Las medidas se tomaron tarde y mal. Deberían haberse
adoptado mucho antes. Pero no se ha dicho la verdad. La verdad. ¿Quién sabía la
verdad?, me pregunté. Y quienes la sabían, ¿por qué iban a compartir el bien
más preciado con políticos, gestores públicos, medios de comunicación y
ciudadanos? Tanto la verdad como la mentira son armas muy poderosas. Y en un
planeta en estado de guerra no hay arma más peligrosa que la verdad.
(…)
Después de tantos años estudiando y analizando el mundo actual —la globalización—, en mi opinión, el contexto estaba claro, y no era otro que la guerra.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
Hay quien confía en los políticos; otros, en los mensajes
que difunden los medios de comunicación; algunos, en los consejos de su
cantante o actor favoritos. Yo no me fío de nadie. A lo largo de todos estos
años he aprendido que detrás de lo que vemos hay otro mundo, también real, pero
oculto, con sus propios intereses y sus modos de presionar a los gobernantes y
a los ciudadanos para lograr sus propósitos. Ese mundo real e invisible lo
forman seres con una psique distinta a la del resto de los mortales. Colaboran
entre sí para volverse cada vez más poderosos, pero también pelean los unos
contra los otros por ocupar el primer lugar en su ranking particular. Me estoy
refiriendo al Poder con mayúsculas, ese que va más allá de lo imaginable y que
se sirve de un arma fundamental: la mentira.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
El objetivo esencial de lo que denominé la «táctica de la
pandemia», combinada con otros mecanismos de presión y manipulación, es la
imposición de una especie de gobierno mundial. ¿Cómo forzarías a los habitantes
del planeta a aceptar una situación que, en principio, no están dispuestos a
aceptar? Asustándoles. Atemorízales con un virus global que nos afecte a todos
para conseguir que las mismas medidas se adopten en todos y cada uno de los
países del mundo. Un arma invisible, imperceptible, que nos persiga en las
calles, en los supermercados, en los conciertos, en los campos de fútbol y que
termine forzando la instauración de determinadas medidas políticas y sociales.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
Yo nunca entendí por qué durante el confinamiento podía
dormir abrazada a mi marido, pero no nos permitían ir juntos al supermercado.
Quizá porque amar en sociedad siempre es un peligro. Tal vez porque los tiranos
de todos los tiempos, incapacitados siempre para amar, se obsesionan con
prohibir el amor de los demás.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
Enseguida comprendí que algo muy grave estaba a punto de
suceder. Que ya estaba sucediendo. Acababan de poner en marcha una operación de
guerra psicológica; una acción secreta, conocida por un número muy reducido de
personas, en la que, según comencé a observar, participaban funcionarios del
Estado, presidentes de Gobierno, periodistas, científicos e intelectuales que,
aun sin conocer del todo el plan maestro, sabían que para sobrevivir debían
subir al barco y dejarse arrastrar por la corriente. Los métodos de guerra han
cambiado. Las antiguas bombas de metralla han sido sustituidas por las bombas
de datos, que se disfrazan de información pero que no son más que propaganda.
Mensajes homogéneos, cuidadosamente elaborados, para dar en la diana de las
emociones y los sentimientos de la masa. Mensajes cómodos en apariencia, pero
terroríficos en su fondo. Como a los indígenas de Alaska, que, engatusados por
los franceses, cambiaron sus tierras por bisutería barata, nos intentaban
convencer de que debíamos ceder nuestra libertad a cambio de «seguridad».
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
… se trata de una operación de guerra psicológica híbrida,
porque se sirven de diferentes armas y tácticas, como el control de las
libertades físicas —arresto domiciliario y el cese del derecho a la
manifestación— y mentales —manejo de la opinión mediante la censura—. Es una
operación psicológica de guerra —secreta y encubierta—, mediante la cual una
crisis planificada dará lugar a un cambio planificado y a una «nueva
normalidad». Me pregunto cuántos de nosotros somos capaces de ver más allá de
las mentiras y el mal, y comprender el terrible trance por el que nos están
obligando a pasar a costa de nuestras vidas, nuestros destinos y nuestra
libertad.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
¿Existe una élite (personas con nombres y apellidos) que nos
está matando mientras algunos ciudadanos salen a aplaudir en los balcones cada
tarde a las ocho?
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
En Wuhan se encuentra el Centro de China para la Colección
de Cultivos de Virus (CCVCC), en el Instituto de Virología de Wuhan (WIV),
considerado el «centro más importante de colección de cultivos a nivel
nacional». El Partido Comunista Chino (PCCh) considera a las especies y
muestras de microorganismos patógenos recursos estratégicos esenciales para
garantizar su seguridad, tanto social como económica y biológica. Así, el
centro está orientado a las necesidades estratégicas y desempeña un papel clave
en los campos de la seguridad nacional y de la investigación en ciencias de la
salud pública. Es decir, un centro biológico al servicio de la defensa
nacional, de la guerra y del statu quo
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
Mis propias investigaciones me han llevado a concluir que,
desde su fundación, uno de los objetivos principales de la ONU y de su
ministerio para la salud, la OMS, ha sido servir a la reducción de la población
mundial y no a fines médicos hipocráticos.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
El programa de investigación de la OMS que desarrolla
vacunas «anticonceptivas» se inició en 1972 y se presentó públicamente en 1976,
justo un año después de que el «Informe Kissinger» fuera adoptado como política
oficial de la Administración estadounidense. Pero, al fin, alguien se decidió a
denunciar las atroces campañas de vacunación de la OMS. Ocurrió en Kenia, en
2014. La OMS y Unicef fueron acusadas por los médicos católicos del país de
haber administrado productos esterilizantes a las mujeres kenianas,
engañándolas con vacunas contra el tétanos. Después de años probándolas en
conejillos de indias humanos —mayoritariamente, mujeres de África y Asia—, en
1993 la OMS anunció públicamente que había logrado crear una «vacuna
anticonceptiva» para la «planificación familiar». Pero, en nombre de la
libertad individual y los derechos humanos, su uso debía contar con el
consentimiento de las mujeres, cosa que en Kenia no ocurrió. Tampoco sucedió en
Nigeria y en México, donde estallaron otros escándalos similares. En noviembre
de ese mismo año, en diversas publicaciones católicas se afirmaba que se estaba
utilizando una vacuna abortiva como profiláctico contra el tétanos. Y un año
después, la Iglesia católica aseguró que dicho programa estaba en marcha en
Kenia. Tres laboratorios independientes de bioquímica acreditados por Nairobi
analizaron muestras de viales de la vacuna contra el tétanos de la OMS que se
utilizaron en marzo de 2014 y encontraron hCG (gonadotropina coriónica humana)
junto con TT (toxoide tetánico). Esta combinación hace que el sistema
inmunitario ataque a las hormonas del embarazo, provocando el aborto en mujeres
en estado, así como la infertilidad de las que no lo están. Ante las críticas,
la OMS entregó 52 muestras en las que casualmente no se detectó hCG. ¿Podríamos
pensar en que la propia OMS manipula las pruebas para su propio beneficio?
¿Acaso tiene la OMS la prerrogativa de administrar una vacuna como profiláctico
contra el tétanos sin revelar que esa misma vacuna extermina la fertilidad de
las mujeres? El resultado de cualquier pérdida de embarazo no explicada (no
diagnosticada) se conoce comúnmente como aborto «espontáneo». Sin embargo, si
la pérdida es causada por una vacuna «anticonceptiva», presentada, según lo
demostrado científicamente por los médicos católicos en Kenia, como un
«profiláctico contra el tétanos», la muerte del bebé se debe a la promesa
engañosa de un nacimiento sin tétanos. Y así, muchas de las futuras madres
kenianas desprevenidas, alentadas por la OMS para garantizar un futuro mejor
para sus futuros hijos, aún no nacidos, en realidad estaban siendo engañadas
para someter sus cuerpos a los efectos de una a cinco inyecciones que evitaron
que sus futuros bebés nacieran. Las habían esterilizado.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
Como agencia de las Naciones Unidas, uno de los objetivos de
la OMS es el control demográfico de la población. Y a reducir el crecimiento de
la población mundial lo llaman «planificación familiar» y «salud reproductiva».
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
BILL GATES, VACUNAS Y
DEMOGRAFÍA
El «filántropo» Gates y su mujer, Melinda, son dos de los
principales donantes privados de la OMS. Y llevan décadas vacunando a niños y
mayores por todo el mundo. Haciendo el bien… ¿O haciendo el mal?
En la web de la Fundación Gates leemos: «El aumento de la vacunación podría salvar a más de 8 millones de niños para 2020; persisten importantes brechas de financiación, otros deben unir esfuerzos». Sabiendo lo que ya sabemos sobre las vacunas de la OMS en Kenia, resulta repulsivo leer las palabras de la señora Gates: «Las vacunas son un milagro: solo unas pocas dosis pueden prevenir enfermedades mortales de por vida». ¿Es la vida de las personas que ellos consideran «pobres» una enfermedad mortal que hay que curar mediante vacunas de infertilidad? «Hemos hecho de las vacunas nuestra prioridad número uno en la Fundación Gates porque hemos visto de primera mano su increíble impacto en la vida de los niños». Supongo que se refiere al impacto de los niños que pueden nacer, porque ¿qué pasa con las madres que fueron esterilizadas? ¿Quién les ha quitado su vida, sus ilusiones y sus anhelos, usurpando su derecho a decidir sobre su propia maternidad?… En África, la fertilidad es un bien muy preciado, y en algunos países y/o tribus ser una mujer infértil puede llevarte al ostracismo.
Pero ¿de dónde le viene a Bill Gates esta irrefrenable obsesión por eliminar a las personas que considera que sobran en el mundo? Al parecer, cuando era solo un niño, ya estaba interesado en los problemas reproductivos de los habitantes del planeta. Fue él mismo quien lo reveló, en 2009, en una entrevista con el periodista Bill Moyers:
Cuando era niño, mis padres estaban involucrados en varias
actividades de voluntariado. Mi padre era el director de Planned Parenthood. Y
era fascinante. Sentados a la mesa, compartían con nosotros las cosas que
estaban haciendo. Y casi nos trataban como a adultos.
Mi madre era miembro del grupo United Way y decidía cómo asignar el dinero tras analizar las diferentes organizaciones benéficas. Tomaba decisiones muy difíciles sobre adónde debían ir los fondos. Así que siempre supe que había algo realmente importante en educar a las personas y que supieran que había distintas opciones respecto al tamaño de las familias.
Así que su «vocación» le viene de lejos… ¿Pueden imaginar
por un momento cómo se forman la mente y los sentimientos de un niño que
escucha de sus padres cómo acabar con el excedente de población mientras se
lleva a la boca un trozo de hamburguesa? A mí me resulta terrorífico. Años
después, en 2010, Bill Gates sugirió en su charla TED «Innovando a cero» que
había que frenar el cambio climático y, para conseguirlo, era fundamental
reducir el crecimiento de la población mundial a cero. Defendió que esto podría
hacerse, en parte, con «nuevas vacunas» (supongo que la otra parte, de la que
no habló, sería el aborto):
El mundo de hoy tiene 6.800 millones de personas. Y nos dirigimos a 9.000 millones. Ahora, si hacemos un gran trabajo en nuevas vacunas, atención médica y servicios de salud reproductiva [aborto], podríamos reducirlo en, tal vez, el 10 o el 15 %.
Sus palabras coinciden con la edición de 2009 del Boletín de la OMS, que estimaba igualmente un aumento de la población mundial desde alrededor de 6.800 millones de personas en 2009 hasta 9.200 millones para 2050. Ampliando ese argumento, Bill Gates expresó en su charla de 2010 la esperanza de que las vacunas, junto con la «planificación familiar», o sea, el aborto, situarán el crecimiento de la población en un nivel cercano a cero. Y continuaba con un dato, en mi opinión, tan estremecedor como revelador en el contexto de las pandemias declaradas por la OMS: «Contamos ya con avances en biología que deberían cambiar drásticamente el tiempo de respuesta para observar un patógeno y poder fabricar medicamentos y vacunas que se ajusten a ese patógeno». Si existen esos avances, ¿por qué tardan tanto en llegar? ¿O acaso están dejando morir deliberadamente a las personas porque les sobran? Y, luego, pretenden vacunarnos al resto para esterilizarnos a todos, a excepción de a aquellos que destinen a la procreación porque los consideren los más aptos para reproducirse.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
¿Acaso Gates es adivino? ¿O quizá sus palabras obedecen a un
guion escrito para ser cumplido a rajatabla? Al instante vinieron a mi mente
las palabras de Hegel/Marx: «La historia se repite dos veces: la primera vez
como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa». Así que,
siguiendo el discurso de Gates, si la primera gran tragedia fue la llamada
peste española, ¿la segunda —la pandemia del coronavirus— es una farsa? Lo que
está sucediendo solo respondería a la activación de una hoja de ruta.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
… a mediados de mayo de 2020, Gates anunció que estaba muy
esperanzado porque, posiblemente, tendrían la vacuna mucho antes de lo que
pensaban. Si se dan cuenta, nos la están vendiendo como venden el último modelo
de teléfono. Lo anuncian un año antes y crean una tremenda ansiedad en los
consumidores, que quieren poseerlo ya, cuanto antes. De ese modo, cuando al fin
llega el móvil a la tienda, se forman grandes colas. La ansiedad provocada como
estrategia de venta hace que quienes llevan un año esperando pasen la noche
previa en la puerta de la tienda. Ahora, conociendo sus excelentes resultados,
usan la misma estrategia de marketing para vendernos su vacuna. ¿Quiénes la van
a comprar?
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
¿Por qué ocurren estos hechos? La respuesta no es simple ni
breve. Para acceder al nivel más oculto del poder, hay que recurrir a la
Historia, esa que el poder pretende sustituir por lo que denomina «memoria
histórica». Es un viejo ardid: la Damnatio memoriae, es decir, destruir la
verdad antigua y sustituirla por una realidad inventada. Por ello, el supuesto
virus del murciélago no me pareció tan importante. El auténtico virus que
estaba actuando y que avanzaba destruyendo lo antiguo era el virus de la
mentira. Y ese nos lo administraban todos los días en televisión. Hay dos
laboratorios en esta historia: uno, el de Wuhan, otro, el gran laboratorio
sociológico donde se habría diseñado y programado la ingeniería social de la
pandemia. Ignorando la historia de este gran centro de manipulación y sin
conocer nuestro pasado, nadie puede entender ni los acontecimientos presentes
ni el futuro de la llamada «nueva normalidad». Desde estos laboratorios se
trabaja bajo los parámetros de la ideología de la élite. Este es el marco de
pensamiento y acción donde nacen los terribles sucesos que estamos viviendo hoy
y donde hay que enmarcarlos para comprenderlos.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
… es del todo imposible conocer la sociedad contemporánea y
el fenómeno de la pandemia si no entendemos antes el enorme poder de la
comunicación y la manera en que esta es manipulada por el poder:
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
El poder de las élites para cambiar las emociones y, como consecuencia,
los comportamientos individuales y colectivos se ha ejercido siempre desde una
estructura de comunicación:
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
El fin siempre es el mismo: el control. Se afanaron en
hallar las claves de desintegración o descomposición social para modificar las
percepciones individuales que alteran las creencias o los valores previos. Los
científicos de Tavistock y sus socios descubrieron que un individuo que pierde
su raíz es más fácilmente sugestionable y, por ello, había que destruir el
núcleo familiar y los principios religiosos, sexuales y de toda índole
inculcados desde la niñez por la cultura tradicional. Justo lo que hacen hoy.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
Como científica crítica que soy, defiendo que las personas
tenemos derecho al conocimiento más completo del mundo y, para ello, hemos de
comprender que el mensaje no es una unidad de significado simple, sino que está
articulado por una estructura compleja que lo configura de una manera
determinada y que explica, al mismo tiempo, por qué no puede ser de otra. En el
mensaje —en la palabra— siempre hay una intencionalidad de respuesta. El poder
genera una estructura de comunicación, por lo que dicha estructura de
comunicación es consecuencia directa de la existencia de una estructura de
poder. Es su criatura. La necesita para respirar. Aunque a veces acabe
devorándola. La reacción de millones de personas en las redes sociales a lo que
consideran una «falsa pandemia» puede acabar devorando al monstruo de siete
cabezas que la ha creado. Para entender la vida social es necesario destruir
las fronteras disciplinarias que marca la vida académica actual. Las esferas de
actividad social son ilimitadas y simbólicas. Así, hemos de preguntarnos: ¿cómo
están relacionados el poder y la riqueza? ¿Cómo nos influye nuestro sistema de
medios masivos, información y entretenimiento? Es un fenómeno complejo. Y,
precisamente por ello, las élites atacan a quienes lo exponemos catalogando
nuestro pensamiento de «simple». Es un argumento paradójico. Y a mí me provoca
risa. Acepto el compromiso clásico que abarca todos los campos del saber
humano, todos los recovecos de la existencia, porque la observación de la
totalidad de las relaciones sociales (de donde se originan las actividades
económicas, política, social y cultural de la vida humana) da las claves para
comprender por qué los medios de comunicación transmiten una «verdad única»
acerca de la pandemia. Ya no cumplen la función clásica del periodismo: dar las
distintas versiones de una noticia a través de la voz de las personas que la
viven y la testifican. Nuestro código deontológico nos obliga a ofrecer una
información rigurosa para que cada uno de los receptores del mensaje se forme
su propia opinión libre. Pero los mass media difunden datos y opiniones
manipulados, previamente cocinados en sus laboratorios sociales para obtener la
reacción prevista. Es en las relaciones sociales donde hay que buscar las
razones que explican no solo la pandemia, sino el mundo actual. ¿Cuál es la
relación de las élites con el pueblo? Ninguna. No existe tal relación. Bueno,
su relación humana con nosotros consiste en atacarnos. Considero que actúan así
porque tienen miedo de nosotros. Y si nos temen es porque no nos conocen. Creen
que somos unos lobos para ellos. Al mismo tiempo, el pueblo cree que ellos son
los lobos. ¿Quién les cuenta a ellos cómo somos? Parece que alguien se está
divirtiendo mucho con el juego de confundirnos a todos. Es la estrategia del
caos narrada en el mito de Babel.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
Kurt Lewin afirmó que no es posible conocer el
comportamiento humano fuera de su entorno. La fórmula matemática de su teoría
es: C = f (P, A) C es la conducta de un individuo, el cual actúa en función (f)
de la situación total, que incluye las circunstancias del individuo (P) y las
del entorno (A). De esta manera, si el poder quisiera asustar a un individuo o
a un conjunto de personas con una pandemia y modificar así su comportamiento,
tendría que acceder a su interior, manipular sus propias circunstancias
(emocionales, sentimentales, económicas, relacionales) y el entorno en el que
vive. Si el poder tiene la capacidad de manipular la información/mensaje que
recibe por los canales a los que acude en busca de información (informativos,
programas de radio, prensa, famosos, influencers) estaría modificando su
entorno, creando un psicoescenario, un drama, una tragedia. Y, según la fórmula
de Lewin, habría conseguido cambiar el pensamiento del individuo o del grupo y,
por tanto, su comportamiento. En este supuesto caso de preparación del
escenario, la «sensibilización» hacia el problema que acaba de surgir y que
amenaza con matar a media humanidad sería fundamental para convencer a los
incautos. Algunos miembros de un grupo se convertirían, por sus propias
circunstancias, en policías de balcón para sus iguales (sus vecinos).
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
… ¿quién está imponiendo ahora el deber de vacunarnos? A mí
me parece observar una evidente simbiosis entre un Gobierno dictatorial y un
grupo de empresas privadas elitistas.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
Los padres del nuevo orden mundial no desean ser conocidos.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
El Club Bilderberg no actúa por dinero, ya lo tiene, sino
por poder: anhela el control absoluto de todas las mentes del planeta. ¿Para
qué? Para que adoremos su sistema. ¿Y cómo lo hacen? Controlando los medios de
comunicación, las escuelas y la cultura.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
Aunque algunos no lo adviertan, vamos hacia un totalitarismo
que no hemos elegido, cuyas armas, como las de cualquier gobierno dictatorial,
son la propaganda, la mentira y la manipulación de los datos y acontecimientos
con el fin de controlar a la población, sometida a un estado de desasosiego
interior. Nadie sabe lo que le ocurre, pero sabe que algo le pasa.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
Desde que en diciembre de 2019 se dio a conocer la
existencia y la amenaza de la COVID-19, una especie de «cultura del terror» se
ha instalado en nuestras vidas. Y, como consecuencia, nos hemos domesticado
—hemos vivido varios meses secuestrados en nuestros domicilios—, como si
estuviéramos en guerra, en un estado de excepción o de sitio. La expectativa es
la esperanza de mejora o cambio proyectada al futuro, por lo que, si los
planificadores de esta situación recurren a sus métodos y herramientas —como la
prensa— para presentar a los ciudadanos el caos en el caso de que no
obedezcamos sus órdenes, ¿solo nos queda el sometimiento a las ideologías y a
los programas de la «nueva normalidad» impuestos por las élites? ¿Por qué ha
podido ocurrir lo que está ocurriendo? Porque con sus laboratorios vivos han
estudiado a los individuos, manipulado a las sociedades y eliminado la
resistencia al cambio del sistema de valores. ¿No hay rebeliones contra la
mentira y lo injusto? Sus tácticas de guerra han sido distintas a las guerras
mundiales precedentes. Son tácticas más sutiles, basadas en técnicas
intelectuales y sentimentales. Lo que buscan es la subordinación a su ideología
cultural. Por eso es más importante conocer la superestructura que sustenta el
trabajo de sus laboratorios de ingeniería social que el laboratorio de Wuhan.
¿Cuál de los dos virus es más letal?
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
Si hay algo que pueda salvarnos, en caso de que tuviéramos
que ser salvados, eso es la palabra, nuestro origen, el logos que ha
configurado y configura nuestras vidas.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
Podemos concluir este apartado afirmando que los poderes se
ven obligados a mantener su estatus, siempre en conflicto con otros de su misma
clase y con lo que consideran un grave peligro: el pueblo. Por ello, su primera
estrategia es apropiarse de los medios de comunicación para proyectar los
mensajes que les interesan. Por otra parte, los ciudadanos, en nuestros días,
no son totalmente convidados de piedra en esta dinámica, sino que resultan en
no pocas ocasiones cómplices de la tiranía por acción u omisión.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
Cómo no, démosles las gracias a nuestros manipuladores por
manipularnos.
Cristina Martín Jiménez
La verdad de la pandemia
(…)
Después de tantos años estudiando y analizando el mundo actual —la globalización—, en mi opinión, el contexto estaba claro, y no era otro que la guerra.
La verdad de la pandemia
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En la web de la Fundación Gates leemos: «El aumento de la vacunación podría salvar a más de 8 millones de niños para 2020; persisten importantes brechas de financiación, otros deben unir esfuerzos». Sabiendo lo que ya sabemos sobre las vacunas de la OMS en Kenia, resulta repulsivo leer las palabras de la señora Gates: «Las vacunas son un milagro: solo unas pocas dosis pueden prevenir enfermedades mortales de por vida». ¿Es la vida de las personas que ellos consideran «pobres» una enfermedad mortal que hay que curar mediante vacunas de infertilidad? «Hemos hecho de las vacunas nuestra prioridad número uno en la Fundación Gates porque hemos visto de primera mano su increíble impacto en la vida de los niños». Supongo que se refiere al impacto de los niños que pueden nacer, porque ¿qué pasa con las madres que fueron esterilizadas? ¿Quién les ha quitado su vida, sus ilusiones y sus anhelos, usurpando su derecho a decidir sobre su propia maternidad?… En África, la fertilidad es un bien muy preciado, y en algunos países y/o tribus ser una mujer infértil puede llevarte al ostracismo.
Pero ¿de dónde le viene a Bill Gates esta irrefrenable obsesión por eliminar a las personas que considera que sobran en el mundo? Al parecer, cuando era solo un niño, ya estaba interesado en los problemas reproductivos de los habitantes del planeta. Fue él mismo quien lo reveló, en 2009, en una entrevista con el periodista Bill Moyers:
Mi madre era miembro del grupo United Way y decidía cómo asignar el dinero tras analizar las diferentes organizaciones benéficas. Tomaba decisiones muy difíciles sobre adónde debían ir los fondos. Así que siempre supe que había algo realmente importante en educar a las personas y que supieran que había distintas opciones respecto al tamaño de las familias.
El mundo de hoy tiene 6.800 millones de personas. Y nos dirigimos a 9.000 millones. Ahora, si hacemos un gran trabajo en nuevas vacunas, atención médica y servicios de salud reproductiva [aborto], podríamos reducirlo en, tal vez, el 10 o el 15 %.
Sus palabras coinciden con la edición de 2009 del Boletín de la OMS, que estimaba igualmente un aumento de la población mundial desde alrededor de 6.800 millones de personas en 2009 hasta 9.200 millones para 2050. Ampliando ese argumento, Bill Gates expresó en su charla de 2010 la esperanza de que las vacunas, junto con la «planificación familiar», o sea, el aborto, situarán el crecimiento de la población en un nivel cercano a cero. Y continuaba con un dato, en mi opinión, tan estremecedor como revelador en el contexto de las pandemias declaradas por la OMS: «Contamos ya con avances en biología que deberían cambiar drásticamente el tiempo de respuesta para observar un patógeno y poder fabricar medicamentos y vacunas que se ajusten a ese patógeno». Si existen esos avances, ¿por qué tardan tanto en llegar? ¿O acaso están dejando morir deliberadamente a las personas porque les sobran? Y, luego, pretenden vacunarnos al resto para esterilizarnos a todos, a excepción de a aquellos que destinen a la procreación porque los consideren los más aptos para reproducirse.
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Su mecanismo de ingeniería social, que deontológicamente es deplorable, hace que las empresas mediáticas sean instrumentos a las órdenes del poder. Ya no proporcionan información, sino el soma de nuestro maravilloso mundo feliz.
Mi intención es explicar cómo funcionan los medios de comunicación porque en ellos reside la clave de la manipulación. Los medios no son neutrales ideológicamente porque tienen propietarios. Estos los usan de acuerdo a sus intereses; por eso aparentan dar información cuando en realidad son el mayor bastión de manipulación en la mal llamada «era de la información». Si El País hiciera periodismo, entrevistaría al científico que afirma que el virus proviene de un murciélago y al que afirma que está genéticamente manipulado. Y dejaría que el lector, a partir de la información recibida, sacase sus propias conclusiones. Pero ya solo en la elección de a quién se entrevista y a quién no hay manipulación. El País es propiedad de los grandes fondos de inversión «buitres», que no están interesados en que los ciudadanos tengamos información, sino en condicionar nuestros pensamientos y, por tanto, nuestros comportamientos. El diario se posiciona y quiere que todos nos vacunemos, por ello elude entrevistar a aquellos científicos que critican las vacunas. No hay objetividad.
La verdad de la pandemia
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Esta homogenización del mensaje implica una visión única del mundo. Es el triunfo de un modelo de globalismo (la globalización de las élites) frente a otras posibilidades, con la extensión de la cultura del miedo —para coaccionar—, el uso de la propaganda frente a la información, la confusión frente a la información, la versión oficial frente a la verdad, el silencio informativo frente a la revelación de lo oculto, la sociedad domesticada frente a la sociedad libre, la policía política frente al sentimiento puro, el totalitarismo frente a la democracia, el involucionismo frente a la evolución…, y todo ello gracias a la inexistencia de pensamiento crítico. Es decir, el pensamiento y la actitud crítica no existen en los medios de masas, ya que el conocimiento liberaría al esclavo de su esclavitud y hay que impedir que piense por sí mismo. Así, el poder le indica qué pensar a través de los tertulianos de los medios, de los científicos seleccionados y de los pseudointelectuales. El mensaje debe ser el mismo en los distintos canales en los que se difunda, ya sea en Nueva York o en China, de lo que se deduce que los propietarios de los medios (la élite del poder) se han puesto de acuerdo y han decidido qué se difunde y qué no. Es decir, para mantener su poder, tienen que silenciar y ocultar determinadas informaciones. Una de sus mejores estrategias es la confusión. El caos.
La verdad de la pandemia
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En este discurso, Rockefeller defendía la necesidad de frenar el crecimiento humano para evitar la superpoblación, argumentando el impacto negativo que un elevado número de habitantes provocaría en el medio ambiente. Según este discurso catastrofista y alarmante, o frenamos la superpoblación o el planeta explota, lo que enlaza directamente con la religión única de la ONU: la ecología tiene más valor que la vida humana. En la nueva ecología converge toda la ideología y los planes de las élites. Defienden que no hay planeta para tantas personas, pero, en realidad, lo que no hay es planeta para tanta codicia. ¿Cómo pueden sostener moral y matemáticamente que sobran humanos cuando ellos (un 1 % de la población mundial) acaparan todas las riquezas del planeta? Existe un terrorismo elitista contra la vida. Les sobran los hambrientos, los inmigrantes, los que mueren en las guerras, porque para el mercado solo se trata de números. Según las cuentas de los dueños del poder, les sobran personas porque tienen contabilizada la cifra de esclavos que necesitan para producir, trabajar y consumir, es decir, para su gobierno mundial. Les sobran los ancianos porque reciben una pensión y ya no trabajan, les sobran los disminuidos psíquicos y físicos, los enfermos y los pobres. Más de dos décadas de propaganda después, políticas eugenésicas como el aborto y la eutanasia recorren el mundo occidental, aunque, después de tanto trabajo y dinero invertidos, numerosos ciudadanos no aceptan estas prácticas y se han rebelado contra ellas.
La verdad de la pandemia
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En la década de los años noventa, Luc Montagnier era el jefe de la Unidad de Oncología Viral del Instituto Pasteur y la prensa lo respetaba y alababa. Pero todo terminó cuando comenzó a hacer declaraciones que ponían en serio riesgo el gran negocio farmacéutico. Ya denunció Montagnier, en una ocasión en que defendió la homeopatía («tiene una base científica que está siendo ignorada»), que «el problema de la ciencia actual es que se silencia todo lo que puede molestar a la economía». Está claro que sus declaraciones molestan a una ciencia secuestrada e interesada. El hecho de que, a finales de 2017, él y su colega Henri Joyeux denunciaran la peligrosidad de las vacunas y de la vacunación obligatoria incide en que es una figura que atenta contra el gran negocio: «Pese a la buena voluntad de partida, [hay un riesgo] de envenenar poco a poco a toda la población», sentenciaron. Montagnier ha puesto en duda toda la línea de flotación que sostiene los últimos planes de la élite para el mundo pospandemia. En la primera década del año 2000, expuso su teoría sobre las ondas eléctricas que, según defendió, emite el ADN. Esta apreciación, en el momento actual, en el que muchos otros científicos no alineados están denunciando los riesgos de la interacción entre las antenas 5G y el ADN, adquiere mayor sentido si cabe.
La verdad de la pandemia
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La verdad de la pandemia
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La pandemia de la COVID-19 es una operación encubierta y secreta de guerra psicológica y biológica contra la población, en la que se enfrentan las élites globócratas (occidentales y asiáticos, sobre todo chinas) con los líderes antiglobalistas que no se adhieren a su nuevo orden mundial. Uno de los líderes visibles del «Eje» globócrata es Bill Gates, que se ha puesto al frente de un consorcio de organismos mundialistas que, tal y como hemos visto a lo largo del libro, están conformados por dirigentes de la OTAN, del Partido Comunista Chino, de la ONU, de la OMS, de la OMT, de universidades y laboratorios de biotecnología y dinámicas sociales, de centros de Defensa e Inteligencia… Esta operación de guerra ha contado con la complicidad de los medios de comunicación globales, propiedad de las élites dominantes. Ahora, lo que queda por determinar —en un nuevo juicio de Núremberg— es la responsabilidad que cada uno de los miembros de esta compleja red ha tenido y tiene en el mayor atentado programado contra los individuos que conformamos la comunidad humana del planeta Tierra.
La verdad de la pandemia
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Yo creía que la viruela ya no existía sobre la faz de la Tierra, así que me puse a investigar sobre ello. Encontré que la OMS la declaró erradicada en 1980 y, desde entonces, no se ha detectado ningún caso. Pero encontré también que solo dos laboratorios en el mundo custodian su cepa. Uno es el Centro para la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, en Atlanta, y el otro es el Centro Estatal de Estudios de Virología y Biotecnología de Novosibirsk, Siberia. Ambos colaboran con la OMS y son revisados por técnicos de bioseguridad de la institución
La verdad de la pandemia
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La ONU se ha creado para la seguridad mundial, estamos listos para la guerra, porque hemos tomado todas las precauciones. Tenemos la OTAN, tenemos divisiones, jeeps, personas capacitadas… Pero ¿qué pasa con las epidemias? ¿Cuántos médicos, aviones, tiendas de campaña y científicos tenemos? Si hubiera algo como un gobierno mundial estaríamos mejor preparados.
No hace falta decir más…
Pero, para terminar, recordemos algunos de los aspectos fundamentales de esta guerra que las grandes élites han declarado. En primer lugar, es importante subrayar que la situación actual es la de una guerra global con varios frentes abiertos:
– Batalla contra las personas, su vida y su libertad.
– Batalla contra los líderes y gobernantes autárquicos, contrarios al nuevo orden mundial que las élites globócratas quieren implantar.
– Batalla entre las élites globócratas por liderar la hegemonía global.
1. Los planes de dominio de las élites se sustentan en unas técnicas de control y manipulación humanas extraídas de distintas ideologías y etapas de la historia reciente: comunismo, socialismo, fascismo y liberalismo. Con ellas perfeccionan su estrategia de totalitarismo global, su nuevo despotismo científico: una tiranía perfecta y feliz. Los diferentes grupos de élites confluyen en un plan común, la llamada «Agenda 2030», cuyo objetivo es alcanzar en ese año los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. En la página web de la Vicepresidencia Segunda del Gobierno, encargada del desarrollo de la Agenda y encabezada por Pablo Iglesias, se lee lo siguiente: «Una España que haya alcanzado los ODS en 2030 será el país con el que todos y todas soñamos. Por eso, la Agenda 2030 está ya en el centro de la visión de Estado y de la acción de Gobierno. Representa una forma de actuar en el mundo. Para alcanzar las metas de cada Objetivo, TODO EL MUNDO [así, en mayúsculas] tiene que hacer su parte: los Gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y personas como TÚ». Tampoco hace falta decir más.
Las tácticas para alcanzar su nuevo orden mundial «Feliz» son las siguientes:
– Táctica del cambio climático.
– Táctica de la pandemia.
– Internet de las cosas.
– Internet de las personas (microchip).
– Religión globalista antiantropocéntrica.
– Educación universal.
– Vacunación universal de manipulación genética.
– Conflictos y políticas de género.
– Gestión de la inmigración.
– Objetivos del Milenio ONU.
– Control de todos los sectores productivos e industriales.
– Vigilancia ciudadana en las nuevas polis inteligentes.
2. El nuevo orden mundial que pretenden imponer estará basado en el dominio —apropiación— de todas las fuentes de energía económica. Y para ello se sirven de una serie de técnicas sintetizadas por el gurú Henry Kissinger en la década de los años setenta del siglo pasado:
4. Las élites convencionales, las creadoras del Club Bilderberg, se han aliado con las élites chinas contra un enemigo común: el presidente autárquico Donald Trump, contrario a la subyugación a las leyes globalistas de las élites. Por ello lo combaten a través de su consorcio, en el que cada miembro de la red está ahí por un solo motivo, por varios o por todos. Unos quieren controlar la tecnología, otros las materias primas, y otros, el planeta entero.
5. Son los financieros reconvertidos en filántropos los que nos han declarado la guerra.
6. Desde el origen —con la creación de los laboratorios de ingeniería social, Parent Parenthood, las fundaciones filantrópicas, las instituciones supranacionales y sus informes «Iron Mountain» y Kissinger— hasta hoy, hay una continuidad en la línea de tiempo por el dominio de las personas y del planeta. Cambian algunos nombres, así como los centros de poder desde donde gobiernan y dirigen las redes de la élite, pero los planes, las estrategias y los objetivos permanecen intactos. ¿Quién será finalmente el rey de los reyes de la Tierra?
7. El fondo es una lucha de poder, pero el trasfondo es el combate entre el Bien y el Mal, la mentira y la verdad.
La verdad de la pandemia
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Y a estas objeciones hay que añadir el perfil de los que serían los gobernantes mundiales. ¿Alguien puede fiarse de ellos?
Numerosos líderes vinculados al Club Bilderberg nos aseguran que es urgente y necesario crear un gobierno mundial, y es preciso cooperar y buscar financiación para llevarlo a efecto cuanto antes por el bien de la humanidad. Pero de las personas que estarán al frente de este gran gobierno no nos explican nada a los ciudadanos. Bueno, contamos con la afirmación de David Rockefeller: banqueros e intelectuales. Ellos pretenden gobernar todas las dimensiones de la vida, del pensamiento y de las actividades humanas, centralizando el control de las finanzas, la ciencia, la información y el conocimiento. Ya estaba ocurriendo. Y con la plandemia lo han acelerado. Es la tesis marxista de la aceleración de la Historia como táctica para alcanzar objetivos.
Como ya hemos visto, deben recurrir a la propaganda porque no es fácil cambiar el pensamiento de las personas. Una de las frases del príncipe Bernardo de Holanda, en los inicios de las reuniones Bilderberg, fue la siguiente: «Es muy difícil cambiar la mentalidad de la gente que ha nacido en el nacionalismo, en los Estados-nación. Es muy difícil convencerles para que cedan parte de su soberanía a instituciones supranacionales, pero nuestro trabajo es hacerlo. Tenemos que convencerles».
Ahí están las instituciones supranacionales, que se presentan como independientes pero que están manejadas por los grandes fondos financieros de los filántropos. Y ahí están los intermediaros entre los poderosos y el pueblo: los famosos, los políticos, las ONG, las organizaciones civiles, los periodistas…, que elaboran bellos discursos para conducirnos a su anhelado control global. Es un método de persuasión. Palabras y personas eficazmente elegidas. Son soldados que propagan sus ideas. Son tácticas de guerra contra la verdad y la libertad de las personas.
Y en su retórica discursiva, en su «neolenguaje» —en el que cambian el significado de las palabras y las expresiones—, a su gobierno único global lo llaman «soberanía responsable». Apelan a nuestra responsabilidad para que aceptemos, por el bien de la humanidad, su nuevo orden mundial. Por ello, una de las primeras operaciones de propaganda al inicio de la plandemia fue apelar a la «conciencia social» para encarcelarnos en nuestras propias casas.
Son expertos en intimidar, asustar, aterrorizar y colocar el miedo en los corazones de las personas. Es un grupo que trabaja a través de amenazas. Pero, en esta ocasión, han ido demasiado lejos. La plandemia es una coacción, una extorsión. Un perverso chantaje. Se disfrazan de salvadores, pero su único objetivo es tiranizarnos.
La plandemia es el chantaje que los filántropos nos están haciendo al resto de habitantes del planeta. Es la revolución de los filántropos.
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La verdadera guerra es contra el amor. El virus es la excusa para quitarnos el amor a la libertad, para que la sacrifiquemos a cambio de la seguridad que sus vacunas supuestamente nos reportarán. Han estado aprendiendo en sus laboratorios pandémicos durante décadas.
Esta nueva crisis es una operación de guerra sociológica rigurosamente planificada para avanzar en la implantación de un gobierno mundial y un sentimiento único de odio. Muchos líderes psicópatas nos conducen a la catástrofe por cumplir su ambición. Y convierten la utopía de sus mentes en una distorsión, en una distopía terrorífica, en un sacrificio en los altares del mal. En muchos países del mundo, el Gobierno ha fallado al pueblo. «Hay una trama en este país para esclavizar a cada hombre, mujer y niño. Antes de que deje este alto y noble cargo, tengo la intención de exponer esta trama», dijo John F. Kennedy poco antes de morir asesinado por el Clan Bilderberg.
Quienes hayan sido educados por la mentira tenderán a permanecer en ella, porque es ahí donde sienten su identidad. La verdad incomoda a quien vive engañado y engañando. Pero no hay que rendirse; hay que perseverar. La clave para dejar de ser esclavo es sentarse frente a los propios miedos y demonios que nos paralizan, no huir de ellos. Cuando sufran por algún miedo, no lo eviten, siéntense frente a él, mírenlo directamente a la cara y conversen con él. Verán cómo, después de haberles trastornado la mente con sus imágenes y palabras, calla cobardemente y va perdiendo fuerza. Y díganle: «Ya no tienes poder sobre mí porque no te tengo miedo». Así lo hice yo y me liberé de mis miedos. Mi naturaleza rebelde se negó a vivir esclavizada.
Ahora les pediré algo. Es una frase con la que Marta Matute, una chica sevillana de diecisiete años, acabó el vídeo-cuento que compuso con los títulos de varios libros, en el que incluyó Los amos del mundo y Perdidos. Por eso me lo envió una amiga común. El cuento de Marta acaba así: «Prométeme que serás libre en el próximo amanecer».
Les pido que lo prometan. Y que confíen en que ya lo son. Nacieron libres. Tú eres libre. Ahora, enseña a ser libre a los esclavos.
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