Nicolás Casariego

"Aquellos a los que no les gusta el fútbol terminan estando hartos de que éste se cuele en todos los telediarios, en las comidas, en las reuniones familiares. Eso es algo que produce rechazo y de ahí viene que tantas veces se haya señalado como el opio del pueblo y que es como para idiotas… Se entiende. Pero, por otro lado, el fútbol te proporciona unas emociones increíbles, propias de este deporte y de muy pocas otras actividades. Estas emociones son en alto grado incomparables para aquellos a los que nos gusta."

Nicolás Casariego



"Cuando conocí a mi madre yo tenía treinta años y ella veinticinco.
Primero fuimos a una fabulosa heladería. Llegamos en su coche amarillo, uno de esos nuevos que anuncian por televisión: se ve el automóvil corriendo a toda mecha por una carretera estrecha rodeada de verde; suena una música preciosa de piano, empieza a llover a cántaros, a granizar, caen rayos, el asfalto se moja y está resbaladizo, pero el coche sigue navegando igual de rápido y seguro; incluso esquiva con facilidad una piedra enorme que está plantada en medio de la calzada, amenazadora; el anuncio me gusta mucho, aunque hace tiempo que no lo ponen. Mi madre tiene buen gusto para los automóviles.
La heladería era muy grande, de colores, llena de luces y de señoritas de uniforme blanco y con un gorrito azul, muy graciosas. A mi madre la conocían, era cliente habitual, según me dijo. La llamaban Inés, no sé por qué. Ella se llama Isabel. Cuando se lo hice notar me sonrió y cambió de tema.
Aparte de los helados, que eran inmensos (había uno de cinco bolas de distintos sabores y cubierto de nata), también podías tomar perritos y hamburguesas. Se me hacía la boca agua, pero como el Sr. Director me había ordenado que no llamase la atención ni pidiese demasiadas cosas, me callé. Ella, que es listísima, se dio cuenta, y me invitó a un perrito con dos salchichas y a una hamburguesa especial. Le comenté que era mucho más rico que la comida de la residencia, y ella soltó una carcajada que hizo que todos se quedaran mirándola, y yo me asusté un poco, pero a ella no le importó lo más mínimo. Mi madre es muy valiente, siempre se está riendo por todo. Yo me río poco, todo lo más sonrío veladamente, porque a los vigilantes no les gustan las risitas: se creen que nos reímos de ellos y nos sacuden un poco.
Mientras comía, esforzándome para que no me cayesen churretones de kétchup en la camisa (no lo logré), ella me preguntó qué me parecía el plan de la tarde: la heladería, el paseo que íbamos a dar, el cine al que me iba a invitar. Yo me quedé callado, madurando la respuesta, que es lo que dice el Sr. Director que hay que hacer. Ella me repitió la pregunta, impaciente, y yo le respondí con aquella frase de una película de vaqueros muy buena, en la que el bueno le contesta al malo cuando ve que está rodeado de bandidos (le han tendido una celada): «Ya nada me impresiona». Quería impresionarla, pero ella se apenó un poco y me rogó que acabara rápido, que íbamos a llegar tarde al cine. Yo me sentí fatal y me empecé a agobiar. Ella pagó y salimos. En la puerta, que daba a un parque situado al otro lado de la calle, un parque lleno de árboles, verdes algunos, con flores blancas otros, le dije que sentía mucho mi comentario anterior, que yo era un simple y un desconsiderado, que el plan era estupendo y que todo allí fuera era sorprendente. Ella recuperó la sonrisa, y por un instante que no olvidaré jamás, me cogió con suavidad la mano, y yo me puse rojo porque sentí algo muy raro que me recorrió el cuerpo, pero ella la retiró, avergonzada. Seguro que estaba avergonzada de mí, porque tengo las manos permanentemente sudadas y calientes. Según el médico de la residencia es un problema de circulación y no tiene mayor importancia. Asegura que tengo otros más graves. Cuando me dice eso, sonríe de lado con media boca, y me pone de los nervios, me dan ganas de tirarle por la ventana, pero me contengo."

Nicolás Casariego
La noche de las doscientas estrellas



"El fútbol, en temas sociales, va siempre un paso por detrás, avanza a trompicones."

Nicolás Casariego



"El fútbol puede ser relacionado con cualquier hecho de la vida, pues participa de una enorme popularidad que proviene de su esencia: el espectáculo y la incertidumbre. Cualquier libro, sea o no sea de fútbol, se nutre de esos elementos."

Nicolás Casariego



"El fútbol va de la mano de la evolución de la sociedad. En otro tiempo se jugaba sobre campos embarrados, sobre los que los futbolistas se daban patadas tremendas, con un tipo de juego diferente al de hoy. La sociedad ha ido evolucionando, y eso se refleja en los campos, en el tipo de juego… Lo curioso, y a mí me apena, es que de aquellos campos y de aquel juego sobre superficies tan impropias, haya tan pocos elementos gráficos que nos explicaran hasta qué punto ha cambiado la sociedad con respecto al fútbol."

Nicolás Casariego



"El Rayo es una respuesta de la evolución de Vallecas, de ese barrio que se podría parecer a otros de Madrid que también experimentaron un aluvión con el crecimiento de la inmigración en los años 50. A diferencia de otros barrios, en el caso del vallecano, fenómenos como el asociacionismo o la implicación que tuvo la Iglesia roja hicieron que el componente social fuese más fuerte que en otros sitios. Eso hizo que el barrio tomara una identidad muy grande. Tiene su propio gentilicio, la gente te dirá que es vallecana y no madrileña. Esa identidad tan potente del barrio se ha traspasado al club, y eso hace que haya una especie de simbiosis entre el equipo y sus habitantes que en España es muy raro, y más dentro de una ciudad grande."

Nicolás Casariego



"En el fondo la modestia no está de moda hoy en día. Ni en el fútbol ni en nada. Las celebraciones que incluyen la humillación del otro están también a la orden del día. Por desgracia, eso significa que no sabes ganar. Y en la vida hay que saber ganar y perder. Pero, ahora mismo, en nuestra sociedad, parece que no se saben hacer ninguna de las dos cosas."

Nicolás Casariego



"En la escritura es más importante el cómo que el tema, y entonces creo que todo marida bien con todo, también el fútbol y la literatura. Aun así, lo cierto es que sigue habiendo bastante prejuicio con el fútbol desde el mundo de la cultura, es algo que todavía se mantiene. Pero, por otro lado, ha habido muchas incorporaciones de periodistas o escritores que miran el fútbol de otra manera y que publican sobre ello."

Nicolás Casariego


"Entre los aficionados, de unos y otros equipos, hay una variedad enorme, no todos son iguales. Yo vivo los partidos con mucha intensidad. Me interesaba reflejar esa actitud en los aficionados, y me di cuenta de que todos tienen una historia detrás, una identidad. Sientes rechazo, como en mi caso, a los que parecen más radicales, que tienden a mostrar desinterés por el fútbol mismo para preocuparse más de sus propias reacciones ante lo que se ve sobre el verde. Pero hay otros aficionados con los que te lo pasas fenomenal porque coincides con ellos en lo fundamental: que eres futbolero."

Nicolás Casariego


"Lo cierto es que sigue habiendo bastante prejuicio con el fútbol desde el mundo de la cultura, es algo que todavía se mantiene."

Nicolás Casariego











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