Matei Vișniec

Aún quedan cinco, seis segundos 

Como ella se comió mis entrañas
yo también quise comerme las suyas
por eso le dije, quiero verte desnuda, ponte delante de mí
los zapatos al suelo, el velo de novia al suelo 

sin zapatos y sin velo ella se hizo
incandescente, mis ansias de venganza se disiparon
de golpe
en un segundo volví a ser yo mismo
cobarde, pequeño, impotente, camaleónico 

olvidé de golpe todas las humillaciones del pasado
olvidé de golpe los veinte años de compromiso
todas sus maniobras de mojigata
nuestro refugio de amantes,
las ausencias dolorosas,
las cartas que nunca llegaron 

venga, que no es para tanto, le dije
aún quedan cinco, seis segundos para que
acabe el poema
venga, dame un beso

Matei Vișniec



Cada noche, ella 

Cada noche, ella
tras verme feliz, consumido, rendido
dormido como un tronco en el séptimo cielo
huye a casa de sus amantes 

feliz, consumido, rendido como estoy
dormido como un tronco en el séptimo cielo como estoy
noto cómo se desliza fuera de mi corazón
cómo retira con delicadeza
los dedos
de entre mis dedos entrelazados con sus dedos
cómo se va de mi lado dejándome como única ropa
de cama
sus alas protectoras

feliz, consumido, rendido
dormido como un tronco en el séptimo cielo como estoy
noto cómo flota por la habitación
noto cómo abre el armario cómo se pone
una falda corta para sus amantes, cómo se perfuma
con un perfume suave para sus amantes 

al salir la puerta suspira
el umbral se encoge bajo sus pasos
desnudos
atravesar el jardín le toma una eternidad
porque a su paso
aparta la hierba
brizna por brizna 

y así sale ella noche tras noche
y se dirige a casa de sus amantes
ni el gato maulla ni el perro ladra 

sólo un búho abre los ojos una sola vez
lo entiende todo y se vuelve a dormir

Matei Vișniec




Conversaciones con el perro de la ciudad 

Por las calles de la ciudad el perro de la ciudad
me ladra ligeramente
por qué me ladras, le pregunto
estoy solo, contesta
y me invade el miedo 

vámonos de cervezas
le propongo
él se ríe, ¿estás loco?
¿qué va a decir la ciudad si te vas de cervezas
con el perro de la ciudad?

encolerizado, estallo: me importa un bledo
para que te enteres, me importa un bledo tu ciudad
la detesto, la odio, por mí que explote

por qué me gritas, me pregunta
el perro de la ciudad, a punto de llorar
¿por qué me gritas de ese modo? 

estoy solo, le digo
y me invade el miedo

Matei Vișniec




"Cuando comencé a escribir, empecé con poesía, porque precisamente había descubierto el poder de la palabra, muy pronto creo, con diez u once años. Deseaba tanto leer cuentos y más cuentos, después novelas, poemas… La poesía me fascinó. Y muy pronto empecé a escribir porque la palabra era para mí como la materia que me permitía construir universos. Con el texto, con las palabras, con mis poemas podía construir mundos en los que yo era el rey. Podía evadirme con la poesía. También podía, por supuesto, transmitir cosas secretas, emocionar, impresionar. La palabra se convirtió muy pronto para mí en el instrumento principal de mi vida y enseguida supe que sería escritor. Me fascinaban los escritores, los escritores vivos que veía en esa época en Rumanía pero también las biografías de escritores que leía para ver a qué edad habían comenzado a escribir, en qué momento empezaron a tener éxito… Mucho tiempo estuve marcado por ejemplo por un escritor francés, Raymond Radiguet, que murió a la edad de veinte años, que había escrito dos novelas y que, sin embargo, es célebre. Así que yo también soñaba con morir con veinte años pero escribir dos o tres novelas entre los dieciséis y los veinte años. Viví esta fascinación por la literatura en cierto modo como Don Quijote, porque precisamente con mi amigo Evelio [Evelio Miñano, Catedrático de Filología francesa, Facultad de Filología, Valencia] he hecho un recorrido tras el rastro de Don Quijote. Sí, la literatura ha sido para mí, indudablemente, la verdadera vida. Es en la literatura donde yo sentía realmente que estaba vivo, el resto eran obligaciones. Y más tarde me di cuenta muy rápido de que los géneros en la literatura eran como mis hijos: amaba la poesía, amaba las piezas breves, los cuentos, los ensayos, las novelas, el teatro… probé todo. Nunca en mi vida he sido actor ni director de teatro, y sin embargo he escrito poemas, novelas, piezas breves, cuentos, y por supuesto, obras de teatro. Quizás entre todo yo prefería el teatro porque era lo que me ayudaba a abrirme más hacia los demás. En el teatro eres el primero en lanzar una aventura extremadamente interesante, el espectáculo de teatro comienza con el autor, es la fundación de algo en lo que después viene el director con su visión, los actores con su cuerpo, su imaginación, su expresividad; después llega el escenógrafo con su punto de vista y su maquinaria escénica, más tarde el que hace la música y el iluminador, y después, el público. Por ello el teatro como hecho colectivo me ha fascinado desde siempre porque aunque yo tenía un espacio pequeño era yo el que iniciaba el milagro. Y todavía hoy cuando veo una obra mía bien montada y veo que el público se emociona me digo “soy autor pero también creador del milagro”. El milagro es el encuentro, encuentro entre los artistas y el público alrededor de una idea, de un tema, de una emoción, de una forma de enfrentarse al mundo, alrededor de un deseo de tambalear el mundo, y eso siempre me ha gustado, ese intento de impactar al mundo tal y como lo conocemos a través de las emociones emanadas de un texto o de una obra de teatro. Así que yo soy el detonante de un diálogo más interesante y sutil que el de todos los días. Para mí el teatro es casi el último reducto social que queda donde poder relacionarse de forma directa porque hoy en día, rodeados de tantas pantallas como estamos, es extraordinario poder reunirse alrededor de una emoción, y eso es el teatro."

Matei Vișniec




"He escrito muchos textos sobre el lavado de cerebro. Yo había estudiado la manera en la que el lavado de cerebro operaba en el régimen totalitario en Rumanía, descubrí que existen otras formas de lavado de cerebro en otras sociedades y me di cuenta de que las formas más sutiles y disimuladas se producen en las sociedades democráticas, capitalistas, liberales, porque en Rumanía por ejemplo el lavado de cerebro se ejercía de una forma muy brutal, muy violenta, grotesca, el mal era visible y era fácil identificarlo y denunciarlo, el mal era encarnado por el poder, por la ideología, por el presidente y su esposa, por el aparato político, por la policía política, así el mal era casi una caricatura, era fácil identificarlo. Sin embargo, en las sociedades democráticas el lavado de cerebro es encarnado por la publicidad, por la televisión, por la información que se convierte en espectáculo y “olvida” informar, transformándonos a todos en espectadores pasivos delante del telediario. El lavado de cerebro se ejerce así por instrumentos de comunicación que son cada vez más sofisticados y que, sin embargo, nos hacen cada vez más “autistas”. Así que el lavado de cerebro es tan sofisticado en las grandes sociedades libres y democráticas que, para mí, es muy difícil denunciar el mal en Francia, en España, en Estados Unidos o en estas sociedades que preconizan la libertad absoluta pero que, a la vez, construyen hombres sumisos y dominados por el consumo. Por ejemplo, hoy Donald Trump es un personaje fácil de denunciar y criticar, es tan grotesco que me recuerda a los presidentes de países comunistas antes de la caída del comunismo, eran todos así, Brézhnev [Leonid Ilich Brézhnev] u otros en otros países, encarnan el mal fácil de denunciar. Sin embargo es más difícil de denunciar, por ejemplo, al sistema financiero, al director de un banco que permanece en la sombra, a los que toman las decisiones en las grandes corporaciones, a los emperadores de imperios mediáticos e informáticos, qué sé yo, supranacionales. Los imperios de hoy son transfronterizos, ya no tienen fronteras, son mucho más difíciles de denunciar. Por eso considero que siempre estamos ante el mismo tema, el lavado de cerebros, pero siendo mucho más difícil hoy que entonces. Escribo obras donde analizo la forma en que el hombre es globalizado, mundializado, uniformizado, transformado en un dócil consumidor, y a la vez transformado en un consumidor de placer. Esto se ve incluso en las reformas que se están haciendo en la educación: queremos enseñar desde el lado lúdico, “si no hay placer no es bueno”. Así que de eso se trata, observo, escribo, no tengo la solución, pero al menos estoy lúcido e intento ser crítico."

Matei Vișniec



La nave

La nave se hundía poco a poco decíamos
y qué más da si se hunde la nave y decíamos
toda nave se hunde un día
y nos dábamos la mano
a modo de despedida 

pero la nave se hundía tan lentamente
que tras diez días, quienes nos habíamos
dado la mano volvíamos a mirarnos
avergonzados y decíamos no pasa nada
la nave se hundirá
tarde o temprano 

pero la nave se hundía tan lentamente
que tras un año aún sentíamos vergüenza
nosotros que nos dimos la mano
y cada día salíamos uno por uno
medíamos el agua hmm no queda mucho
para que se hunda se hunde lenta
pero inexorablemente
pero la nave se hundía tan lentamente
que tras una vida entera
aún salíamos uno por uno y mirábamos
al cielo y medíamos el agua y apretábamos los dientes
y decíamos esto no es una nave, no
es una…
es una…

Matei Vișniec












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