José María Micó

BREVE HISTORIA DE ESPAÑA

Cuando hay que descubrir un Nuevo Mundo / o hay que domar al moro, / o hay que medir el cinturón de oro / del Ecuador, o alzar sobre el profundo / espanto del error negro que pesa / sobre la Cristiandad, el pensamiento / que es amor en Teresa / y es claridad en Trento, / cuando hay que consumar la maravilla / de alguna nueva hazaña, / los ángeles que están junto a su Silla, / miran a Dios... y piensan en España.

(José María Pemán)

Tengo en casa el Poema
de la Bestia y el Ángel,
envidia de bibliófilos:
«Zaragoza, Ediciones Jerarquía,
abril mil novecientos treinta y ocho,
Segundo Año Triunfal».
Cierta dedicatoria
del poeta a un amigo
seguramente médico
hace más raro mi ejemplar.
En la primera página, el obrero
de las Industrias Gráficas Uriarte
dispuso sabiamente,
sobre papel de precio,
unas letras doradas:
«Franco, Calvo Sotelo, José Antonio,
Sanjurjo, Mola».
Aún resulta hermoso
el brillo de esos nombres.

Con su fulgor se enciende
el recuerdo y me lleva
a los mismos parajes,
al campo sin cuidar de Pina de Ebro,
abril mil novecientos treinta y ocho:
allí un moro domado
por algún ángel español de aquellos
que miraban a Dios
segó con tiro de fusil cristiano,
no con fiera y hereje cimitarra,
los días del soldado
Francisco Gómez Cuéllar,
muerto a los treinta años
con tiempo suficiente
para mantener vivo mi linaje.

José María Micó




"El tiempo y la muerte han sido siempre mis temas, que en realidad se reducen a uno solo, porque, como digo en uno de mis Fósiles: «Si el tiempo existe, / no es necesario que la muerte acuda». Yo, como algunos filósofos clásicos, hubiera preferido no nacer, pero no lo digo desde una visión misántropa porque considere que el mundo es una calamidad, que lo es, sino porque considero que la vida es un maravilloso regalo envenenado. El deseo de vivir y el deseo de morir son contingentes e irrefutables, están en nuestra conciencia y pueden tener consecuencias en nuestro comportamiento, pero el deseo de nacer es una aporía. Venimos de la nada y hacia ella vamos, y yo, que soy hombre de poca fe y de alguna voluntad, creo solo en el posible eco póstumo de las cosas, buenas o malas, que hayamos hecho en vida, aunque sería ingenuo confundir ese eco con la eternidad. Hace tres años, en los primeros días de un confinamiento más largo que el actual y que yo cumplía para trabajar en Dante, mi padre murió, y en las cuatro semanas de agosto que siguieron a su muerte traduje varios cantos del Paraíso. Fue uno de los períodos más extraños y febriles de mi vida. Mi padre nunca leyó la Comedia, pero sin saberlo me ayudó a traducir los versos más inspirados y espirituales de la última cántica. Esta cadena de nacimientos contingentes que llamamos familia, o humanidad, es el verdadero misterio. De eso habla ‘Generación’, que, como has visto muy bien, abre y cierra mis Primeras voluntades."

José María Micó




EMBLEMA

Imaginad un cuadro.
Figuraos que ahora,
con mano lenta y con pincel tirante,
puso en él una nube y un jardín,
un encañado, un sol, una ventana
y unos lejos brumosos mal cubiertos
por un escorzo, de mujer sin duda.
Admitiréis que un lecho renegrido
parece necesario,
que la mujer está mirando el tiempo,
que alguien que no se ve la está mirando,
que encima de una mesa convalecen
unas prendas recién aborrecidas.
Tras el cristal, la rosa se contiene.

El hombre que no veis suda y descansa.
No hace mucho tenía
el cuerpo sobre el lecho,
la mano en la mujer, la boca en vilo
y envilecida al cabo de las horas.
Dejó en la mesa la razón y expuso
los trajinados hombros al esfuerzo,
sin más paisaje que la compañía.
Ahora descansa y suda,
tiene la mano en la pared y mira
con familiaridad la ociosa espalda,
el lecho, la ventana, el sol, el tiempo,
la nube, el encañado... Ahora, siente
que en jardín la rosa se confía.

José María Micó




En el pueblo,
casas, hombres y mulas
presienten en silencio la crecida del día.
sobre la mesa humilde,
sin vino aún, la luz está dispuesta
y oficia con verdad el rito de las cosas.
La alcoba calla y el zaguán se inquieta.
La ubre prodigiosa humea en el corral.
El mundo, rebosante de azucaradas sombras,
da reparo a los cuerpos que vienen de yacer.
Y alguien junta las manos para encerrar un cuenco
o un pedazo de pan.

José María Micó




"Hasta el siglo XIX, la poesía tenía muchas funciones y valía para casi todo; era un marco universal del que pendían los demás géneros: el teatro, la novela y aun el ensayo. Después, el espacio poético se ha ido restringiendo hasta quedar reducido al lirismo sentimental o a la repetitiva decantación del yo. La poesía ha padecido siempre, desde los orígenes de nuestra cultura literaria, la infección de las modas sociales, de las disputas teóricas y de los pontificados críticos, una especie de fiebre alterna que va dando bandazos entre el trobar leu y el trobar clus, entre conceptistas y culteranos, clásicos y románticos, comunicación y conocimiento, experiencia y silencio. Ahora vuelve a imponerse, al menos comercialmente, una nueva cursilería de sentimientos banales y trivialidades expresivas, acorde con un público amplio que se cuantifica en el populoso cajón de sastre de las redes sociales y, por tanto, con una parte pequeña pero significativa de seguidores que son potenciales compradores de libros. Es una nueva moda alentada por la industria cultural, y en otros géneros eso ha pasado toda la vida. Pero hay alternativa, más allá de la resignación. Se trata de escribir buenos poemas, sean del tipo que sean, y añoro los tiempos en que el humor era uno de los muchos ámbitos posibles de la expresión poética. Si algo he aprendido en mis años de profesor es que los buenos poetas, por más diferentes que sean, que lo son, acaban siendo complementarios: Góngora no excluye a Quevedo, ni Lorca a Cernuda, ni Ángel González a José Ángel Valente. En todos ellos hay algo que nos conviene aprender."

José María Micó



FÓSILES
 
1
La memoria
es la limosna que el desposeído
se da a sí mismo.

2
El olor del jazmín es casi tacto.

3
En cada hijo se renueva el rito
de la extinción.

4
Todo el que vive
toma su duración como victoria.

5
Si el tiempo existe,
no es necesario que la muerte acuda.

6
Erguidos en el fondo del paisaje,
los árboles ofrecen
una falsa impresión de permanencia.

7
Toda estancia es un tránsito.
Todo viaje se convierte en fuga.
Toda fuga es un fin que no se alcanza.

José María Micó




Hubo un tiempo en que tuve
la mitad de la mitad de mis años de ahora.
A veces, si me esfuerzo,
puedo escuchar los ecos de aquellos días,
puedo sentir que el sueño se deslíe
y que una mano espesa el chocolate.
Después me bebo su color de cuerva
con avidez de niño.

José María Micó




"Ni la perfección ni la monstruosidad me parecen interesantes, porque nos inspiran una admiración aséptica o una curiosidad aberrante; me parecen mucho más bellas y turbadoras la singularidad y la imperfección, que reflejan mejor lo que somos, un esplendor que decae, y lo que tenemos, unos bienes fugaces. Casi todos mis poemas, serios o jocosos, hablan en el fondo de eso."

José María Micó




"Un poema y una canción son cosas distintas y no las confundo; simplemente las junto, intentando respetar las leyes de cada género. En la música suele usarse el término fusión, aunque yo prefiero hablar de intersección: me dedico a buscar puntos de encuentro entre las cosas que siempre me han gustado, y el resultado son poemas, canciones o traducciones. Solamente tres de mis textos poéticos tenían relación expresa con la canción: ‘Blanca y azul’, un poema que escribí con la esperanza de que alguien lo cantase, pero nadie lo hizo; ‘Glosa para tango’, un homenaje al género, y ‘Samba triste’, un texto extraño que remeda las frases melódicas del saxofón de Stan Getz. Ahora, en cambio, tengo la ilusión de poner música a un número significativo de mis poemas, y a día de hoy son más de una veintena. Para mí es otro desafío, porque nunca sé previamente qué música se me va a ocurrir, y supongo que se me aceptará que, si soy yo mismo quien les pone música a mis poemas, no será con la intención de trivializarlos, sino para cortarles un traje a medida que les pueda sentar bien. En estos dos meses de confinamiento, por ejemplo, he compuesto tres nuevas canciones a partir de poemas incluidos en Primeras voluntades: dos de ellos (‘Sucesiones’ y ‘Reunión de amigos’) tienen un léxico sencillo y una disposición estrófica que permite crear una estructura relativamente convencional, pero el tercero, ‘Caleidoscopio’, es un poema complejo, metafísico y poco cantabile para el que, con algo más de trabajo, también he compuesto una melodía. Y en el disco Mapa de sombras cotidianas se incluyen tres textos, ‘Muchacha vieja’, ‘Ver a Marta nadar’ y ‘Silbo sin aire’ (este con música de Marcelo Mercadante) que parecían imposibles de musicar, pero ya son canciones. Sin embargo, nada de esto tendría interés ni valor si no fuese porque dispongo de un arma secreta: la capacidad artística de Marta como cantante."

José María Micó




"Yo no sé si me pongo o me quito la máscara al escribir y al subirme al escenario, y aunque hablar desde la tarima de profesor también tiene algo de teatral, es un hábito que tengo controlado; en cambio, nunca he tocado peor la guitarra que el día que Joan Manuel Serrat acudió a presenciar uno de nuestros primeros conciertos. Un poema se lee en unos minutos y una novela en unas horas o unos días, y ambos nos ofrecen el único consuelo posible: el rito de lo efímero en una sensación de tiempo abolido. Por eso para mí la literatura no es una labor intelectual, sino una actividad artística, afín a las artes plásticas y a la composición o a la interpretación musical, con las que comparte la intención de causar un efecto: hacernos mejores, o al menos instantáneamente felices."

José María Micó












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