7
Vi a Dios besando a la muerte
en un café de París
Llevaba una barba de siglos
y un paraguas para espantar la soledad
Era verano
Su sombra se echaba viento
con la oreja de van Gogh
Mario Meléndez
9
Vi a las gordas de Botero en la cama de Dios
La cama era de agua
Llovía a gritos
Dios no estaba esa noche
andaba reconociendo el cadáver de su hijo
Mario Meléndez
21
Vi un ovni cruzar los cielos de Jerusalén
el mismo instante que bajaban mi cuerpo
del Calvario
La tierra oscurecía de presagios
Mi madre rezaba en lengua extraña
Los niños jugaban a crucificarse
Las luces de neón eran palomas ciegas
en un desierto de sal
Alguien arrastraba el cadáver de Judas
Alguien lanzaba monedas desde una nube
a pedales
Los gritos del vendedor de clavos asustaban
al centurión
Pedro escribía su epitafio en una cruz de pan
Mi madre ya no rezaba en lengua extraña
y ahora limpiaba mis llagas con agua bendita
María Magdalena había desaparecido
Se la llevaron los ovnis, me dijo el buen ladrón
a ese cielo te referías
Mario Meléndez
40
Vi a Dios por el espejo retrovisor
mientras salíamos de un túnel transparente
Viajábamos a toda velocidad
vestidos para una fiesta de cenizas
Cada quien llevaba una máscara
y una piedra atada al cuello
para lanzarnos en el primer río
Vagamos toda la noche por un desierto de sal
delirando con la tierra prometida
En el asiento trasero las musas bostezaban
sacaban sus pechos por la ventana
como si fueran restos arqueológicos
Los gatos que olvidamos en la guantera
nos habían predicho el futuro
Ninguno verá el amanecer, confesaron
con una certeza que nos paraba los pelos
En la última gasolinera compramos tabaco
y alimentamos a los gatos antes de abandonarlos
Maullaban a un lado del camino
cuando encendimos motores
La luna era una trenza de ajo
pegada al parabrisas
las estrellas semejaban estacas
que añoraban nuestro corazón
Con los primeros rayos de luz
comenzamos a desaparecer
Razón tenían los gatos, dije
subiendo el volumen de la radio
mientras veía a los Sex Pistols
por el espejo retrovisor
Mario Meléndez
43
Vi el cadáver de Dios
pastando en la eternidad
Mario Meléndez
Confesiones
No estoy, no soy, no pertenezco
vago de lado a lado como un gran gusano negro
Mi corazón tiene sus propios piojos
mi historia es un collage de perros viejos
que no ladran por temor a desaparecer
Mi infancia me persigue con un cuchillo
me persigue con un palo sin golpearme
me persigue con retratos y con flores
que se pegan a mi sombra sofocándola
Será que todavía pienso
que los árboles crecen de noche
que la pluma canta más que el mismo pájaro
y que el pájaro mataría por ser pluma
Será que en mí la vida se deshuesa como un sapo
como un sapo pero no salta
se arrastra
aúlla como un quiltro desgarrado
mientras la muerte le lame las axilas
y las ánimas rasuran el umbral del miedo
La muerte me persigue con su carretilla al hombro
se desviste lentamente para que yo la vea
y me saluda de vez en cuando
dando gritos de vieja ardiente
La muerte tiene cuerda para rato
y yo que conozco sus trucos
yo que conozco su voz
yo que le sé hasta el ladrido
yo que me parezco a ella
como un mellizo fiel y resignado
yo soy la muerte también
y desde ahora soy eterno.
Mario Meléndez
El inconsciente es un manicomio
con vista al mar
Cada pez que sale del agua
trae camisa de fuerza
Mario Meléndez
Oscuréceme vida
Oscuréceme vida
Hazme tan negro como el ojo de una puerta
antes o después de ser cerrada
me da lo mismo
No enciendas la luz
no escojas una ventana para mirarme
no llores sobre una lámpara
sólo cúbreme la vista
con tu piel puedes hacerlo
o con tu vientre
sé que puedes
Me vestiré de mosca los domingos y festivos
escupiré las telarañas
invocaré a los espíritus por su segundo nombre
acabaré sentado en una tumba
enumerando los gusanos y los grillos
me enterraré yo mismo carente de pala o picota
Será el sonido de mis huesos el que abra la tierra
el que suba a los árboles y recorra las cruces
el que cotice los sepulcros
suplicando a cada sombra un módico precio
Oscuréceme vida
No dejes que mis manos se desgranen
que no se encuentren que desaparezcan
No me traiciones
Estoy atado a ti como a las piernas de mi amada
No tengo otro océano o río o estanque
sólo en tus aguas estiro mis redes
me hago lunar entre lunares
Mario Meléndez
Pedagogía inconclusa
El niño le pregunta al padre
si las palabras envejecen
El padre le responde al hijo
que las palabras siguen tan jóvenes
como en el primer día
El niño corre donde el abuelo
para llevarle la buena nueva
Y el viejo abre de golpe
el cajón de las palabras
para que éstas le cuenten el secreto
Mario Meléndez
Recuerdos del futuro
Mi hermana me despertó muy temprano
esa mañana y me dijo
"Levántate, tienes que venir a ver esto
el mar se ha llenado de estrellas"
Maravillado por aquella revelación
me vestí apresuradamente y pensé
"Si el mar se ha llenado de estrellas
yo debo tomar el primer avión
y recoger todos los peces del cielo"
Mario Meléndez
No hay comentarios:
Publicar un comentario