Pablo Piceno

el castellano es una lengua errante
erró de un reino a otro
sobrevivió a la dominación mozárabe
ochocientos años aunque setecientos de ellos
se estuvo gestando lo cual es más grave
fue traído en barcos apestados y pegado a lenguas andaluzas
que se resistían una por una a remedarla
fue violentado en las aduanas de todo el mundo conocido
y aún más en el que apenas se estaba por conocer
donde el castellano no era suficiente y a la vez no existía
se repitió mecánicamente en la cabeza de los indios aun antes
de que estos fueran declarados seres animados y todavía se repite
fue cincelado en sus iglesias torreones que caían rezando
el padrenuestro en latín fagocitados
fue inoculado en las espaldas del esclavo indio un látigo por sílaba
así nació el dolor que nos parió la lengua así incluso el alma del bienamado
se convirtió en la colonia más cruel ya no cupo una palabra más
no supo a dónde migraría la lengua la deidad eterna
así se tuvo el castellano por señor se quiso ciudadanizar en la garganta
o entre las piernas de una wixárika enana
a la larga faltaron palabras por clavarse
la sangre no acababa nunca el castellano de llagar

Pablo Piceno
La Castellane errante



porque soy demasiado joven
y no sé llegar al fondo de las cosas
solo a tientas por la escalera sin luz
como un santo que entre lágrimas escucha
el reposo venerado por la voz de un mullah ronco
que se yergue / Dios en pie
o minarete cuya cima cimbra el cielo

o porque todo me parece ser muy poco
y no soy capaz de ver en qué mal sueño
lejanísimo como cartografía borrada
amparado sobre qué ley de qué templo
ante cuánta carne expuesta de qué río

lúcido vagón de amor
para que este país demuestre su inocencia
para que se reduzca la sentencia de Ismael hijo bastardo
para que el llano como el llanto del desierto
violentado hasta desvientrar su sol
se levante germinal como un huerto regado
recordando la primera noche / la promesa
que puso de pie a Agar

condúceme vagón de amor
a la estación en que no fue ya nuestra piel un viento sólido
en que debimos cantar para un oído sordo
y su Dios les reveló matar al nuestro
y hubo un Dios que era suyo
y hubo un ellos que no somos

sea donde haya comenzado
quien haya dado la muerte primera
negado la paz o revocado
quien se masturbó sobre su vientre seco
sea su carne entera para las bestias
su columna despedacen contra el piso
para ver si el mundo es redondo o plano

pero que su nombre no desaparezca nunca
o que se borre pero nadie olvide
o que se olvide y no haya ya muerte primera
y se reescriba así el orden de la historia:

aquí moramos todos
y aquí moriremos juntos.

Pablo Piceno
La Castellane errante





Postales contra un campo inanimado
[Fragmento] 

aquí­ está el reino de lo impensable
al que no podí­as acceder
pero ahora puedes 

la fantasí­a que el mundo real supera / el espectáculo hiperproletarizado
no fueron los aviones derribando las dos torres
como pensó baudrillard
el pobre iluso

                              ¿alguna vez soñaste
                              con un enjambre de moléculas sagradas
                              agolpadas contra el vací­o espacial
                              resucitándolo? 

                              ¿o ahogarte en el mar profundo
                              y de súbito ser expulsado
                              por el mismí­simo vesubio
                              hasta el manto desbordante
                              de la esfera celestial? 

deja ya a fassbender en calzoncillos
a kardashian con sus enormes nalgas
a cara delevingne / michelle rodrí­guez en la playa 

el velo que se rasga
es la espalda de jérôme boateng 
ante el dios encarnado
messi, el mesí­as
que dibuja en su camp nou
la obra de arte primisecular mayor
de lo que en otro tiempo
el homo viator irí­a a buscar
años sin tregua en la tierra santa
lo que canta el ramayana entero
lo que el ciego homero vio
y nombró la guerra
la promesa escritural
del final dí­a sin ocaso. 

                              quien lo vio da testimonio de ello
                              y jura que su testimonio es válido.

Pablo Piceno













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