistas y autocares; no hubo problema en conseguir una habitación con vistas al paisaje quebrado, espeso y verde, donde despuntaban tejados y torres de las viejas quintas, entre jardines centenarios cubiertos de hiedra."

Arturo Pérez-Reverte
El Club Dumas



"Creo en varias cosas. Que la mejor puñalada se da en la ingle, de abajo arriba. En guerreros silenciosos y mujeres valientes. Creo en quienes toda su vida procuran pensar como griegos, pelear como troyanos y morir como romanos. Creo en que todos morimos solos y a ciegas. Y que para hacerlo con dignidad se requiere un largo entrenamiento. Creo en las piedras viejas y en los cuadros oscuros y en los atardeceres rojizos sobre el mar. Y en parejas jóvenes que se besan. Y creo en algunas otras cosas que no le contaré nunca."

Arturo Pérez Reverte



“Cuando muere un animal el mundo se hace más triste y oscuro, mientras que cuando desaparece un ser humano, lo que desaparece es un hijo de puta en potencia o en vigencia.”

Arturo Pérez Reverte
No me cogerás vivo, 2001-2005), 2005
Tomada del libro GuiaBurros Las mejores citas (Las Mejores Citas De Pensadores Españoles) de Delfín Carbonell, página 5



"Cuando oigo hablar ahora a los políticos de la Guerra Civil con una irresponsabilidad y un desconocimiento tan extremo de lo que fue el drama humano, me digo ¿cómo se atreven?"

Arturo Pérez Reverte


Cuento de Navidad

Érase una ciudad grande, como las de ahora, y la policía les había precintado el piso, y ya no tenían para pagar una pensión. Exactamente igual que en los cuentos de Navidad que tienen como protagonistas a desgraciados como ellos. Hacía un frío del carajo, dijo él mientras buscaban un portal en condiciones. Había un abeto iluminado al final del bulevar, donde El Corte Inglés y sus luces se confundían con los semáforos, con el destello frío y trágico de una ambulancia que pasaba en la distancia, demasiado lejos para que pudiera oírse la sirena. Una ambulancia muda, con destellos de tragedia urbana. Las ambulancias y los coches de policía y los de pompas fúnebres, se dijo él viendo desaparecer el destello, son igual que pájaros de mal agüero. Vehículos con mala leche.

Lo mismo aquella noche la ambulancia iban a necesitarla ellos. Porque, como ustedes ya habrán adivinado, la mujer, la joven, estaba fuera de cuentas, o casi. Caminaba con dificultad, entreabierto el abrigo sobre la barriga, llevando en una mano la Adidas llena de ropa para el que venía en camino, y en la otra una maleta de esas que, a fuerza de haber ido a tantos sitios, ya no tenía aspecto de ir a ninguna parte.

-Me cago en todo -dijo él. Y ella sonrió, dulce, mirándole el perfil duro y desesperado, el mentón sin afeitar. Sonrió dulce porque lo quería y porque estaba allí, con ella, en vez de haber dicho adiós muy buenas y buscarse la vida en otra parte, con otra chica de las que no se equivocan al anotar con lápiz rojo días en el calendario.

De vez en cuando se cruzaban con transeúntes apresurados, de esos que siempre aprietan el paso en Navidad porque tienen prisa en llegar a casa. Una mujer de edad se apartó de él, mirando con desconfianza su aire sombrío, la mugrienta mochila que cargaba a la espalda, los bultos atados con cuerdas, uno en cada mano. Después un yonqui flaco y tembloroso les pidió cinco duros y, sin obtener respuesta, los siguió un trecho por la acera, caminando detrás, con aire alelado y sin rumbo fijo. Un coche de la policía pasó despacio, silencioso. Desde la ventanilla, los agentes les echaron un desapasionado vistazo a ellos y al yonqui antes de alejarse calle abajo.

-Me duele otra vez -dijo ella.

Como era previsible desde que empecé a contarles esta historia, buscaron un portal para descansar. Había uno con cartones en el suelo y un mendigo, hombre o mujer, que dormía envuelto en una manta, bulto oscuro en un rincón que apenas se movió con su llegada. Entonces a ella le dolió otra vez. Y otra. Y él miró a su alrededor con la angustia pintada en la cara, y sólo vio al yonqui flaco que los miraba de pie en la entrada del portal. Entonces buscó en el bolsillo y le arrojó su última moneda de veinte duros.

-Busca a alguien que nos ayude -le dijo-. Porque ésta quiere parir.

Entonces ella empezó a llorar y gritar y él tuvo que cogerle la mano y ahuecarle un nido entre las piernas con su propio chaquetón y volver a mirar en torno con resignación desesperada. Y sólo vio la entrada del portal vacía y un semáforo con la luz roja fundida, alternando ámbar y verde, ámbar y verde. Y al mendigo que se levantaba debajo de la manta donde había estado durmiendo con un perrillo, un chucho pequeño y mestizo entre los brazos, y se acercaba a mirarlos con curiosidad, mientras el perro lamía con suaves lengüetazos una de las manos de la chica. Y él, sosteniendo la otra entre las suyas, blasfemó despacio y a conciencia, en voz baja, hasta que sintió sobre los labios la mano libre, los dedos de ella.-No digas esas cosas -le susurró, crispada la voz por el dolor-. O nos castigará Dios.

Él soltó una carcajada seca y amarga. Entonces llegó el yonqui con un policía, uno de los que antes habían pasado en el coche. Y ella sintió, de pronto, una presencia nueva, cálida, un llanto pequeño y débil entre las piernas. Y exhausta, en un instante de lucidez y paz, se dijo que quizá a partir de ese momento el mundo sería mejor, distinto. Como en los cuentos de Navidad que leía cuando niña.

Él sacó un arrugado paquete de cigarrillos y fumaron los cuatro hombres, mirándola, mientras a lo lejos se escuchaba la sirena de una ambulancia aproximándose. Entonces ella se durmió dulcemente, agotada y feliz, sintiendo latir entre los muslos ensangrentados aquella nueva vida aún húmeda y tibia. Y alrededor, protegiéndolos del frío, les daban calor el perrillo, el mendigo, el yonqui y el policía.

Arturo Pérez Reverte
Publicado en XLSemanal en la Navidad de 1993.



“El azar tiene muy mala leche y muchas ganas de broma.”

Arturo Pérez Reverte



"El ser humano ha olvidado que no tiene otro remedio que convivir con el espanto de la naturaleza, con la frialdad de la naturaleza, que es como el corte de un bisturí sobre una mesa de mármol. Eso está ahí. Los humanos nos hemos protegido de esa frialdad, nos hemos rodeado de una serie de amortiguadores, tratando de sobrevivir física e intelectualmente ante el hecho de que somos insectos bajo la bota de los dioses. ¿Qué pasa? Que ignorar esa realidad es una mentira. Si tú construyes una urbanización en una cañada, algún día bajará el agua por ahí. Aunque tarde siglos, bajará y se lo llevará todo. Entonces, cada vez que hacemos algo, esto lleva implícito el desastre."

Arturo Pérez Reverte


"El talento incomoda como nunca. Los mediocres, los acomplejados, los bobos necesitan que la vida descienda hasta su nivel para sentirse cómodos, y es destruyendo la inteligencia y ensalzando la mediocridad como están a gusto."

Arturo Pérez Reverte



"En fin, lo que lamento profundamente es que, a partir del siglo XVIII, en España no se hermanara, como hizo la Revolución Francesa, la palabra ciudadano con patria, solidaridad, bien, esfuerzo y memoria común. Aquí no hubo guillotina para obispos, reyes y aristócratas; aquí siempre se ha fusilado a los mismos y de manera equivocada."

Arturo Pérez Reverte


"Es terrible que gente que no tiene la menor cultura, ni la menor memoria; gente que carece de los más elementales conocimientos históricos, fundamentales para la política, se atreva a entrar como elefantes por cacharrería en cuestiones tan delicadas para las que hace falta mucha cultura, mucho conocimiento y mucha lucidez. Por eso, cuando uno ve a un animal de bellota, con corbata fosforito o con lo que lleve, hablando de memoria histórica, se pregunta uno en manos de quiénes estamos. En este país de bobos mezclamos las cosas. Memoria histórica es toda, desde los iberos, los celtas, árabes o Flandes hasta las épocas más recientes. Pero es que la incultura es muy osada, muy atrevida, y en España hay incultos especialmente atrevidos."

Arturo Pérez Reverte


"Es un error grave mirar al pasado con los ojos del presente."

Arturo Pérez Reverte


“Escribo novelas para recrear la vida a mi manera.”

Arturo Pérez Reverte


"Escuchó la música unos instantes y después dejó vagar su atención por el mercado, cuyo rumor ascendía hasta ella amortiguado por la altura en que se encontraba. Estuvo así hasta apurar el cigarrillo y después bajó por la escalinata, deteniéndose ante el escaparate de las muñecas. Las había vestidas y desnudas, con pintoresco traje de campesinas o complicados vestidos románticos que incluían guantes, sombreros y sombrilla. Algunas representaban niñas y otras mujeres adultas. Las había de rasgos groseros, infantiles, ingenuos, perversos… Los brazos y manos se alzaban a mitad de un imaginario movimiento en diversas posturas, como si los hubiese sorprendido así el soplo frío del tiempo transcurrido desde que las abandonó, o vendió, o murió, su propietaria. Niñas que al final fueron mujeres, pensó Julia, hermosas o desprovistas de atractivo, que después, alguna vez amaron o quizá fueron amadas, habían acariciado esos cuerpos de trapo, cartón y porcelana con manos que ahora se consumían en el polvo de los cementerios. Pero todas aquellas muñecas sobrevivían a sus poseedoras; eran testigos mudos, inmóviles, que guardaban en sus imaginarias retinas viejas escenas domésticas, ya borradas del tiempo y la memoria de los vivos. Desvaídos cuadros esbozados entre brumas de nostalgia, momentos de intimidad familiar, canciones infantiles, amorosos abrazos. Y también lágrimas y desengaños, sueños reducidos a cenizas, decadencia y tristeza. Quizá, incluso, maldad. Había algo sobrecogedor en aquella multitud de ojos de vidrio y porcelana que la miraban sin parpadear, con la hierática sabiduría que sólo el tiempo posee, ojos inmóviles incrustados en pálidos rostros de cera o cartón, junto a vestidos que el tiempo había oscurecido hasta dar un tono apagado y sucio a puntillas y encajes. Y el cabello peinado o en desorden, pelo natural –el pensamiento la hizo estremecerse- que había pertenecido a mujeres vivas."

Arturo Pérez-Reverte
La tabla de Flandes



"España es un país gozosamente inculto."

Arturo Pérez Reverte



"Hoy en España solo se habla de política e ideas, pero no de seres humanos."

Arturo Pérez Reverte



"La guerra civil española tiene dos momentos históricos. Uno es aquel en el que todavía están vivos los que la hicieron y todavía ellos pueden contarla. Y ésta, una fase actual, en la que está siendo reinterpretada por quienes no la conocieron de primera mano. Hay una intención más ideológica que otra cosa. Se habla de los rojos, los nacionales, el bando bueno, el malo, la legitimidad republicana, el bando franquista ilegítimo… Nos estamos alejando del factor humano, de la gente que vivió la guerra en primera persona, en las trincheras. He querido recuperar esa memoria que se está perdiendo. Cuando uno ve las cosas desde lejos, todo está claro, pero cuando uno se acerca al frente y ve chicos de 18 años, milicianos, comunistas, anarquistas, falangistas y requetés en el frente la cosa no está tan clara. La mayoría fue gente llevada por la fuerza, por azar, en un bando que no era el suyo. Vale, ya sabemos dónde está la legitimidad, ahora vámonos a ver los seres humanos."

Arturo Pérez Reverte



“La guerra es el estado normal del hombre.”

Arturo Pérez Reverte


"La Historia demuestra que la razón es de quien tiene el coraje de sostenerla."

Arturo Pérez Reverte


"La ventaja de los libros, como descubrió cuando estaba en el Puerto de Santa María, era que podías apropiarte de las vidas, historias y reflexiones que encerraban, y nunca eras la misma al abrirlos por primera vez que al terminarlos. Personas muy inteligentes habían escrito algunas de aquellas páginas; y si eras capaz de leer con humildad paciencia y ganas de aprender, no te defraudaban nunca. Hasta lo que no comprendías quedaba ahí, en un rinconcito de la cabeza; listo para que el futuro le diera sentido convirtiéndolo en cosas hermosas o útiles."

Arturo Pérez Reverte
La reina del sur


"La verdad es que sería muy triste no suscitar malestar en quienes utilizan la guerra civil como arma arrojadiza."

Arturo Pérez Reverte


“La vida es muy traicionera, y cada uno se las ingenia como puede para mantener a raya el horror, la tristeza y la soledad. Yo lo hago con mis libros.”

Arturo Pérez Reverte



“Las habas de la estupidez y la mala fe se cuecen en todas partes.”

Arturo Pérez-Reverte
XL Semanal, 8 oct., 2017


"Lo agradable de los lugares donde uno recala depende, especialmente, de las personas que allí trabajan y le dan carácter."

Arturo Pérez Reverte



"Los héroes pasan por nuestro lado sin que reparemos en ellos. Se sientan en la terraza de un bar, se sujetan a la barra del metro o hacen la cola en la oficina del paro, como tantos."

Arturo Pérez Reverte


"Los reyes, los políticos, los dictadores, los militares, los asesinos, los fanáticos, los inquisidores… Todos han salido de nosotros, no son marcianos que han venido en un platillo volante."

Arturo Pérez Reverte



“… mande quien mande, quienes tienen el poder siempre necesitan a los mismos.”

Arturo Pérez Reverte
No me cogerás vivo, 2001-2005), 2005.



"Mi trabajo, mi vida cotidiana no depende de la actualidad. Vivo durante meses o años inmerso en una novela que no tiene nada que ver, a menudo, con el presente político o social del momento en el que vivo. Eso me permite un saludable distanciamiento. Una falta de necesidad de estar al día de lo que ocurre políticamente en mi país o en el mundo. Evidentemente en mi familia hay más gente y ellos me comentan la realidad, y veo el telediario, pero mantengo una higiénica distancia. Si yo estuviera todo el día inmerso en la actualidad española o mundial no tendría la serenidad suficiente para trabajar en mis novelas. Habría una perturbación exterior. Trabajo en un ordenador que no está conectado a Internet, en una biblioteca que no tiene teléfono, en un lugar donde no llegan los ruidos exteriores. Mi familia lo respeta. Solo en casos excepcionales salgo de ese aislamiento y me pongo al día. Tengo la suerte enorme de poder vivir y trabajar sin que la actualidad del mundo y de España me afecten de una manera inmediata. Como ciudadano me interesa, pero como escritor necesito tenerla a una saludable distancia."

Arturo Pérez Reverte


"Mucho más tarde, cuando Jaime Astarloa quiso reunir los fragmentos dispersos de la tragedia e intentó recordar cómo había empezado todo, la primera imagen que le vino a la memoria fue la del marqués. Y aquella galería abierta sobre los jardines del Retiro, con los primeros calores del verano entrando a raudales por las ventanas, empujados por una luz tan cruda que obligaba a entornar los ojos cuando hería la guarda bruñida de los floretes. El marqués no estaba en forma; sus resoplidos recordaban los de un fuelle roto, y bajo el peto se veía la camisa empapada en sudor. Sin duda expiaba así algún exceso nocturno de la víspera, pero Jaime Astarloa se abstuvo, según su costumbre, de hacer comentarios inoportunos. La vida privada de sus clientes no era asunto suyo. Se limitó a parar en tercia una pésima estocada que habría hecho ruborizar a un aprendiz, y se tiró luego a fondo. El flexible acero italiano se curvó al aplicar un recio botonazo sobre el pecho de su adversario."

Arturo Pérez-Reverte
El maestro de esgrima



 "No es que la herida no se haya cerrado, es que muchos políticos han querido reabrirla cuando ya todo estaba resuelto, cuando combatientes como Carrillo o la Pasionaria decidieron que ya habían pasado página. Los actuales políticos, que carecen de aquel aplomo y aquella solvencia intelectual, utilizan los argumentos en blanco y negro de forma maniquea. Pero, vamos, mi novela no está escrita con la intención de corregir eso."

Arturo Pérez Reverte



“… no me refiero a lo que algunos soplapollas llaman aquí cultura: la gastronomía como cultura, el fútbol como cultura, el teléfono móvil como cultura.”

Arturo Pérez Reverte
No me cogerás vivo, 2001-2005), 2005



“Permitidme tutearos, imbéciles”

Arturo Pérez Reverte



"Por esa época, Angélica de Alquézar debía de tener once o doce años, y ya era un prometedor anuncio de la espléndida belleza en que se convertiría más tarde, y de la que dio buena cuenta el propio Velázquez en el cuadro famoso para el que ella posaría tiempo después, hacia 1635. Pero más de una década antes, en aquellas mañanas de marzo que precedieron a la aventura de los ingleses, yo ignoraba la identidad de la jovencita, casi niña, que cada dos o tres días recorría en carroza la calle de Toledo, en dirección a la Plaza Mayor y el Palacio Real, donde –supe más tarde- asistía a la reina y las princesas jóvenes como menina, merced a la posición de su tío el aragonés Luis de Alquézar, a la sazón uno de los más influyentes secretarios del rey. Para mí, la jovencita rubia de la carroza era sólo una visión celestial, maravillosa, tan lejos de mi pobre condición mortal como podían estarlo el sol o la más bella estrella de esa esquina de la calle de Toledo, donde las ruedas del carruaje y las patas de las mulas salpicaban de barro, altaneras, a quienes se cruzaban en su camino."

Arturo Pérez-Reverte
El capitán Alatriste



"Probado durante siglos: no son los tiranos los que hacen esclavos, sino los esclavos los que hacen tiranos. Lo que prueba una certeza de viejo reportero: los muertos sin duda están muertos; pero los vivos no siempre son lo que parecen."

Arturo Pérez Reverte



"Quien mucho anda, mucho acaba sabiendo."

Arturo Pérez Reverte


"Recuerdo bien que aquel día funesto había un poco de sol, aunque fuera holandés; y estábame yo muy a su disfrute, sentado en un poyo que había en la puerta de la casa mientras leía con mucho agrado y provecho un libro que el capitán Alatriste solía dejarme para hacer prácticas de lectura. Era una fatigada primera edición, muy llena de malos tratos y manchas de humedad, de la primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, impresa en Madrid en el quinto año del siglo –solo seis años antes de que yo naciera- por Juan de la Cuesta: libro maravilloso del buen don Miguel de Cervantes, que fue ingenio profundo y desventurado compatriota; pues de haber nacido inglés, o gabacho, otro gallo habríale cantado a tan ilustre manco en vida, y no a modo de gloria póstuma; única que una nación hechura de Caín como la nuestra suele reservar, y eso en el mejor de los casos, a la gente de bien. Holgábame mucho del libro, sus lances y ocurrencias, conmovido por la sublime locura del último caballero andante y también por la conciencia –así me lo había asegurado Diego Alatriste- de que en la más alta ocasión que vieron los siglos, cuando las galeras cargadas de infantería española se enfrentaron con la temible armada turca en el golfo de Lepanto, uno de los hombres valientes que aquel día pelearon espada en mano había sido el propio don Miguel: pobre y leal soldado de su patria, de su Dios y de su rey, como también lo fueron después Diego Alatriste y mi padre, y como estaba dispuesto a serlo yo mismo."

Arturo Pérez-Reverte
El sol de Breda


"Siempre desconfío de quien no tiene ( o dice no tener) enemigos. Caminar es elegir. Elegir es arriesgarse. Arriesgarse es pelear. No tener (oficialmente) enemigos requiere mucha capacidad de succión. Que también tiene su mérito."

Arturo Pérez Reverte



"Sin Historia no hay posibilidad de acometer el presente. No te puedes mover por el presente, no puedes actuar en él. Conocer la Historia, sus mecanismos de análisis, de comprensión, te da la sabiduría del tablero. ¿Cómo te atreves a moverte sin saber las reglas del ajedrez? La Historia es cíclica. Hay dos grandes tendencias históricas. Una era de Spengler, que decía que la Historia es un movimiento circular, que volvemos al mismo sitio, se va repitiendo. Y Toynbee decía que es una situación de sube y baja, pero siempre igual. Es cíclica, en cualquier caso. Y es verdad: la Historia siempre tiene pequeños cambios, pero las grandes líneas se mantienen siempre. Entonces, vemos los mismos procesos en los imperios: civilizaciones de auge, de salida, de vigor, de consolidación, de decadencia, de bárbaros que llegan y actúan, de destrucción final. Ha ocurrido mil veces. Entonces, si lees, conoces los síntomas. Por eso sé que nos estamos yendo al carajo. El imperio romano tardó siglos en caer. No se puede saber cuándo va a pasar pero sé que, cuando suceda, no estaré aquí. Ni tú tampoco. Pero, igual, ¿qué más da? La cuestión es darte todas las herramientas para poder sobrevivir en la fase en que te ha tocado vivir. Y si tienes hijos o gente a la que ames, darles herramientas para que se estén defendiendo cuando llegue el turno. Y todo pasa por la biblioteca. Antes había élites cultas que, al menos, nos transmitían su análisis de lo que estaba ocurriendo. En este siglo están desapareciendo, por lo cual no habrá una transmisión a la posteridad de las circunstancias de esta decadencia."

Arturo Pérez Reverte


"Son políticos mediocres sin preparación ni sentido del ridículo. Analfabetos a los que el azar, el esperpento de un país asombroso como es España, sitúan en puestos que les permiten tomar decisiones tan limitadas, tan miserables como su propia altura."

Arturo Pérez Reverte


"Tengo una visión amarga de España por las muchas ocasiones perdidas."

Arturo Pérez-Reverte


"Tunc. El centinela ni siquiera grita. Dormía. Sin pararse a pensar en el bulto oscuro sobre el que acaba de descargas un sablazo, Mojarra sigue camino hasta el cobertizo, busca la puerta, la abre de una patada. Ninguno de los cuatro dice una palabra. Casi empujándose unos a otros se precipitan en el interior, donde la débil claridad que se filtra de afuera sólo permite distinguir cinco o seis formas oscuras tendidas en el suelo. Huele a cerrado, sudor, tabaco rancio, ropa húmeda y sucia. Tunc, chas. Tunc, chas. Sistemáticamente, como si estuvieran podando ramas de árbol, los salineros empiezan a dar tajos y hachazos. A los últimos bultos, ya despiertos, les da tiempo a gritar. Uno llega a revolverse con violencia, intentando escapar a gatas hacia la puerta mientras emite un alarido de terror desesperado que suena a protesta. Tunc, tunc, tunc. Chas, chas, chas. Mojarra y sus compañeros se ceban en él, deseando acabar pronto. No saben quién estará cerca. Quién puede haber oído los gritos. Luego salen al exterior, respirando con avidez el aire del viento sucio que les clava agujas de arena. Limpiándose en la ropa húmeda la sangre que les pringa las manos y les salpica la cara."

Arturo Pérez-Reverte
El asedio



"Una hora más tarde, en la rue Vivienne, alzando la vista bajo el ala vuelta del sombrero calañés, Pascual Raposo observa cómo se apaga la luz de las habitaciones de los académicos en el hotel de la Cour de France. Después deja caer el cigarro, lo aplasta con el tacón de la bota y camina despacio, envuelto en su capote, alejándose del lugar. En realidad, la vigilancia personal de hoy no es necesaria; pocas lo son, pues el policía Milot y su red de confidentes mantienen informado a Raposo de cuanto el almirante y el bibliotecario hacen en la ciudad. Pero ocurre que, como en noches anteriores, el antiguo soldado de caballería sabe que aún tardará en dormirse; que pasará horas desvelado por el ardor de estómago, moviéndose sin objeto por la habitación, o fumando asomado a la ventana. Por eso procura retrasar el momento de meterse entre las sábanas hasta que el sueño sea más profundo, y no lo haga llegar al alba en esa duermevela agotadora que también le deja la cabeza confusa, la boca áspera y los ojos inyectados en sangre.
Ni siquiera Henriette Barbou, la hija de los dueños del hotel, es aliciente para templarlo. A estas horas, calcula Raposo, la joven podría haber ido a su habitación, descalza para no hacer ruido, en camisón y con una vela encendida, dispuesta a meterse en la cama con él —ese pensamiento le provoca una violenta e inoportuna erección—. Ya esta misma tarde se produjo un avance sustancioso cuando él la encontró de rodillas en el suelo, fregando el rellano de la escalera con cubo y bayeta, y ella aceptó una breve escaramuza que concluyó con la promesa de culminarla en la primera ocasión. Sin embargo, ni siquiera eso basta ahora para atraer a Raposo. Es demasiado pronto; si no para él —aunque los estragos de la mala vida empiecen a pasar factura, y la fatiga, ya que no el sueño, llegue cada vez más temprano—, sí para su estómago, su inquieta cabeza y los fantasmas que recuerda, o que genera. Así que, sin prisa, Raposo camina hacia donde sabe que su compadre Milot suele acabar cada jornada laboral: en alguno de los cabarets que abundan en torno a Les Halles, el corazón de los mercados de París.
Pasa la una de la madrugada. Por las calles mal iluminadas crece la animación a medida que Raposo se acerca a su destino. A tales horas, cada noche, cuatro o cinco mil campesinos llegan al centro de la ciudad por diferentes caminos, con mulas y carretas, trayendo desde una distancia de varias leguas verdura, legumbres, fruta, pescado, huevos: todo lo que, por la mañana, aprovisionará los mercados que nutren el vientre enorme de la ciudad. Por eso este lugar de la orilla derecha se encuentra más concurrido de noche que de día. Carros y animales obstruyen algunas calles. En la rue de Grenelle, más iluminada que otras, hay varias tabernas abiertas; y en los angostos callejones laterales, sumidos en sombras, se adivinan bultos de mujeres que acechan a los transeúntes llamándolos con chasquidos de lengua."

Arturo Pérez-Reverte
Hombres buenos



"Y es que un libro no es sólo un libro. Es, entre otras cosas, los lugares donde lo leíste, el consuelo que te dio en cada momento, la diversión, la compañía."

Arturo Pérez Reverte


"Yo espero que. cuando me falle la cabeza, sea el propio lector que me ha encumbrado el que me avise de que tengo que dejarlo. No hay nada más triste que un escritor que está muerto y no lo sabe."

Arturo Pérez Reverte


“Yo he visto arder muchas bibliotecas, muchas ciudades bombardeadas, y he visto mundos enteros irse al carajo con apretar un botón. Eso me ha liberado de incertidumbres y me ha dado seguridad. Qué paradoja más grande: una de esas seguridades es que da lo mismo.”

Arturo Pérez-Reverte
entrevista de Tulio Demicheli, ABC, 20/11/2005












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