Robert Max Steenkist

De noches compartidas 

El celador de mi edificio tiene los ojos vagos.
Da las gracias aún no habiendo recibido nada
y también cuando resiste un regaño inmerecido. 

Tarde llego siempre
y él se levanta
como desprendiéndose de una ruana gris
de tanto insomnio a solas. 

A veces me tiende un recibo amenazante
en vez de ese cheque que tanto espero
pero nunca nos cruzamos
más que un saludo masticado;
él, una venia cansada.
Yo, una sonrisa que no brilla. 

Le diré que a veces duermo por él,
que no hablemos de los retrasos
con los que se perfuman mis vecinos,
que me hable
de lo blanca que es su noche.

Robert Max Steenkist



Divorcio del astrónomo

                                                            Para JRMG 

Soñé,
te conté un dí­a, el polvo de nuestras manos,
con un marino que perdí­a las estrellas
a causa de la ceguera
y que,
ya viejo y loco,
inventaba constelaciones para su noche eterna. 

El brillo de las estrellas
es una noticia tardí­a, me dijiste,
esa luz que vemos no es sino un naví­o
de jaulas doradas
que guardan especies muertas. 

La luz que vemos son estrellas muertas. 

En su viaje silencioso a través de la nada
la luz se vuelve mentirosa
pues no se entera de que su puerto se ha extinguido,
hundido en las corrientes del infinito. 

Las estrellas no merecen nombres,
convenimos al despedirnos para siempre.
Nos han mentido.

La explosión de su origen
y el pálido reflejo
que titila en nuestras noches
es un malabarismo del espacio,
un engaño de milenios. 

Todas han de extinguirse de repente.
Vencerán la distancia que le sacó nuestra ilusión
y dejarán en claro 

nuestra falta de bendiciones.

Robert Max Steenkist



Mare nostrum 

Las olas son azules suicidas
de espuma
incesantes. 

Arrastran en sus ombligos de segundos
Galaxias
nombres de capitanes extraviados
lamentos de corales. 

Yo no las puedo bendecir,
es demasiado pronto el ciclo doloroso
de sus rumores
pero les agradezco el brillo que traen
y que arrastran como una lengua larga
hasta mis pies,
como si fuera un mensaje
de alguna comarca submarina. 

Así­ quiero que mueran las olas:
Que revienten el pecho de muchos caballos de agua.

Robert Max Steenkist



“Presente que se acumula” 

Cada sol
ha sido
una gota de tus ojos

Robert Max Steenkist




Venganza 

El árbol
esconde
las ramas
una vez el niño
logra escalarlo 

para profanar sus nidos.

Robert Max Steenkist
















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