Rodolfo Ramí­rez Soto

El caminante 

Tengo el paso que doy y la esperanza del próximo. Lo demás es viento contra el
cuerpo. Me distraigo peleando con lo invisible
                                                                                 y perdiendo.

Rodolfo Ramí­rez Soto





El conserje

Velo la entrada donde resuena el desgano. De la puerta entreabierta aprendo el
monólogo de las bisagras. Barro fantasmas del zaguán, de la escalera barro el
recuerdo. En un llavero cargo todas las palabras.
                                                                                      Nadie viene a escucharlas.

 Rodolfo Ramí­rez Soto


 

El día es la botella vacía
(la botella llena es lo más parecido a la esperanza)
La vida es una mesa llena de días desocupados… derrotados
observada a la distancia por animales ebrios de destino. 

El mundo es una taberna que no abre los domingos.

 Rodolfo Ramí­rez Soto


 

El jardinero 

Cuido el terreno en el que los refugios se marchitan. Armo manojos de esquejes
petrificados. Soy el responsable del tintineo de la vida pasando. En jarrones reúno
el recuerdo
                    y me siento a escucharlo.

Rodolfo Ramí­rez Soto




Quisimos ser más que esta época de huesos
más que este ocaso de sombras desplazadas de sus cuerpos.
Quisimos hacer lo útil, decir lo justo, mirar lo bello.
Ni a semilla alcanzó nuestro mejor intento. 

Todas las ganas se nos volvieron canto de moscas sobre los brazos muertos.

Rodolfo Ramí­rez Soto














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