La Tercera Guerra Mundial ya está aquí



Todos los valores, todas las percepciones, todos los comportamientos y procesos están siendo invertidos, hasta el extremo de que el esclavo vive cómodo en su estado de esclavitud.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 12
 
 
Estamos en estado de guerra. Pero no todo el mundo lo sabe, porque la esencia de esta nueva modalidad bélica consiste en que el atacado no se percate de las violentas agresiones que recibe. Pero, aún más, la inteligencia del invasor-estratega es tal que ha logrado que muchos acepten e incluso deseen que se consuma la conquista. Puede sonar extraño y paradójico. Y lo es. Ocurre así porque una de las principales características de esta guerra que sufrimos desde hace décadas es el concepto de «inversión». Todos los valores, todas las percepciones, todos los comportamientos y procesos están siendo invertidos, hasta el extremo de que el esclavo vive cómodo en su estado de esclavitud.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 12
 
 
El principal objetivo de los nuevos déspotas es que no seas consciente de que te están haciendo la guerra.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 13
 
 
Vuelve una nueva época de tiranía, como la que vivimos en Europa e Hispanoamérica en el siglo XX. Para triunfar en esta colonización imperial, las armas de guerra han cambiado. El principal objetivo de los nuevos déspotas es que no seas consciente de que te están haciendo la guerra. El endeudamiento, el miedo, las mentiras, la ignorancia, la propaganda, la desinformación, los gobernantes títeres de poderes oscuros, la ruina, el paro, las crisis, el estrés emocional, el cierre de empresas, los suicidios, la desmoralización, la «táctica de la pandemia», el genocidio, las armas biológicas, el abuso policial, el psicoescenario, la muerte, el Gran Reinicio… ¡BIENVENIDOS A LA TERCERA GUERRA MUNDIAL!
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 13
 
 
La Tercera Guerra Mundial es un plan completo y total para someterte sin disparar una sola bala de metralla. Y el campo de batalla en el que se desarrolla el combate principal se encuentra en tu mente y en tu alma. ¡Buen combate a todos!
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 15
 
 
Nos han acostumbrado a que el televisor y la pantalla del móvil sean las ventanas por las que nos asomamos al mundo,
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 19
 
 
Las medidas y los protocolos adoptados tras la aparición de la COVID-19 no han sido diseñados para curar, sino para matar a la población, especialmente a los ancianos. Al aislarlos de sus familias les han extirpado la ilusión de vivir. Una acción que en términos bélicos se llama «hundir la moral del enemigo». Después les inocularon las vacunas aprobadas en situación «de emergencia», sin pasar por el período apropiado de testeo e investigación, usándolos como conejillos de indias. Estas vacunas provocaron «brotes» de contagios en residencias. Y más muertes. Pero los laboratorios exigieron inmunidad por contrato, para así quedar exentos de responsabilidad ante posibles efectos secundarios, amparándose en que la urgencia no les permitía testarlas adecuadamente. ¿Quiénes necesitaban las vacunas para salir de este laberinto? Los que lo habían construido. Intervenciones médicas que han sido muy beneficiosas para animales y humanos en el pasado ahora son utilizadas como armas letales que generan un gran negocio a los verdugos.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 20
 
 
Hoy, como ayer, hay personas inconscientes, personas que, como aquellas damas y caballeros parisinos, ignoran que estamos en plena guerra, ya sea porque no estaban en el frente, ya sea porque, como sucede actualmente, desconocen que las armas han cambiado. Los cañones han sido sustituidos por bombas de desinformación, de odio y de mentiras. En realidad, los cañones de hoy son los modernos aparatos de televisión que reinan en los salones de nuestras casas. Los aviones que lanzaron obuses son esos teléfonos con los que escuchamos la radio o leemos los periódicos digitales. De ese modo compartimos y usamos esos nuevos proyectiles que escupen metralla mental y espiritual. Hoy las balas son las palabras que llegan a nuestro cerebro activando el miedo y el odio contra el bando enemigo, que es el que unos pocos han decidido que sea. Es tecnoterrorismo de datos en una guerra de vanguardia. Hoy los «carniceros» son los políticos y los periodistas, los científicos y los médicos «oficiales», los intelectuales orgánicos al servicio de las élites que manipulan el modelo de vida para implantar su «Gran Reinicio». Estos son los soldados, los generales —que obedecen a un líder supremo— a los que has entregado tu confianza y que te piden que les des tu mayor tesoro: tu libertad, tu pensamiento, tu amor. Tu propia vida y la de los tuyos. Y lo haces mientras te acomodan en la butaca que te han reservado en el infierno. Y todo esto te parece normal. Sí, te hablo a ti, colaboracionista de guerra. A ti, inconsciente, que has cerrado los ojos y estás ciego. Y atacas a quienes quieren advertirte del peligro. La sumisión es voluntaria, pero le precede una campaña de sugestión dirigida a que elijas someterte. Crees que la elección es libre, pero en realidad se trata de una elección condicionada por la información que ofrecen de forma masiva los medios de comunicación y las impresiones que estos han grabado en tu espíritu, en tus amores y en tus odios, en tu forma de vivir. Cada ser humano elije a qué amo se somete. El tirano somete al pueblo con la colaboración de la mitad del pueblo. ¿Es maldad o involución? Las dos. Desde un punto de vista metafísico, están conectadas. La maldad es incomprensible y, por tanto, inaceptable e inasumible. A pesar de que conozco las tácticas que emplean esos amos del mundo que intentan dirigir nuestras vidas —y entiendo sus mecanismos, los describo, los expongo y los denuncio—, me resulta difícil comprender por qué hay tantas personas que no ven el Mal. Lo tienen delante, pero no lo ven. Giran la cabeza, cierran los ojos, aluden a mil y un argumentos peregrinos para seguir creyendo que los políticos, los famosos, la ONU y los filántropos hacen lo que hacen por su bien, para cuidarlas. No puedo entender qué les ocurre. ¿Acaso creen que el Mal ha desaparecido de la faz de la Tierra?
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 20
 
 
Tu verdadera enfermedad es no cuestionarte nada. ¿Acaso eres una marioneta de madera, un muñeco de trapo?
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 22
 
 
A las élites les gusta la guerra y sus mentes codiciosas introducen el caos y la destrucción como métodos para imponer su control.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 28
 
 
Para colonizar las voluntades hay que desarrollar una guerra totalitaria contra la psique. Esta se ha convertido en el botín esencial de los atacantes.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 40
 
 
La pandemia de la COVID-19 ha sido —y sigue siendo— psíquica y, para ganar esta guerra, los medios de comunicación desempeñan un papel clave: el de cómplices imprescindibles para producir y consolidar el encantamiento, el engaño, el ataque. Sin ellos no es posible someter a la población.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 43
 
 
Los mensajes emitidos por los medios han fijado una serie de imágenes en nuestras mentes con las que se ha construido un mundo que parece real pero no lo es. Es un universo ficticio. Es un «psicoescenario»:
 
Vamos a morir todos.
Vas a matar a tu abuelo. Eres un asesino de abuelos.
Vas a contagiarte en un bar.
Vas a contagiarte si das abrazos.
Vas a morir si no te vacunas…
Si tu amigo no se vacuna, te matará.
 
Todos estos supuestos han sido sugeridos e impresos en la mente emocional de los receptores mediante la repetición constante de imágenes y discursos terroríficos. Todas estas posibilidades y falacias siguen siendo asumidas, asimiladas y aceptadas como un dogma religioso, como el decreto incuestionable de una diosa a la que nadie ha visto jamás. Como una revelación comunicada a través de sus profetas y mesías en una tarde de epifanías luminosas, nos obligan a repetirlas como un mantra. Este encantamiento, al que llamo psicoescenario, queda fijado en las almas, tal y como se imprimían los mensajes con la imprenta de tipos móviles inventada por Gutenberg a finales del siglo XVI. Es esa impresión la que anula la voluntad, pues es sustituida por el miedo o por la necesidad de adecuarse al nuevo escenario, a la dinámica del grupo, para no desentonar.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 43
 
 
El control mental se efectúa con argumentos, ideas e imágenes pseudocientíficas, así como con razonamientos falaces. Se usan mentiras y medias verdades, que son más difíciles de identificar y, por tanto, te invalidan para defenderte. Por ejemplo: muchos han muerto en la pandemia a pesar de que no es una pandemia. El objetivo del ataque mental-intelectual es lograr el control espiritual. Se nos intenta convencer de que lo que prima y debe dirigir la vida del ser humano es la razón, lo racional —¿cuántas veces nos han repetido la frase «el ser humano es un ser racional?»—. Sin embargo, uno de los principales campos de batalla para la manipulación del alma-espíritu-conciencia se ubica en el área emocional, puesto que, al manipular las emociones, las conexiones biológicas-espirituales se atrofian y nuestro análisis racional yerra. Se trata de un truco muy eficaz en las campañas de marketing geopolítico.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 52
 
 
La capacidad de sugestionar a la población o a un solo individuo mediante fantasías es ilimitada y los sugestionadores trabajan con imágenes, textos y palabras. Por ejemplo, durante las veinticuatro horas del día recogemos (percibimos) los mensajes atemorizantes emitidos por televisión acerca de un virus descontrolado que está por todas partes. Como un dios, el virus es invisible y omnipresente. Pero el miedo que se te ha inyectado mediante las palabras —titulares sensacionalistas— y las imágenes de un anciano muriendo en la cama de un hospital hacen trabajar a tu mente, que termina de componer la sugestión haciendo visible lo invisible. Ahora ves virus y muerte por todas partes —incluso tienes síntomas—, y te sientes enfermo, decaído, estresado, te despiertas aterrorizado en plena noche convencido de que la muerte te acecha. Sin embargo, todo este proceso ha sucedido porque el emisor ha destacado solo una parte de la historia y ha silenciado los aspectos esenciales. En realidad, el anciano que has visto en la televisión estaba ya enfermo, tenía un cuadro sintomático provocado por otras dolencias, el respirador al que estaba conectado no era el protocolo más adecuado para tratar su enfermedad y el personal sanitario que lo acompañaba usaba unos trajes de protección excesivos e innecesarios para su dolencia. Es decir, se recurría a un atrezo que fomentaba el dramatismo con el fin de inducirte una idea: el miedo. En efecto, la trágica escena que estabas viendo hacía que percibieras un peligro inminente: la muerte.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 57
 
 
Stanley Milgram, quien, como veremos en el siguiente apartado, comprobó que el 80 % de la población carece de recursos psicológicos y morales para resistirse a una orden de la autoridad y que poco importa el tipo de orden que sea, que puede ir desde el arresto domiciliario hasta la eutanasia o la violencia gratuita —también lo estamos viendo a diario—. Es decir, solo el 20 % de las personas tienen la capacidad de mostrarse críticas con el poder y desobedecer las instrucciones tiránicas. Esos somos nosotros: los indomables.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 61
 
 
¿Qué estamos observando en estos largos meses de pandemia, es decir, de guerra encubierta? Vemos que diversos conceptos generales, como «salud pública», «interés general» o «recuperación económica», han sustituido a los individuos —sus derechos y obligaciones—, que no son más que piezas de un engranaje colectivo que cumplen con su obligación, que fundamentalmente es obedecer. Ese es el rol que se nos ha asignado en este experimento de obediencia ciega a la autoridad realizado a escala mundial. Es un «laboratorio viviente» global. Ese rol ha sido felizmente aceptado por millones de personas y rechazado por otras tantas.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 68
 
 
Siguiendo el planteamiento de Milgram, comprobamos que se ha producido una cosificación del ser humano —«ese es un Covid», «ese es asintomático», «ese es un negacionista», «ese es un asesino»—, cuyas consecuencias aún no podemos valorar, aunque algunas ya las estamos padeciendo. Pero, sin duda, al observador inteligente no se le pasará por alto el pensamiento estratégico que hay detrás de todo ello: difuminar la responsabilidad individual, ya que las decisiones se toman «desde arriba» y por el bien del grupo, por el bien de toda la humanidad. De ese modo se genera un espíritu de grupo que, a su vez, crea el conformismo social y la indiferencia, y lleva a pensar que «soy uno más y hago lo que dice la mayoría». El líder del grupo sigue las instrucciones de la autoridad y así, de forma estratificada, se condicionan las reacciones de la población. El objetivo que se persigue es que los intereses de los grandes conglomerados privados acaben insertados en la sociedad y sean percibidos erróneamente como los intereses de la sociedad, que, manipulada y pervertida, no sabe por qué obedece ni a quién. Es el pueblo el que en realidad le otorga el poder a las élites. Si los ciudadanos llegasen a comprender por qué obedecen, se negarían a seguir haciéndolo, pues su obediencia entraría en conflicto con sus creencias morales.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 69
 
 
La Tercera Guerra Mundial ha sido diseñada para atacar a todas y cada una de las personas honestas que ahora obedecen ciegamente porque creen que así salvarán a sus familias, ya sea quedándose en casa, poniéndose una mascarilla o inyectándose —a sí mismos y a sus familias— una vacuna experimental. La ofensiva bélica está resultando bestial.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 69
 
 
RESUMEN DE TÉCNICAS APLICADAS EN LA GUERRA PSICOLÓGICA
 
1. Crear conflictos entre las personas para dividirlas y debilitarlas. ¿Quién gana? El pescador que remueve las aguas. A río revuelto, ganancia de pescadores. El que consigue revolver los peces y poner a unos en contra de otros es quien más pesca. Mientras ellos se pelean, la mano grande echa la red.
— Los pro-pandemia y los anti-pandemia.
— Los pro-vacunas y los anti-vacunas.
— Los pro-cambio climático y los anti-cambio climático.
Y ahora, un nombre molón: negacionistas, de quienes dicen que no irán al paraíso.
2. Crear una falsa sensación de soledad: «Eres el único que piensa de ese modo, la mayoría no piensa como tú» … Entonces llega el miedo a la expulsión del grupo, al ostracismo.
3. Crear una falsa sensación de locura. El propósito: extinguir la autoestima de las personas —la moral—, una técnica empleada, por ejemplo, para inducir suicidios y rendición.
4. Crear una falsa sensación de indefensión e inseguridad. El fin es que acabes pidiendo la protección de tu atacante en una especie de síndrome de Estocolmo.
5. La obediencia a la autoridad. Ella es la verdad.
6. Generar un profundo vacío espiritual.
7. Crear una nueva identidad para ti: o bien negacionista, asesino, o bien ciudadano responsable y concienciado.
8. Robar y pervertir el sentido de las palabras.
8. Ocultar las motivaciones económicas y de poder.
9. Apropiarse de los bienes de la Tierra.
10. Instaurar un régimen teocrático universal.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 71
 
 
En palabras de la CIA, un «programa doctrinal es un ataque programado y sistemático dirigido contra un sistema doctrinal hostil, al mismo tiempo que se realiza una defensa positiva de la filosofía básica del sistema propio».
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 74
 
 
Esta es la idea de la Agencia de Inteligencia cuando sostiene que
 
… en realidad, la inmensa mayoría de las personas, incluso las cultas e inteligentes, son pasivas […], es decir, aceptan una doctrina, pero no de acuerdo a un razonamiento personal ni a una justificación mental, sino, sobre todo, porque les ha sido presentada durante el proceso de su educación y porque es aceptada por la sociedad, las tradiciones y el entorno en el que están habituadas a vivir.
 
El «informe doctrinal» tenía un target muy bien definido, es decir, un grupo concreto al que iba dirigido y que, una vez captado, actuaría como líder de opinión y cómplice necesario:
 
El objetivo principal del programa es el grupo restringido de personas capaces de manipular mentalmente cuestiones doctrinales y de establecer su propio criterio a partir del punto de vista doctrinal, ya que tratarán de convencer a otras personas e influir en ellas para que modifiquen su doctrina original. Ese grupo es el objetivo principal del programa […]. También es este grupo el que más probabilidades tiene de prolongar la eficacia del enfoque iniciado por la campaña estadounidense para que parezca un cambio autóctono.
(…)
Según el programa doctrinal, un grupo relativamente reducido de individuos, mediante el uso de su capacidad intelectual, tiene peso e influencia para formar o, como mínimo, para predisponer las actitudes y las opiniones de los líderes de opinión en un determinado ámbito. […]. El programa doctrinal consistirá en poner en contacto a esa élite con un material que la haga pensar y que interprete las ideologías según un modelo [de pensamiento] que preparará a esos intelectuales para que se muestren favorables a la filosofía de quienes planifican este programa doctrinal.
(…)
Un programa doctrinal, como otras actividades propias de las operaciones psicológicas, no se puede reducir a hechos ni a estadísticas. Sin embargo, se ha demostrado que la influencia de las ideas es poderosa en la larga historia de la humanidad. Basta recordar la difusión rápida de las ideas religiosas relacionadas con el cristianismo y el islamismo para darse cuenta de la significación que tienen las ideas para motivar la acción humana.
(…)
Un programa doctrinal, como otras actividades propias de las operaciones psicológicas, no se puede reducir a hechos ni a estadísticas. Sin embargo, se ha demostrado que la influencia de las ideas es poderosa en la larga historia de la humanidad. Basta recordar la difusión rápida de las ideas religiosas relacionadas con el cristianismo y el islamismo para darse cuenta de la significación que tienen las ideas para motivar la acción humana.
(…)
Para hacer frente a este desafío, hemos reforzado considerablemente dos de nuestras armas, la militar y la económica, pero no hemos conseguido hacer hincapié en el mismo grado sobre el tercer elemento, el doctrinal o ideológico, un elemento que los dirigentes soviéticos han desarrollado a lo largo de treinta y cinco años de trabajo intensivo. No afirmamos que en Estados Unidos el comunismo atraiga en mayor medida a las masas desfavorecidas. Es cierto que las muchedumbres hambrientas son buen material para […] los líderes comunistas, pero también es un hecho bien conocido que el comunismo se desarrolla menos en los estómagos vacíos que en las cabezas huecas.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 74
 
 
El miedo a morir hace que muchos modifiquen su conducta, volviéndola más sumisa a las nuevas leyes autoritarias de corte dictatorial. El bombardeo continuo de desinformación provoca efectos en nuestra salud mental. La sensación constante de amenaza genera ansiedad y transforma nuestros juicios morales y nuestras actitudes.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 83
 
 
Otra consecuencia del miedo es la ola de suicidios que ha causado la pandemia y que ha sido silenciada en los medios de comunicación. En los niños y jóvenes, el destrozo está adquiriendo unas dimensiones dramáticas, temibles y dolorosas. El miedo al contagio ha llevado a aceptar unos protocolos en las escuelas y los institutos, como el aislamiento y el distanciamiento en unas edades donde la socialización es tan necesaria como habitual; o la enseñanza a distancia, que han impuesto unos modos y costumbres extraños a las formas tradicionales de vida. Resultado: los casos urgentes en las unidades pediátricas de Salud Mental se han triplicado. Los psiquiatras infantiles advierten de que se está produciendo un aumento considerable de los problemas de ansiedad y depresión, así como de los relacionados con los trastornos de la alimentación.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 84
 
 
Nuestro trabajo consiste en encontrar lo que ese tipo no sabe que necesita, pero necesita, y luego asegurarnos de que sepa que lo necesita y de que somos nosotros los únicos que podemos dárselo. PIRATAS DE SILICON VALLEY
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 87
 
 
En la Tercera Guerra Mundial, las armas han cambiado. Los nuevos tiranos —que nos consideran enemigos y adversarios— ya no recurren a la violencia física, la metralla o las balas. Al usar armas emocionales, los ataques son más difíciles de percibir, porque suelen combinar momentos de amor simulado con embestidas tan sibilinas como bestiales. La técnica que usan es el abuso y el maltrato emocional. Sus ataques se mantienen ocultos, camuflados, encubiertos… Ya no te dan un puñetazo o te torturan en una sala en penumbra, como hacen con los ciudadanos disidentes en los regímenes dictatoriales reconocidos. Ahora su táctica se ha vuelto mucho más refinada: al ciudadano desobediente lo destierran. Por ejemplo, si no aceptas su ideario del feminismo, te acusan de no tener sensibilidad, de ser un nazi y de no defender los derechos humanos. Conclusión: no formas parte de la tribu. Lo primero que harán será enviarte al psicólogo o al psiquiatra para que te dé un tranquilizante y te convenza de que no puedes ir contra el mundo. Solo unos cuantos Quijotes actuarían de un modo irracional. Las sirenas de Ulises te susurrarán al oído que la mejor opción es mantenerte callada, pues quien se pronuncia recibirá un castigo: puedes perder el trabajo, los amigos o el rumbo. Y, sin embargo, lo que más necesitas es hablar y expulsar el malestar que tienes dentro y que han provocado en tu alma. Es tu conciencia la que te habla. Tu espíritu observa, piensa y concluye que el entorno está equivocado porque ha perdido la armonía, la compasión, la capacidad de conmoverse y de rebelarse ante la contemplación del mal. Desde pequeños, mientras vemos la televisión, nos acostumbran a normalizar el mal y, lógicamente, no nos enseñan a identificarlo. Mientras almuerzas y cenas, en los informativos se van sucediendo imágenes horrendas: asesinatos, guerras, hambrunas, delincuencia, corrupción, pobreza… Se trata de una técnica bélica con la que te acostumbran a pensar que el mundo es así porque no puede ser de otra manera. ¿Dónde están los acontecimientos buenos que ocurren todos los días? No existen para la televisión. Lo bueno no es negocio para los psicópatas. Sin guerras no ganan dinero. Todos los juegos que se ponen de moda son violentos. Los programas mediáticos más seguidos giran en torno a humillaciones constantes a los participantes. Si no te muestran una delincuencia sistémica, no te debilitarán ni podrán llevarte a la inacción. Dicho de otro modo: se trata de que el terrorismo emocional se convierta en habitual. Consiste en normalizarlo. Obediencia aprendida cuando logran hacerte creer que no puedes hacer nada para cambiar el estado del mundo. Y si quieres actuar, te ofrecen las ONG del sistema que, disfrazadas de bien, en realidad, sirven a sus intereses espurios.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 88
 
 
De la «banalización del mal» de Hanna Arendt hemos pasado a la normalización del mal. Es decir, el mal es la norma. Y este es el mensaje: «Acostúmbrate, adáptate y mata tu moral, tu conciencia, porque son instrumentos inútiles que solo te traerán problemas».
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 89
 
 
PREGUNTA : Usted es un judío húngaro que escapó del Holocausto haciéndose pasar por cristiano.
SOROS : Así es.
PREGUNTA : Por lo que yo sé, usted iba con su protector, que juró que usted era su ahijado…
SOROS : Cierto.
PREGUNTA : Usted confiscó propiedades de los judíos.
SOROS : Así es.
PREGUNTA : ¿Fue difícil hacerlo?
SOROS : No, para nada.
PREGUNTA : ¿Algún sentimiento de culpa?
SOROS : No, en serio. De hecho, es algo realmente divertido. Es lo mismo que ocurre con los mercados. Si no hubiera estado allí, por supuesto no me habría llevado nada, pero, de todos modos, otro lo habría hecho. No importa si yo estaba allí o no, aunque solo hubiera sido como testigo. Las propiedades estaban siendo sustraídas. Yo no he participado directamente en la confiscación de esas propiedades.
 
A Soros no le interesa pensar en el sufrimiento de los demás, porque si se mirase en ese espejo vería un monstruo, la bestia en la que empezó a transformarse cuando solo era un niño. Como él mismo dice, es algo realmente divertido y lo que más le divierte es haber sido más listo que los demás al apropiarse del botín.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 94
 
 
Los psicópatas desarrollan una tecnología enormemente sutil. Se aseguran de que nadie vea las señales de un daño físico porque no utilizan la violencia física —salvo en contadas ocasiones—. Y por ello es tan difícil explicar lo que ves y vives. Nadie te creería. Cuando los acusas, se victimizan y se defienden atacando: te acusan a ti de ser una conspiranoica, una negacionista. Ridiculizan la inteligencia natural propia de los humanos para provocar inseguridad y aniquilar su autoestima. Después de haber creado y detectado tus heridas más profundas, estos nuevos tiranos se presentarán ante ti como los «Grandes Salvadores». Así, filántropos tiranos como Bill Gates o George Soros —paradigmas de esta clase social sociópata y psicópata— se presentan ante el mundo bajo la premisa de «o yo o el caos». Se sirven del miedo para crear la ficción de un mundo catastrófico del que solo ellos pueden salvarte. Se creen dioses y matan a Dios para que los adores a ellos. Fingen que te ofrecen el orden y la paz, pero ocultan que han sido ellos quienes han creado el caos y la guerra. Han planeado destruirlo todo: la ley, la economía, la educación, la familia, la historia, la mujer… Su objetivo es demoler la antigua civilización para construir esa «nueva normalidad» en la que has dejado de ser quien eras y en la que ya no puedes defenderte de sus constantes ataques contra tu libertad, porque, sencillamente, han secuestrado —en un proceso de hipnosis colectiva— tu mente y tu alma. Saben perfectamente que es más fácil engañar a toda una sociedad que a un individuo. De ahí que ofrezcan no la salvación personal, sino la de toda la humanidad. Tras presentar y programar un caos mundial, ¿quién puede resistirse a tan monumental oferta salvífica?
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 99
 
 
La comunicación se ha convertido en un instrumento, en una maquinaria de guerra —la más eficaz— al servicio de sus intereses. Es más barata que las bombas y más infalible, porque, si ocultas la intencionalidad y vendes esperanza, blanqueas la ofensiva. La conviertes en una «guerra justa». El interés supremo es apropiarse de todo y de todos: conquistar la Tierra. Y para que aceptemos esa conquista sin oponer resistencia, su gran estrategia consiste en colonizar nuestras mentes y nuestras almas. Eso es, en definitiva, el Gran Reseteo, y este su mensaje subliminal: «Déjate conquistar. Lo hacemos por tu bien».
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 101
 
 
Como los dioses antiguos, la divinidad del Nuevo Orden Mundial tiene varios nombres: Gran Reseteo, Agenda 2030-50, Nueva Normalidad, Globalismo, Ecologismo, Feminismo y Géneros de Igualdad, Transhumanismo… Pero todos responden a un mismo programa dirigido a implantar una nueva civilización, en la que el ser humano quede subyugado bajo un control y una vigilancia tecnológicos que proporcionen una paz y un orden mundial estables. Este ambicioso proyecto afecta a todas las áreas humanas —la economía, la política, la sociedad, la tecnología, la cultura, la religión, los ritos, la antropología— y su fin último es la creación de un Estado mundial, dominado por las élites globócratas, en el que las mujeres no tendrán hijos —únicamente nacerán los que la sociedad necesite —, todos comeremos carne sintética, no viajaremos en avión, la familia tradicional dejará de existir, la naturaleza tendrá propietarios —el agua ya cotiza en Bolsa— y todos los habitantes adoraremos a la diosa madre Tierra siguiendo las directrices que nos marquen los científicos oficiales —convertidos en nuevos sacerdotes— para «salvar el planeta». Este programa establece las bases del reparto de poder y del botín en el mundo tras la finalización de la Tercera Guerra Mundial. Los gobernantes de la mayoría de los países se han aliado con las mismas élites financieras para llevar a cabo una transferencia de poder y de soberanía. Es decir, los derechos, las libertades y las propiedades de las clases medias y trabajadoras pasarán a estar en las manos de unos pocos megarricos que controlarán el Estado mundial. Son una nueva clase de gobernantes: los tecno-oligarcas globalistas. «No tendrás nada, pero serás feliz». Esa es la idea. No tendrás nada porque todo será suyo… Pero serás feliz porque ellos ya han decidido qué es la felicidad —quien manda, nombra— y, si no te adaptas a su patrón, te apartarán como a una apestada o, en el mejor de los casos, te tratarán como a una enferma mental peligrosa para el sistema —para esa Nueva Normalidad— y acabarás en un centro de reeducación, como en la China de Mao Zedong y de Xi Jinping. Así, en este felicismo que pretenden imponernos no habrá ni libertad, ni privacidad, ni intimidad. La bestia de la seguridad global los absorberá en nombre de un bien común falaz. Nuestros descendientes no las echarán en falta, porque están siendo adoctrinados en las escuelas e ignorarán estos principios que tanto valor tienen para quienes los hemos conocido. Ellos vivirán en «ciudades inteligentes» —es decir, vigiladas de forma intrusiva para evitar la rebelión—, no habrá guerras como las entendíamos hasta ahora —aunque la guerra contra los disidentes e indomables será constante— y todos serán igual de pobres, puesto que no tendrán posesiones. La disidencia será castigada —sutilmente— como «enfermedad mental» y el pensamiento estará determinado por el sistema, ya que el individuo habrá perdido su capacidad y su libertad de razonar. Quienes se resistan a este totalitarismo sutil recibirán el nombre de «ingobernables», es decir, seres peligrosos que atentan contra el orden público, negacionistas del felicismo y, por tanto, merecerán ser castigados con el destierro de la polis.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 101
 
 
En la Tercera Guerra Mundial, todas estas áreas temáticas están interconectadas: geopolítica, geoestrategia, diplomacia, relaciones internacionales, operaciones de influencia, medios de comunicación, guerra psique, propaganda, fake news, desinformación, mentira, miedo. Si no entendemos la interrelación que existe entre la comunicación social como arma y la guerra de poder actual, no comprenderemos qué está ocurriendo, por qué ni para qué. Los fenómenos propagandísticos internacionales son la clave de la batalla cultural, del combate psicológico, del lavado de cerebro que estamos sufriendo. Son las armas con las que los planificadores pretenden conseguir su preciado botín: implantar una sociedad global uniforme y dispuesta a obedecer ciegamente sus postulados.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 115
 
 
Estos son los diecisiete objetivos de la Agenda 2030:
 
1. Fin de la pobreza.
2. Hambre cero.
3. Salud y bienestar.
4. Educación de calidad.
5. Igualdad de género.
6. Agua limpia y saneamiento.
7. Energía asequible y no contaminante.
8. Trabajo decente y crecimiento económico.
9. Industria, innovación e infraestructuras.
10. Reducción de las desigualdades.
11. Ciudades y comunidades sostenibles.
12. Producción y consumo responsables.
13. Acción por el clima.
14. Vida submarina.
15. Vida de ecosistemas terrestres.
16. Paz, justicia e instituciones sólidas.
17. Alianzas para lograr los objetivos.
 
¿Quién se negaría a impulsar un proyecto cuya meta es defender a los pobres, el trabajo, los mares, los bosques, la educación, la paz…? Nadie en su sano juicio. Pero la clave está en diferenciar el mensaje de la intención que oculta. La trampa se halla en que lo que nos cuentan sobre la Agenda 2030 es pura propaganda, una campaña de comunicación internacional cuyo objetivo es vendernos un producto: un futuro mejor para todos. El paraíso del transhumanismo. ¿Cuál es el mensaje y la intención ocultos? Pues que ese «futuro mejor» solo lo será para unos pocos, para la élite que financia la Agenda y que la prodiga en una campaña mediática.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 118
 
 
Si se lee con atención la explicación que acompaña a cada uno de los diecisiete objetivos de la Agenda, una se da cuenta de que estamos ante una nueva —y ultramoderna— lista de mandamientos cuyos resultados ya hemos comenzado a padecer. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) están en el centro de la agenda de prensa del planeta y desde todos los medios de comunicación nos envían el mismo mensaje: «Obedece o serás desterrado». Por supuesto, no nos lo dicen con esas palabras, pero ese es el mensaje subliminal. La declaración está plagada de conceptos como «erradicación de la pobreza», «promover la igualdad», «acceso universal a la justicia», «un mundo pacífico y próspero», «bienestar universal», etc., ideas dirigidas a persuadirnos para que creamos que se trata de la construcción de un paraíso en la Tierra al que, obviamente, nadie puede resistirse. Todos, al unísono, debemos participar en la edificación de ese Nuevo Orden Mundial que nos presentan como la única solución para una humanidad en constante crisis —económica, pandémica, climática, política—, al tiempo que, sutilmente, se nos culpa a los ciudadanos del calentamiento global, de las desigualdades, del racismo, de la pobreza… e incluso de la pandemia. Así, se formula un nuevo mandamiento: somos nosotros, los ciudadanos de todo el planeta, quienes debemos comprometernos en la transformación de nuestro modo de vida «equivocado» para adoptar un nuevo modo de vida «correcto».
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 120
 
 
Klaus Schwab, ha afirmado en 2021 que la COVID-19 es un «agente acelerador» del Gran Reseteo…
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 120
 
 
La Agenda 2030 crea los cimientos para que se produzca un cambio radical en nuestro estilo de vida con la excusa de una serie de supuestos peligros que ponen en jaque a la humanidad y al planeta. Y, sin duda, los humanos somos los culpables de que esto sea así. Como vemos, la vieja táctica de guerra psicológica de crear falsos enemigos vuelve a utilizarse —las pandemias y el cambio climático son provocados por el hombre — para ocultar los verdaderos intereses de esta élite dominante disfrazada de filántropos.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 122
 
 
La Agenda 2030-50 y su Gran Reinicio es la guerra contra ti y contra aquellos que no se adhieran a su bando. Los grupos de poder globalista combaten no solo por cómo será el mundo futuro, sino por quiénes serán sus dueños. Según nos cuentan en sus campañas de marketing, es el fin del capitalismo y, por consiguiente, de las desigualdades. En efecto, seremos iguales porque no tendremos nada. Su plan es robárnoslo todo. Ellos serán propietarios de la tierra y del agua, de los bosques y del cielo. ¿Y tú? ¿Qué pintarás en este nuevo mundo? No te preocupes, ya han decidido cuál será tu papel: ninguno. No tendrás que pensar, sencillamente porque no estás invitado a participar en la vida de la polis global. Tú, simplemente, serás feliz. Siéntate en tu sofá, enciende la tele y disfruta del espectáculo. En el gran circo romano, los leones devoran a los ingobernables. Los gladiadores se matan entre sí. Coge las palomitas y siente la sangre.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 144
 
 
Desde que la OMS declaró la pandemia de la COVID-19, hemos observado cómo se nos ha prohibido pensar y expresarnos con libertad, bajo pena de cárcel o multa e incluso a riesgo de ser desterrado de la nueva «ciudad global» o de la «red de ciudades» que están construyendo y que, como estamos comprobando, se cimienta en la Agenda 2030-50. Si nos portamos bien y cumplimos como buenos ciudadanos globales, nos concederán un «pasaporte de inmunidad», como lo ha llamado la OMS. Si no lo tienes, no podrás viajar en avión, ni en tren, ni en metro, no podrás siquiera ir a la panadería de la esquina. Te prohibirán salir de casa. Si te atreves a disentir o a criticar la verdad oficial, vivirás extramuros, en el ostracismo. Se te considerará un bárbaro sin «conciencia social» y serás castigado a no participar de la civilización domesticada e inhumana de su Nueva Normalidad. Ese es su ansiado futuro. Otra cuestión es que lo logren. No serán los primeros tiranos ni los únicos que fracasan. Ya lo han intentado muchos antes que ellos. El plan es instaurar y establecer una autoridad global en cada uno de los ámbitos de la vida en el planeta. Una autoridad única para la salud, el comercio, la religión, el turismo, las energías, la vivienda, el agua, el espacio, la educación… Una autoridad única surgida de la red de poder filantrópica y globalista que se extiende por el mundo para luego confluir en el mismo punto del que ha partido. Una voz que no pueda ser cuestionada y que imponga las normas que solo convienen a unos pocos. En definitiva, una nueva Santa Inquisición que se encargará de decirnos qué debemos pensar, dónde y cómo debemos expresarnos, qué consignas debemos seguir y cuáles rechazar, e incluso a quiénes debemos denunciar para conseguir la medalla del buen ciudadano. En La verdad de la pandemia realicé un análisis sobre los medios de comunicación y sus propietarios y expuse que existía una evidente simbiosis entre la estructura socioeconómica de poder y la tecnología, simbiosis que ha generado la perpetuación del uso de la comunicación como herramienta de control social. Lo estamos viendo con una nitidez escalofriante desde que se declaró la pandemia global: se activaron programas de censura en las redes sociales y nos prohibieron ejercer nuestro derecho a la libertad de expresión y de opinión, así como el de recibir información. Lo justificaron aludiendo a posibles delitos de odio y difamación contra el Gobierno —la autoridad—, e impulsaron leyes y crearon «cazadores» de bulos. Activaron una censura global no solo interpuesta desde los medios de comunicación públicos, sino desde poderosas empresas privadas. No había duda de que había una coordinación entre unos y otras. No es una novedad. Ya sabemos que una de las funciones clave de la comunicación es servir al poder. De ahí la constante obstaculización al libre desarrollo de la prensa mediante la censura o la presión de quienes se publicitan en los medios.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 145
 
En la llamada «era de la información», la gran mayoría de la población global se informa a través de medios controlados o susceptibles a la presión de intereses de poder, lo que significa que, a pesar de que un ciudadano acceda a distintos canales de comunicación, el mensaje recibido será el mismo, porque el objetivo del establishment global no es que los ciudadanos piensen, sino que acaten y se resignen a su ideología. Es esto lo que estamos viendo en la pandemia.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 148
 
 
Actualmente hay en el mundo occidental seis grandes corporaciones transnacionales, generadoras de entretenimiento y software mediático con redes globales de distribución: — Viacom-CBS (Estados Unidos). — NBC-Comcast-Vivendi Universal (Francia-Canadá-Estados Unidos). — Bertelsmann (Alemania). — Time Warner-AT&T (Estados Unidos-Inglaterra). — News Corp. (Inglaterra-Estados Unidos-Canadá). — Disney Company-ABC (Estados Unidos). Entre ellas compran, venden y se fusionan. Llegan a todos los rincones del planeta. A toda la audiencia global. Demuestran la existencia de una concentración de poder mediático y explican por qué todos los ciudadanos estamos recibiendo los mismos mensajes oficiales relativos a la COVID-19. Esta estructura de comunicación y poder global se completa con las seis empresas tecnológicas más valoradas en Bolsa: Alphabet (Google), Amazon, Facebook, Twitter, Apple y Microsoft, que ya son medios de comunicación. Son referidas con el acrónimo GAFTAM. A ellas se une Netflix. En poco más de una década, las GAFTAM se han transformado hasta el punto de desarrollar funciones propias de la prensa tradicional, como producir y difundir noticias. Son generadores de opinión pública y, por tanto, capaces de modificar el pensamiento y la acción de individuos y comunidades. Los grandes conglomerados mediáticos comparten accionistas y miembros de sus consejos con otras corporaciones, como bancos, fondos de inversión, compañías petroleras, médicas, farmacéuticas y tecnológicas, entre otros sectores productivos. Pero no solo están fuertemente vinculadas entre sí, sino que existe una amplia red de conexiones que une a todas estas corporaciones con la estructura de poder global. De aquí surgen muchas preguntas inquietantes. No solo por la manipulación social de la ingeniería comunicativa de las élites, sino porque sus corporaciones influyen directamente en la toma de decisiones de los Gobiernos: ¿quién manda realmente en Estados Unidos, el país que ha venido marcando los designios de todo el planeta? ¿Gobiernan los ciudadanos en Occidente a través de sistemas democráticos, o lo hace una élite coordinada a través de consejos de administración de las grandes corporaciones?
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 148
 
 
Esta pandemia ha demostrado que, aunque las órdenes y los protocolos sean absurdos, dañen nuestras libertades y derechos, nos empobrezcan económica y humanamente, e incluso acaben matándonos, si el Ministerio de la Verdad las expone en sus campañas propagandísticas como «mandatos salvadores de vidas», una parte de la población no solo obedecerá, sino que odiará ferozmente a quienes no estamos dispuestos a someternos. El Ministerio de la Verdad es la autoridad máxima y sus expertos no necesitan presentar pruebas científicas para justificar sus órdenes. Con salir en televisión es suficiente.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 165
 
 
Estamos en 2060 y la OMS ya no tiene competencias. Solo algunos recuerdan que este organismo perdió su credibilidad cuando, años atrás, «un grupo de activistas denunciaron la complicidad de la organización con las grandes compañías farmacéuticas que se enriquecían a costa del dinero de los Gobiernos creando vacunas inútiles y costosas».
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 171
 
 
Puesto que en este nuevo mundo feliz en construcción las familias desaparecerán —es una institución arcaica propia de civilizaciones atrasadas, nos dicen—, la mujer y el hombre ya no forman esa pareja capaz de crear una, lo que implica que las relaciones y las personas se instrumentalizan para volverse meros objetos generadores de placer sexual.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 175
 
 
También están en marcha el «Proyecto Cerebro Humano», que financia la Comisión Europea con 1.000 millones de euros durante más de diez años, y la iniciativa de la Fundación Obama sobre Investigación del Cerebro a través de Neurologías Innovadoras Avanzadas (BRAIN, por sus siglas en inglés). En el contexto de las personas magnéticas tras la inoculación de las «vacunas COVID» resulta revelador conocer el proyecto del Pentágono «BrainSTORMS», que desarrolla un sistema con nanopartículas y campos magnéticos para monitorizar y controlar las 80.000 millones de neuronas del cerebro. Sakhrat Khizroev es el líder de un equipo de neurocientíficos, físicos, químicos, biólogos e ingenieros de materiales en DARPA, el brazo de investigación avanzada del Pentágono. Khizroev rivaliza con Elon Musk, creador de Neuralink, y asegura quees imposible acceder al cerebro con electrodos, conectarlo a máquinas de forma eficiente y desentrañar sus secretos. Él se decanta por inyectar unos 80.000 millones de nanopartículas para leer y controlar el cerebro, aunque también afirma que pueden ser ingeridas en un vaso de agua. Estas nanopartículas se unirían a todas y cada una de las neuronas que hay en el cerebro para comunicarse inalámbricamente con una máquina. Estas partículas son dos mil veces más finas que un cabello humano. Se llaman MENP (nanopartículas magneto-eléctricas, por sus siglas en inglés) y son capaces de recibir y emitir campos magnéticos a la vez que interactúan eléctricamente con células humanas. Aunque suena a ciencia ficción, Khizroev lleva usando los MENP en la investigación de enfermedades desde 2010.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 186
 
 
Aunque el proceso de vigilancia y manipulación de masas comenzó hace cien años, las llamadas «plataformas sociales» se han convertido en la actualidad en un espectacular instrumento de control. Cada vez que clicas un «me gusta» o un «me enfada» en Facebook, cada vez que retuiteas una noticia o un comentario que contiene una palabra concreta y cada vez que sigues a un influencer que el sistema ha introducido como señuelo, estás enviando información sobre ti a un Gran Ordenador Central que se encarga de recolectarla. Esas ingentes cantidades de información estratificadas por grupos —Big Data— son procesadas y analizadas por especialistas en manipulación social, que buscan la clave para construir un relato con el que convencerte y llevarte a actuar de una manera determinista. El objetivo es crear una Gran Mente de Grupo Global, para lo cual necesitan hackear nuestros cerebros e insertar en ellos nanotecnología robótica.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 190
 
 
Con el manido argumento de la seguridad, la tecnología de vigilancia masiva ha ido ganando cada vez más espacio en nuestra vida cotidiana. Las invasiones a nuestra privacidad y el ataque a nuestras libertades personales y sociales se han normalizado, porque de nuevo el tirano asegura que nos observa por nuestro bien. Así, para «facilitarnos» la vida, los drones y los satélites vigilan los movimientos de todos nosotros en el interior de las ciudades inteligentes, en los desplazamientos migratorios, en el desarrollo de las enfermedades… Son como relojes que detectan tus constantes vitales para que los vigilantes sean avisados, en el caso de que vayas a rebelarte, para adelantarse a tus movimientos y encarcelarte, tal y como profetizó el gran Philip K. Dick en su relato The Minority Report,
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 195
 
 
El físico estadounidense Elon Musk, cofundador de la tecnológica Neuralink, acaba de decirnos que sus monos son felices y juegan a videojuegos. Se podrá expresar más alto, pero no más claro. Un mono feliz jugando a videojuegos es el sueño húmedo de los tiranos para sus esclavos. De entrada, debo confesar que de todas las aplicaciones relacionadas con la inteligencia artificial la que más me inquieta es Neuralink.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 198
 
 
La nanotecnología de Neuralink se basa en una especie de máquina de coser que incrusta unos hilos flexibles —más delgados que un cabello humano— en el cerebro para recepcionar las ondas cerebrales, que son procesadas e interpretadas por el ordenador. En realidad, es un amplificador que haría innecesaria la utilización de las manos. En el capítulo 1 («Ataque a la psique») ya vimos que nuestro cerebro produce impulsos eléctricos —información— que viajan a través de nuestras neuronas. Estos impulsos eléctricos producen ritmos, conocidos como ondas cerebrales. Si se efectúa una injerencia artificial y se interrumpe este proceso natural, se pueden manipular las percepciones del cerebro, es decir, se puede hackear . El ser humano se comporta y toma decisiones de acuerdo a sus percepciones del mundo, por lo que, si la máquina modifica esas percepciones, el humano quedará a expensas de la máquina. Por tanto, las capacidades del alma —la comprensión de lo que ocurre mediante procesos interneuronales— serán sustituidas por las capacidades de la inteligencia artificial. Neuralink, como canal de interacción entre el hombre y la máquina, permite el acceso a toda la información cognitiva y emocional humana. Esto cambiaría nuestra naturaleza y, sobre todo, nos volverá más vulnerables e indefensos. Nuestras intenciones, nuestras opiniones reales —esas que solemos ocultar para ser aceptados en un grupo— y nuestros movimientos quedarían a disposición de quien pague por ellos. En ese caso nos encontraríamos desnudos frente al mundo, sin máscaras, sin protección. La empresa comerciaría con nuestras intimidades y se las vendería a los tiranos. Pero, aún más, Neuralink se propone imprimir en la corteza cerebral nuevas informaciones-imágenes. Es una cadena de hierro para los esclavos, la más vanguardista y, además, con una simple descarga eléctrica —lo sabemos por el experimento de Milgram— nos podrían disuadir en cuanto mostremos la menor intención de rebelión. Si ya están intentando coaccionarnos mediante unas vacunas y un «pasaporte» que nos permita trabajar, viajar o entrar en un bar, ¿acaso no nos obligarán a llevar el implante de Neuralink desde el momento de nacer por la seguridad y la paz mundial? Seríamos monos felices y estaríamos entretenidos para siempre. Estaremos en el «mundo feliz» de Huxley, en el que unos esclavos serán técnicos y otros, los simios felices que ignoran quiénes son y cómo están siendo manejados. Si todos estamos conectados a una máquina, se logrará el objetivo totalitario: una Mente de Grupo, pues todas las mentes recibirán los mismos datos diseñados artificialmente. Es la domesticación tecno. Es la tecno-esclavitud.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 199
 
 
Los avances en inteligencia artificial, lejos de convertir a los robots en humanos, tienen el peligro de transformar a los humanos en robots.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 200
 
 
La predicción del comportamiento está unida a la manipulación previa del entorno vital a través de los mensajes difundidos en los medios de comunicación, en las escuelas y en la cultura de masas. A esa sugestión previa la llamamos «ingeniería social», que comenzó en la Escuela de Chicago y se viene practicando desde el período de entreguerras. Las nuevas tecnologías de comunicación de los GAFTAM (Google, Apple, Facebook, Twitter, Amazon y Microsoft), los también llamados «Seis Grandes», posibilitan una gran disponibilidad de datos que las personas facilitan sin conocer cuál será su uso final.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 201
 
 
Desde los orígenes de las civilizaciones humanas, la manipulación de los gobernantes y dominadores se ha asentado en la raíz del miedo. Por ello es fundamental que preservemos la intimidad de nuestros miedos, porque el Big Data pretende acceder a este bastión de la identidad individual y colectiva. Quien conoce tus miedos puede controlar tu comportamiento. Nuestros sentimientos y nuestras emociones constituyen una información muy preciada por los propietarios de los grandes conglomerados y plataformas de comunicación, que pugnan por la hegemonía mundial y el control de la población. Necesitan saber qué piensas y qué temes porque tus pensamientos y tu miedo condicionan, por ejemplo, tu voto en las elecciones y quieren venderte a sus candidatos políticos, a sus líderes juveniles y sus catástrofes globales. Para ello necesitan conocer cuál es el mensaje maestro que deben confeccionar para engañarte.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 201
 
 
En esta Tercera Guerra Mundial las armas son cada vez más sofisticadas y la IA es como una bomba atómica a punto de estallar en nuestras conexiones cerebrales.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 202
 
 
A todos los despiertos, es decir, a los vivos que no tememos la vida, que la vivimos, la pensamos, la reímos y la lloramos, la sufrimos y la celebramos, nos preocupa y nos inquieta la inteligencia artificial. Fundamentalmente, porque no tiene límites y porque aún no se ha redactado una legislación que la regule.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 204
 
 
En mi opinión, la inteligencia artificial es capaz de provocar una devastación similar a la de la bomba atómica. Destrozaría al sujeto, lo abrasaría, aunque no veamos exteriormente la forma de hongo que caracteriza la detonación nuclear. En este sentido, estamos presenciando otra inversión más en la época de las inversiones. La mentira es la verdad, la paz es la guerra, la libertad es la esclavitud, lo feo es lo bello y lo malo es lo bueno.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 205
 
 
Cuanto más compleja es una civilización, más esencial es detenerse para preguntarnos cómo funcionan las cosas.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 206
 
 
La magia es el terreno en el que se va a desarrollar la inteligencia artificial, lo que inevitablemente dará lugar a una forma de ensimismamiento hipnótico más peligroso aún que la televisión como instrumento de manipulación de masas. Los deseos y la imaginación —aún no dominados por gran parte de la humanidad— van a encontrar en los juegos propuestos por la inteligencia artificial una vía directa hacia la desorientación.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 206
 
 
La inteligencia artificial pretende modificar la actividad neuronal natural de nuestro cerebro. Es decir, quiere interferir en el pensamiento y el resultado será un pensamiento artificial-máquina en lugar de lógico-humano. La IA es el arma más perfecta jamás inventada para convertirnos en androides.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 207
 
 
FASES DE LA TÁCTICA DE LAS PANDEMIAS
 
• Paso 1: Crear una gran crisis pandémica con la declaración oficial de la OMS.
• Paso 2: Atemorizar y angustiarnos a todos con los medios de comunicación.
• Paso 3: Atacar las economías e industrias para hacer que los países se endeuden (confinando a las personas sanas y cerrando sus negocios).
• Paso 4: Apropiarse de parte de la soberanía, riquezas y recursos de los países. (Con la ruina económica compran las empresas a saldo, mientras los Gobiernos nos imponen los mandatos y protocolos de autoridades supranacionales).
• Paso 5: Matar a los enemigos.
• Resultado: Una jugada maestra.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 213
 
 
Este ataque radical a nuestro estilo de vida responde a una estrategia de guerra concebida por los grandes conglomerados económicos y mediáticos y por las instituciones que están a su servicio. ¿Para qué? Para poner en jaque a la humanidad, culpar al ciudadano corriente de los desastres de la naturaleza —pandemias, cambio climático— y conseguir que todos nos arrodillemos complacientes ante un Nuevo Orden Mundial, un Estado global del que se erradicarán la libertad, la espiritualidad y el derecho natural a la diferencia. Y, mientras tanto, los propietarios de esas grandes corporaciones, aplaudidos por las instituciones globalistas, como la ONU y la OMS, acumulan cada vez más poder y riquezas y marcan la hoja de ruta a los Gobiernos nacionales, que han perdido toda su autonomía. Incluso se han apropiado del discurso pervirtiendo el lenguaje e invirtiendo el significado de las palabras. El para qué de todo esto es la clave. ¿Para qué las vacunas, los protocolos sanitarios y las mascarillas? ¿Para qué el distanciamiento social y las aplicaciones rastreadoras? ¿Para qué la promoción de la OMS? ¿Para qué la recolección de datos y la creación del Big Data? ¿Para qué este experimento mundial? Para que los nuevos profetas y dioses de la nueva religión llamen ciencia predictiva a lo que no es más que sugestión, premeditación y tiranía. Para acelerar la llegada de la Bestia. El gran negocio de esta guerra es un monstruo bastardo en cuyas venas se mezclanun sinfín deintereses de geopoder, geoeconomía, geosalud y geoestrategia. Con la pandemia ha llegado un Nuevo Orden Mundial y la historia nos cuenta que los órdenes mundiales son transformados y creados por las revoluciones burguesas o por las grandes guerras entre naciones. El alcance y las consecuencias geopolíticas, económicas, sociales y jurídicas de esta falsa pandemia son enormes y, además, globalizadas. En esta guerra, el enemigo no se muestra a la población, sino que se disfraza. El mal se presenta como el bien. Pero hay una parte inmensa de la población que sabe lo que está ocurriendo, un conocimiento que pone en peligro la logística de los estrategas. Ahora las mentiras y las distorsiones —las principales armas en esta Tercera Guerra Mundial— se están volviendo contra ellos.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 214
 
 
EL CAMPO DE BATALLA SANITARIO
 
A continuación, expongo brevemente en qué consisten las principales armas bélicas en el campo de batalla sanitario de esta Tercera Guerra Mundial:
 
— Vacunas. Experimento genético que provoca muertes, interrupción de embarazos, infertilidad a largo plazo, reducción de la población mundial y pérdida de libertad. Los vacunados se someten a la presión del grupo para no sentirse solos y excluidos. De ese modo se acaba con la libertad individual a cambio de un supuesto bien común. Cedes tu libertad y la sacrificas por los demás. Resultado: todos perdemos la libertad.
— Compañías farmacéuticas. Según la propaganda de las distintas autoridades, vacunarnos es la única opción, lo que lleva a las farmacéuticas a blindarse con contratos que las exime de responsabilidad ante los posibles efectos secundarios de las vacunas bajo el pretexto de la urgencia. Las instituciones gubernamentales han accedido a este chantaje, lo que las convierte en cómplices de las muertes y de las enfermedades causadas por las vacunas.
— Test PCR. Su utilización como prueba diagnóstica para la COVID-19 es uno de los mayores escándalos de esta trama. Se trata de un instrumento que tan solo sirve para aumentar el número de contagiados en las estadísticas y presionar así a la población para que acepte las restricciones a sus libertades. Al doctor alemán Christian Drosten se le atribuye la propuesta de utilizar este test para diagnosticar la COVID-19. Recomendó 45 ciclos, pero se descubrió que los ciclos superiores a 35 producen falsos positivos. La OMS recomendó limitarlos a 22. Por tanto, de todos los diagnosticados, ¿cuántos son enfermos reales por COVID-19?
El inventor de la PCR, Kary Mullis, premio Nobel de Química en 1993, había afirmado que este test no servía para diagnosticar virus. Falleció —muy oportunamente— en agosto de 2019, unos meses antes del comienzo de la pandemia. Mullis se había mostrado muy crítico con el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, a quien consideraba un medrador, por más que el marketing de las grandes empresas mediáticas lo hayan elevado a los altares.
— Mascarillas. Es un claro ejemplo de obediencia a la autoridad bajo pena de multa y exclusión social. Al igual que las PCR, las mascarillas han dejado de ser instrumentos sanitarios para convertirse en herramientas de los verdugos. Numerosos científicos afirman que la mascarilla provoca muertes por inhalación de CO2 propio y por neumonías e infecciones bacterianas, pero sus voces han sido apartadas del debate público en los medios de comunicación y descalificadas con ataques e insultos infames. El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) dice lo siguiente respecto al uso de la mascarilla:
 
[La mascarilla tiene] un efecto protector de pequeño a moderado, pero aún existen incertidumbres significativas sobre el tamaño de este efecto. La evidencia de la efectividad de las mascarillas, los protectores faciales/viseras y los respiradores no médicos en la comunidad es escasa y de muy baja certeza. Se necesitan estudios adicionales de alta calidad para evaluar la relevancia del uso de mascarillas médicas en la pandemia de COVID-19. En áreas con transmisión comunitaria de COVID-19, se recomienda usar una mascarilla médica o no médica en espacios públicos confinados, y se puede considerar en entornos al aire libre con mucha gente.
 
— Estadísticas de letalidad y mortalidad. Según las tablas comparativas, en 2020 no hubo un exceso de mortalidad respecto a años anteriores en ningún país del mundo. Esto demuestra la manipulación y la falta de transparencia de los datos oficiales. Las estadísticas falseadas, como han denunciado miles de científicos independientes, se han usado para provocar el miedo de la población y someterla a la autoridad.
— Muertes no pandémicas. Es decir, muertes producidas por otras enfermedades no atendidas por el cierre de la atención primaria en los hospitales o por diagnósticos erróneos realizados por teléfono desde los centros de salud. Es llamativo que los mismos protocolos hayan sido aplicados de forma estándar en distintos países con diferentes sistemas e infraestructuras de salud. Este protocolo ha favorecido la reducción de la población mundial, a la que también ha contribuido el ascenso del número de suicidios. Por ejemplo, en España, en una ciudad como Vitoria —de casi 250.000 habitantes—, se estima que unos trescientos jóvenes se han quitado la vida. La prensa lo ha silenciado. En Estados Unidos, un médico de California aseguró que hubo más intentos de suicidio en mayo de 2020 (durante las cuatro semanas de encierro domiciliario) que los que se producen en todo un año en circunstancias normales, y que los suicidios superaron con creces las muertes por coronavirus en el estado de California. Puntualizó que nunca había visto tanta «lesión intencional» en su carrera.
— Pasaportes verdes. Se pretende que el documento que confirma que has sido vacunado sea obligatorio y actúe como salvoconducto para poder trabajar, viajar y acceder a determinados establecimientos. Pero, si la vacuna no es obligatoria, ¿cómo puede serlo este documento? El pasaporte verde causará una grave discriminación. Según la propaganda oficial, solo quien disponga de ese documento podrá moverse libremente y tendrá acceso a determinados puestos de trabajo, un claro signo de nepotismo y dictadura, así como de sugestión. En marzo de 2021, la canciller alemana, Angela Merkel, afirmó que en verano comenzaría a usarse el pasaporte europeo de vacunación, que será digital y podrá llevarse en el teléfono móvil . Marcados los individuos como ganado de primera y de segunda categoría, el pasaporte verde no es más que otra trampa hacia la segregación, el control y la subyugación de las personas.
— Cuarentena obligatoria de la población versus inmunidad de rebaño. A pesar de que la COVID-19 causa un número reducido de casos clínicos en grupos específicos de riesgo y de avanzada edad —de los que solo muere un pequeño porcentaje—, una de las medidas clave en la respuesta a la pandemia fue el confinamiento obligatorio de la población, un encierro particularmente intenso en Occidente y en Hispanoamérica. Las razones ocultas de esta medida nunca han sido explicadas de forma transparente a la población y han tenido grandes efectos tanto a nivel psicológico y económico como en lo que a la evolución de la pandemia se refiere. La no exposición de los grupos de bajo riesgo al virus ha impedido que se produzca la inmunidad de grupo, y, por tanto, la desaparición paulatina del virus entre la población no se ha producido, lo que ha dado lugar a las supuestas «nuevas olas».
— Cooperación de la población. En cualquier plan de control de enfermedad, la cooperación de la población es fundamental. En la pandemia se han observado distintas estrategias psicológicas para que los ciudadanos acaten de manera «voluntaria» todas las medidas de control. Si esa cooperación hubiese fallado, hace tiempo que la pandemia habría acabado.
— Posverdad. Durante la pandemia, la información contradictoria ha sido la nota dominante. Todas las áreas han sido contaminadas por el exceso de información, hasta el punto de que se ha producido una normalización de la mentira en la ciencia de la salud pública. Esto pone de manifiesto la total falta de ética que tanto los Gobiernos como los profesionales sanitarios han demostrado. Este fenómeno ha favorecido la aparición de la nueva censura al servicio del discurso científico único: los fact checkers. El exceso de información también se ha visto en las normas implementadas y en los cambios constantes de estas para tener a la población bloqueada e incapaz de pensar.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 224
 
 
Los casos de trombosis y muertes provocados por las vacunas de AstraZeneca y Janssen inclinaron la balanza hacia Pfizer y Moderna, cuya tecnología de ARN mensajero se había descubierto veinte años antes, aunque hasta ahora no se había utilizado de forma masiva por su alto coste y porque no existía una enfermedad «adecuada» para realizar el experimento. Inquietante que de pronto haya aparecido esa enfermedad tan adecuada…
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 236
 
 
Las vacunas han generado pánico a morir, pero, sobre todo, a quedar excluido socialmente y a ser tachado de irresponsable y de asesino si no me vacuno.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 238
 
 
El papel asignado a la OMS por las élites que la controlan —especialmente Bill Gates, que es su principal financiador— es el de marcar los protocolos de actuación de los diferentes Gobiernos y establecer los hábitos de comportamiento de la población en la Nueva Normalidad. Con mayor o menor claridad, su trabajo es dejar en evidencia la ineptitud de las autoridades nacionales y locales a la hora de gestionar un problema global. Pero la estrategia oculta consiste en que sus dueños privados quieren convertir a la OMS en la autoridad mundial en materia de salud. Es esta organización la que marca la pauta y el paso —es decir, define los protocolos— y los Gobiernos obedecen. Fue durante la investigación que llevé a cabo para la redacción de La verdad de la pandemia cuando descubrí numerosos artículos en los que la OMS y sus científicos colaboradores defendían la reducción del crecimiento de la población y afirmaban que trabajaban desde los años setenta del siglo XX en programas de investigación de vacunas contra la fertilidad. La OMS se fundó en 1948 e inmediatamente adoptó la política de la «planificación familiar», aunque los antecedentes se remontan al año 1916, cuando se inauguró en Estados Unidos la primera clínica de control de natalidad fundada por la enfermera Margaret Sanger. Poco después, debido a la repulsa que sus objetivos causaron en la opinión pública, esas clínicas pasaron a formar parte de la red Planned Parenthood, mientras la OMS seguía insistiendo en que la «reducción de la fertilidad» era una necesidad fundamental no solo para Estados Unidos, sino para la «salud mundial». Ha pasado un siglo desde entonces, pero esta ideología elitista sigue activa en la actualidad, aunque es completamente desconocida por la mayoría de los ciudadanos. Por lo que respecta a la pandemia, la OMS ha alabado la gestión del Partido Comunista Chino —sostén de una dictadura gigante, no lo olvidemos— y nunca ha puesto en duda las cifras de contagios y de fallecidos que el Ejecutivo chino ha reportado. Lo cierto es que la OMS ordena, manda y actúa, y la mayor parte de los Gobiernos ha optado por envolverse en su manto para justificar sus decisiones.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 238
 
 
Fue durante la investigación que llevé a cabo para la redacción de La verdad de la pandemia cuando descubrí numerosos artículos en los que la OMS y sus científicos colaboradores defendían la reducción del crecimiento de la población y afirmaban que trabajaban desde los años setenta del siglo XX en programas de investigación de vacunas contra la fertilidad.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 239
 
 
Comencemos este epígrafe ofreciendo cifras reales: a fines de marzo de 2021, según datos oficiales, había cerca de 3 millones de muertes por COVID-19 en una población de casi 8.000 millones de personas. La letalidad global media (IFR) es de 0,1 % a 0,35 % y la mortalidad global es de aproximadamente 0,035 %. En comparación, la pandemia de gripe de 1918 tuvo una mortalidad global de alrededor del 2,3 %  (40 millones de muertes en una población de 1.800 millones de personas)  .
El 13 de abril de 2021, Project Veritas, un grupo de comunicación que se dedica a desenmascarar las prácticas tendenciosas y antiperiodísticas de los medios de comunicación estadounidenses, publicó un polémico vídeo en su canal de YouTube. En él vemos a Charles Chester, director del área técnica de la cadena CNN, mientras creía estar en una cita romántica. Era su quinto encuentro con una supuesta enfermera a la que había conocido por Tinder. La verdad era que la mujer trabajaba para Project Veritas y que Chester ignoraba que estaba siendo grabado.
Durante el encuentro, el influyente directivo reveló detalles polémicos de la cobertura de la CNN durante la pandemia de la COVID-19, como subrayar e inflar las cifras de muertes diarias a petición del director de la cadena de televisión. Chester explicó que, durante los meses más críticos, la CNN incluyó un contador que mostraba la cifra diaria de muertes en el país, un método que también se ha usado en España y en Hispanoamérica. Chester reconoció que se sentía culpable por actuar así: «¿Por qué [la cifra] no es tan alta hoy? Sería mejor si fuera más alta. Y luego me digo: “¿Qué mierda estoy alentando? Es terrible que estemos haciendo esto”». Sin embargo, nadie lo impidió. Cuando las cifras crecían, había más reacciones en el público. «El miedo es lo que realmente te mantiene sintonizado», dijo Chester, y, le gustase más o menos, la orden llegaba desde arriba, así que no tenía más opción que obedecer: «He estado en la sala de reuniones muchas veces, donde mi director me decía que bajara [las cifras] y yo las bajaba, pero luego recibíamos una llamada telefónica. Hay un teléfono rojo especial. Suena y es el jefe de la CNN diciendo: “No hay nada de lo que estás emitiendo ahora que me impulse a quedarme [sintonizado]. Vuelve a poner los números porque es lo más atractivo que teníamos. Así que vuelve a ponerlos”». Y Chester continúa: «Las noticias tristes no se llevan bien con el rating. Si puedes hacer que alguien se apasione, eso funciona». Sí, pero ¿a qué precio?
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 243
 
 
La muerte de los ancianos durante la pandemia está siendo el crimen más infame jamás cometido en la historia. Además de los daños que está provocando la inoculación de estos novedosos virales en los más mayores, el aislamiento al que fueron sometidos en sus habitaciones de las residencias durante los primeros meses de la pandemia causó miles de muertos en todo el mundo.
Un año le llevó al Gobierno de España empezar a ofrecer cifras sobre el número de ancianos fallecidos. En total, 29.575 personas que vivían en residencias de mayores en España han muerto (oficialmente, a causa del coronavirus), según los datos disponibles el 2 de mayo de 2021 y recopilados por los Ministerios de Derechos Sociales, Sanidad y Ciencia e Innovación, que aún son provisionales. Pero la veracidad de ese dato es oscilante, pues 10.492 muertes serían de personas con síntomas compatibles con el coronavirus que vivían en estos centros. ¿Síntomas compatibles?
Con respecto a las estadísticas mundiales, se estima que el 85 % de los muertos son ancianos. Supongo que, al fin, Christine Lagarde estará feliz, pues mientras era gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) ya alertó «del riesgo de que la gente viva más de lo esperado» y exigió a los Gobiernos que reconocieran que el envejecimiento les podía crear un serio problema económico en el futuro.Es lo que José Viñals, responsable del Departamento de Mercado de Capitales del FMI, denominó «riesgo de longevidad». Según Viñals, «vivir más es bueno, pero conlleva un riesgo financiero importante». Y continúa: «Nos va a costar más como individuos, a las corporaciones y a los Gobiernos. Por eso debemos preocuparnos ahora por los riesgos de la longevidad, para que los costes no nos atosiguen en el futuro». Entre las soluciones propuestas por el FMI se encuentra la contratación de seguros privados y la expresión, siempre inquietante, «entre otras».
 
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 245
 
 
Al comienzo de la pandemia, un grupo de investigadores indios publicaron que el genoma del virus tenía tres inserciones genéticas totalmente incompatibles con una mutación ocurrida en condiciones naturales. Se trata de una conclusión de enorme interés que explicaría la gran variedad de síntomas clínicos, en absoluto habituales en infecciones por coronavirus típicos. Por supuesto, rápidamente se produjo la respuesta por parte de un grupo de investigadores en línea con la versión «oficial», que desmintieron la tesis de los investigadores indios, aunque sin demasiada evidencia científica. Resulta sospechoso que el artículo de estos fuera retirado de Internet a las pocas semanas de aparecer publicado.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 253
 
 
Desde que se declaró la pandemia, la censura no solo ha afectado a las noticias que nos llegan, sino que la ciencia también ha sido perseguida y castigada cuando sus conclusiones no se corresponden con la versión oficial. Por ello es difícil encontrar artículos revisados por pares y opiniones de científicos sin conflictos de intereses que reten a la versión única y analicen la pandemia desde otro ángulo. Así, científicos y académicos se han visto obligados a exponer sus hipótesis por medios distintos de los tradicionales usados en ciencia. En lo que convencionalmente se denomina «literatura gris» encontramos evidencias que deben ser tenidas en cuenta y que, en condiciones normales, «no heréticas», habrían sido publicadas en revistas científicas de prestigio. Un claro ejemplo de esto son los llamados «Informes Yan», escritos por la doctora y viróloga china Li-Meng Yan junto a varios colaboradores. Desde Estados Unidos, ella ha denunciado públicamente la creación del SARS-CoV-2 en un laboratorio militar del Gobierno chino. En su opinión, el SARS-CoV-1 también habría sido concebido artificialmente. A estas alturas todos sabemos que China es una potencia mundial en el estudio de los coronavirus. La doctora Yan detalla en sus informes el procedimiento in-vitro (en laboratorio) de la modificación del virus para hacerlo capaz de causar enfermedades en los seres humanos. Según sus artículos, el SARS-CoV-2 habría sido creado en el laboratorio a partir de un coronavirus «plantilla» aislado de murciélagos denominado ZC45. Unas proteínas específicas de los hospedadores habrían sido manipuladas para infectar a un nuevo hospedador: el ser el humano. Y describe cómo los diferentes atributos de los genomas de distintos virus —como el polémico RaTG13 (del que no se sabe si es natural o creado)— fueron utilizados para crear el virus quimera-SARS-CoV-2. La doctora Yan aboga por la necesidad de una investigación oficial urgente. Denuncia un fraude científico a gran escala y aporta pruebas de que prominentes científicos norteamericanos —favorables a la versión oficial de la pandemia — habrían recibido financiación del Gobierno chino para sus investigaciones. Es el caso del doctor Anderson, autor del artículo publicado en Nature Medicine en el que refuta el origen artificial del virus. También acusa al representante de la salud pública norteamericana, el doctor Anthony Fauci, por conocer y encubrir el origen del SARS-CoV-2
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 257
 
 
El mundo se ha convertido en un laboratorio vivo y todo el Big Data que se está generando acaba en el Laboratorio de Dinámicas Sociales del MIT, dirigido por el gurú de la élite Alex S. Pentland, así como en las fundaciones de los grandes filántropos, la ONU, la OMS, Unicef, el Banco Mundial y los Gobiernos nacionales. Todos están cometiendo ilegalidades al acceder a nuestros datos privados.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 262
 
 
Quieren convertirnos en zombis, en cucarachas en el interior de una inmensa granja, anticiparse a nuestras necesidades y deseos, y enviarnos mensajes acerca de cómo debemos comportarnos.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 272
 
 
El diario semanal The Mail on Sunday ya había denunciado que el Instituto de Virología de Wuhan desarrollaba experimentos con coronavirus de murciélagos financiados con una aportación de 3,7 millones de dólares de la Administración Obama. Los resultados de la investigación se publicaron en noviembre de 2017 con el título: «El descubrimiento de un rico acervo genético de coronavirus relacionados con el SARS en murciélagos proporciona nuevos conocimientos sobre el origen del coronavirus del SARS». Lo cierto es que seguimos sin saber «oficialmente» a qué se dedicaban los científicos en el laboratorio militar de Wuhan. Y lo más grave es que mientras el planeta entero se desangraba con la teoría de un coronavirus de murciélago, China y sus aliados observaban los errores que se cometían sin pronunciar una sola palabra. Aunque es su deber moral, no he visto a ningún presidente ni jefe de Estado reclamar responsabilidades a Xi Jinping. Tan solo lo han hecho unos pocos científicos y periodistas disidentes, que fuimos, y seguimos siendo, atacados, desprestigiados e, incluso, algunos han muerto. Yo siempre defendí que en la trama del coronavirus había dos tipos de laboratorios: el primero, el Instituto Virológico de Wuhan, dedicado a la guerra; el segundo, los laboratorios elitistas de ingeniería social. Así lo expuse en La verdad de la pandemia. Poco después de su publicación, en julio de 2020, supimos que la ya mencionada Yan Li-Meng había huido de China. En Estados Unidos concedió varias entrevistas en las que acusó al Gobierno chino de fabricar la pandemia de la COVID-19. Además, sospechaba que creó el SARS-CoV-2 en el Instituto de Virología de Wuhan a partir de dos cepas de virus que se almacenan en un laboratorio con código PLA (Proprietary Laboratory Analyses). La científica también denunció que el régimen comunista la perseguía para matarla. En febrero de 2021, el doctor Yusen Zhou, que lideraba un equipo de investigadores del Laboratorio Estatal Clave de Patógenos y Bioseguridad del Instituto de Microbiología y Epidemiología de Pekín, y miembro de la Academia de Ciencias Médicas Militares, fue encontrado muerto. Al parecer, Zhou había mantenido contactos con un desertor del Ejército Popular de Liberación de China (EPL) que había proporcionado a las agencias de inteligencia estadounidenses información sobre los programas de armas biológicas del PCCh. El 6 de abril de 2021, la viróloga Yan publicó estos dos tuits: También vale la pena mencionar que Yusen Zhou, esposo de Lanying Du y experto en AMMS [estrategias de evasión inmunológica] de CoV, falleció repentinamente. Justo antes de su fallecimiento, el 29 de abril de 2020, su grupo de investigación envió un manuscrito a Science. El último trabajo de Yusen Zhou describía la mutación Spike N501Y, que más tarde se demostró que era la mutación determinante de la variante B.1.1.7 predominante en el Reino Unido, que surgió en la población humana unos meses después, en otoño.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 275
 
 
Una de las armas más eficaces y potentes en esta gran guerra es el terrorismo mediático. La desinformación y la mentira son la fuente del miedo, que trastorna la psique de las personas hasta el extremo de acabar convertido en odio. Cuando una persona le abre la puerta al odio, accede a sus dominios y, una vez instalado allí —hay un no retorno—, los odiadores ejercerán perversiones, agresiones, crueldades y distopías sin límite contra los odiados. Lo hacen en nombre de la defensa y la salvación de sí mismos, aunque lo enmascaren bajo el lema de una salvación conjunta. Esta acción salvífica enmascara un egoísmo mal enfocado, enfermizo y obsesivo que acaba por devorarlos a ellos, pues nadie, ni siquiera el más soberbio de los dioses, puede salvarse solo. Muy al contrario, provocará su caída y la de todas las huestes que lo siguen.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 280
 
 
Los delitos de odio cometidos por los políticos, científicos, multimillonarios y pseudointelectuales del sistema se complementan con actos de terrorismo desinformativo y propagandístico. Algunas campañas están diseñadas y financiadas para que, desde la televisión, el terrorismo salte a las calles destruyéndolo todo a su paso. Es un monstruo devorador de vida y derechos fundamentales. El terrorismo es el hijo predilecto del odio.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 284
 
 
El terrorismo mediático tiene como objetivo fundamental dirigir a la opinión pública hacia una determinada forma de pensar manipulando la percepción colectiva de los ciudadanos sobre ciertas cuestiones sociales que acontecen en su entorno. Pero cuando es ejercido por los estamentos democráticos o por regímenes dictatoriales y totalitarios, el sistema mediático y el discurso político se retroalimentan para exigir «mano dura» o «tolerancia cero» contra todos esos «ciudadanos irresponsables» a los que hay que denunciar, multar, detener e incluso encerrar en prisión.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 287
 
 
No hay duda: los poderosos solo se sirven de la ley cuando les conviene. Son muchos los actos de terrorismo mediático que estamos presenciando y soportando. Y, mientras tanto, a los periodistas que no nos sometemos a la versión oficial, que la investigamos y analizamos, se nos considera enemigos en esta guerra.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 316
 
 
Desde el principio, la falsa pandemia fue un negocio de guerra planificado.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 317
 
 
Mientras los nuevos señores feudales esquilman a las clases medias y experimentan con la población mundial, a la que ha convertido en conejillos de indias, los casos de muertes y enfermedades causadas por las «vacunas COVID» no cesan de aparecer. Y eso que hacen lo posible por ocultarlos… Hasta el 25 de abril de 2021 se ha registrado en la base de datos FEDRA de la Agencia Española de Medicamentos un total de 17.297 notificaciones de acontecimientos adversos debidos a las «vacunas COVID», de las que ya se han administrado en España 14.290.507 dosis  (a fecha de este informe). Es decir, 121 notificaciones por cada 100.000 dosis. Recordemos que, con menos casos de COVID-19 diagnosticados, los informativos abrían con grandes titulares sensacionalistas y se efectuaban cierres perimetrales en poblaciones y ciudades. Según la Agencia Española del Medicamento (AEM):
 
De las 17.297 notificaciones de acontecimientos adversos, 3.171 fueron consideradas graves, entendiéndose como tal cualquier acontecimiento adverso que requiera o prolongue la hospitalización, dé lugar a una discapacidad significativa o persistente, o a una malformación congénita, ponga en peligro la vida o resulte mortal, así como cualquier otra condición que se considere médicamente significativa.
El 80 % de los casos han sido comunicados por profesionales sanitarios; el 20 %, por ciudadanos particulares.
 
— Pfizer: 10.892 casos (63 %).
— AstraZeneca: 4.559 casos (26,3 %).
— Moderna: 1.780 casos (10,3%).
 
La AEM no informa de los casos mortales, pero señala que más de tres mil notificaciones han sido consideradas graves. Es decir, aún no existen pruebas de que las «vacunas COVID» hayan salvado vidas, pero sí sabemos —según datos oficiales— que han causado una gran cantidad de efectos adversos e incluso enfermedades de enorme gravedad.
Las muertes producidas desde el inicio de la pandemia integran y aumentan el botín de guerra de estas élites obsesionadas con la reducción de la población.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 320
 
 
El totalitarismo necesita dominar psicológica y sentimentalmente al individuo, y para lograrlo se hace con toda la maquinaria de la comunicación. Así, hemos pasado de la libertad de información a la libertad de manipulación, y de esta, a la libertad de represión. En esta guerra, el mal se ha ganado su derecho a «conspirar para el bien». Tremendo esperpento.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 327
 
 
En la Segunda Guerra Mundial la humanidad se encontró en una encrucijada entre el fascismo y el comunismo. En la Guerra Fría, el punto de inflexión lo marcarían el capitalismo o el comunismo. En la Tercera Guerra Mundial la duda está entre si se implantará un globalismo de Estado o un globalismo privado. En realidad, lo que subyace bajo la superficie de uno y otro es un patrón religioso. Las dos opciones confluyen en un sistema teocrático. El Nuevo Orden Mundial del globalismo es una teocracia totalitaria.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 337
 
 
Estamos regresando a la teocracia mediante la construcción de un nuevo Estado global religioso. Regresamos a las cavernas. El globalismo de la élite del poder, con su guerra permanente contra el infiel, responde al patrón de una religión antigua. Con el advenimiento de una nueva veneración, hay nuevos creyentes y herejes, nuevos dioses, nuevos mandamientos «divinos», nuevos castigos y sacrificios, nuevos sacerdotes, sacerdotisas, obispos, cardenales —con mando jerárquico—. Una nueva fe, en definitiva, y un planeta entero que actúa casi al unísono, como una mente-colmena, en nombre de esa nueva fe. La Tercera Guerra Mundial es, desde un punto de vista ontológico, una Guerra Santa en la que los enemigos y los adversarios son nombrados herejes y blasfemos, que de inmediato, solo por pensar y por cuestionar la fe gloriosa difundida en los sacerdotes mediáticos (en los informativos, tertulias, películas, publicidad, influencers…), pasan a ser criminales de guerra. Los obligan a renegar de su fe y a abandonar sus creencias personales. A negar lo que ven con sus propios ojos, sus valores y sus códigos tradicionales. Se les considera negacionistas de la pandemia, del cambio climático y de las distintas plagas que seguirán provocando los dioses supremos del cielo. Nos ofrecen un paraíso en «la otra vida» que está por construir. Es decir, nos piden que pensemos a futuro. «No tendrás nada, pero serás feliz», nos dicen desde el templo del Foro de Davos. Sacrificarás tus propiedades —libertad, privacidad, intimidad, bienes…— a cambio de una felicidad futura, un concepto abstracto e inalcanzable que se adecua a la perfección a un mundo dominado por la zozobra, el miedo, la angustia y, por supuesto, la resignación. Qué exquisitos elementos para crear artificialmente —en las profundidades oscuras del sancta sanctorum de los laboratorios elitistas— una teocracia universal.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 338
 
 
El culto principal de esta teocracia universal es la muerte. Y, como en todos los regímenes de guerra, las condenas a muerte —física, económica, social y espiritual— demuestran que el virus más letal es siempre la codicia. Pero donde reina el Amor nunca podrá imponerse el Mal. En esta Guerra Santa, la sublevación y el combate en nombre del Amor es un imperativo categórico. Einstein se equivocó al predecir que la siguiente guerra se haría con piedras y lanzas. Ahora vemos que la Tercera Guerra Mundial se está haciendo con mensajes, propaganda, nanotecnología, armas biológicas, ciberataques… y el último recurso en el vientre de la Bestia: las armas clásicas, los misiles, las balas, los tanques. Todos los países están en una nueva carrera armamentística, de la que solo se puede esperar lo peor. Un animal herido morirá matando. Me queda la esperanza de que se desfoguen en el conflicto espacial, donde los dioses compiten por el control de los cielos.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 348
 
 
El periodismo de trinchera que practico es peligroso, porque la verdad y la denuncia no son aceptadas por quienes hacen guerras tranquilas con armas silenciosas. No es fácil percibir la propaganda cuando se introduce en las escuelas, ni es fácil cambiar la cosmovisión de las personas que han sido instruidas en la obediencia y en la aceptación de los dogmas de la nueva religión universal que unos pocos tratan de imponer. Por ello han exterminado la lectura comprensiva y el pensamiento crítico en los jóvenes. A fin de cuentas, ellos son los que sostendrán el paraíso y hay que domesticarlos desde la niñez.
 
Cristina Martín Jiménez
La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, página 338
 
 
 


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