El poder de cambiar la vida de las personas depende del
conocimiento que estas tengan. El dinero de los plutócratas les sirve para
construir un estado de ignorancia global. No ostentan el poder porque sean más
sabios, más inteligentes o más expertos, sino porque tienen el dinero para
mantener a raya el conocimiento y a quienes accedemos a él y lo usamos con
inteligencia.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página
Para la nueva plutocracia del siglo XXI, los límites no
existen; no hay reglas morales ni principios básicos que actúen como freno.
Llegar a lo más alto y mantenerse en la cima del Monte Olimpo —con el
beneplácito de todos nosotros— es su única pauta de comportamiento. Nada más
importa.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página
En este libro no están todos los que son, pero sí son todos
los que están. He elegido a los diez —en realidad, once— hombres que, a mi
juicio, están entre los que más influencia tienen en el incierto devenir de
Occidente. Elon Musk, Jeff Bezos, Bill Gates, Mark Zuckerberg, Warren Buffett,
Mohammed bin Salmán, Larry Fink, Rupert Murdoch, George Soros, Larry Page y
Sergey Brin. Los dos últimos comparten capítulo porque juntos han trabajado
para crear el reino del Inframundo que es Google, sin el cual parecería que
nada ni nadie existe. Todos ellos se han arrogado el derecho —que nadie les ha
dado— de decretar nuestros destinos, convirtiéndonos en marionetas, ya sea de
las salvajes leyes de mercado —establecidas por ellos mismos— y de la
especulación financiera (Fink, Buffett, Soros); de los medios de comunicación
(Murdoch, Musk, Bezos, Zuckerberg, Fink, Soros); de la industria energética
(Bin Salmán, Fink, Buffett), y de los «avances» tecnológicos y científicos
(Musk, Bezos, Zuckerberg, Page y Brin).
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 11
ELON MUSK
A modo de curiosidad, solo decir que uno de los nueve hijos
de Elon Musk (se ha casado tres veces) se llama X Ӕ A-12: «La X es una variable
que representa una incógnita; el símbolo Ӕ significa “amor” en idioma de
inteligencia artificial, y A-12 es el nombre del avión favorito» del magnate
y de su entonces pareja, la cantante Grimes.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 24
Lo sean o no, a Musk se le acumulan las denuncias —oficiales
o extraoficiales—. También en la primavera de 2022, el medio digital Business
Insider18 publicó que SpaceX habría pagado 250.000 dólares para evitar una
denuncia por acoso sexual contra Musk. La supuesta víctima es una azafata de
los aviones corporativos de la compañía, a quien, al parecer, Musk le mostró su
pene erecto, le frotó la pierna sin su consentimiento y le ofreció un caballo a
cambio de «algún tipo de favor sexual». Cuando el periódico quiso conocer la
versión del magnate, este alegó que «los ataques contra mí deben verse a través
de una visión política. Este es su (despreciable) manual estándar, pero nada me
disuadirá de luchar por un buen futuro y por el derecho de ustedes a la
libertad de expresión»19. Añadió que las acusaciones eran «salvajes» y
«totalmente falsas». ¿Qué entenderá Elon Musk por buen futuro y por derecho a
la libertad de expresión? ¿Hacia dónde se dirigen sus garras ahora que medio
mundo se ha puesto en su contra? Como veremos a continuación, las maniobras del
dios «libertador» no siempre dan los resultados esperados e incluso son capaces
de crear el desorden y el caos allí donde menos lo esperábamos.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 27
Para un tipo tan alborotador, arrogante y vanidoso como
Musk, retar al poder establecido, protagonizar su propia revolución y elevarse
triunfante sobre los demás dioses y pavonearse ante los mortales lo es todo…, o
casi todo. Ahora ha cambiado su discurso sobre Twitter y dice que adquirir la
red social es un primer paso, un «acelerador para crear X, la aplicación para
todo», es decir, una plataforma inspirada en el WeChat chino, que centraliza la
vida de los ciudadanos del gigante asiático —mensajería, redes sociales,
compras y pagos on-line, tarjetas sanitarias e incluso la interacción con los
servicios públicos— y que se ha convertido en la clave del sistema de crédito
social chino, una especie de ranking que califica a los ciudadanos como «confiables»
o «no confiables» para ganar y perder el acceso a servicios y oportunidades
—incluso la posibilidad de encontrar un empleo o hacer un viaje— dependiendo de
sus comunicaciones, de con quién y cómo se relacionan en Internet, en el
trabajo o en la calle, y de cuáles son sus compras y actividades24. O sea,
primero dice que viene a liberarnos y luego nos conduce a un sistema de
vigilancia total.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 29
Musk ha venido a desbaratar el orden del mundo.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 31
Las siguientes tandas de publicaciones dirigidas por Musk
han expuesto que el FBI pagó a Twitter casi 3,5 millones de dólares para que
sus empleados cumplieran sus peticiones, así como que antiguos agentes tenían
su propio canal privado. Además, después de que Musk tuiteara que el virus de la
Covid-19 es un arma biológic, la plataforma no deja de publicar nuevos archivos
y noticias sobre la falsa pandemia, como que los gestores imposibilitaron el
debate científico legítimo al censurar las informaciones de médicos,
periodistas y otros disidentes que trataron de exponer la verdad —entre los que
me incluyo— porque atentaban contra los intereses de las farmacéuticas y los
dogmas del establishment30. Es decir, lo que ya sabíamos, pero con documentos y
e-mails que lo avalan.
También sabíamos la verdad respecto a otra trama destapada:
que muchas de las cuentas de los «expertos» que aconsejaban las vacunas y los
protocolos eran falsas, y que estaban pagados por la industria farmacéutica,
que también presionó a Twitter para silenciar a todos los que explicaban que,
después de la infección por Covid, la inmunidad natural era superior a la
protección que ofrecía cualquier tipo de vacuna. Con cada entrega, Musk tuitea
insistiendo en la misma idea: todo lo que pensábamos que era conspiración se ha
convertido en realidad.
Como era de esperar, las críticas siguen llegando en aluvión
a la mesa del magnate sudafricano. Dioniso se ha atrevido a señalar con el dedo
al poder establecido, a la familia del presidente y al Partido Demócrata, y ni
mucho menos semejante acto puede pasarse por alto. Ha llegado la hora de hacer
pagar a Elon Musk su atrevimiento. Esto es precisamente lo que estamos
presenciando en la guerra que el poder globalista le ha declarado. «Si me
suicido, no he sido yo», tuiteó el 26 de noviembre de 2022 tras publicar la
foto de su mesilla de noche31, donde se ven unas latas vacías de Coca-Cola
junto a un revólver.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 32
Excéntrico, visionario, descontrolado, impetuoso,
egocéntrico, arrogante megalomaníaco… Estos son algunos de los adjetivos que
con más frecuencia se dedican a Elon Musk, que piensa que la humanidad está en
peligro y solo la tecnología —y él— puede salvarla. Quizá por eso se denomina a
sí mismo el «tecno-rey». Tal y como asegura Tim Higgins, autor de Power Play:
Tesla, Elon Musk, and the Bet of the Century (2021), «Elon es el mayor de los
preppers», en alusión a los llamados «preparacionistas», que se alistan activamente
para la llegada de una gran catástrofe que acabará con la vida en la Tierra. Es
decir, el magnate sudafricano ha venido al mundo a prepararnos —y salvarnos—
ante el futuro que nos espera.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 34
Se deberían preguntar por qué querría dinero —escribió hace
unos meses—. Cerca de la mitad de mi dinero se destina a solucionar problemas
en la Tierra. La otra mitad a ayudar a establecer una ciudad autosuficiente en
Marte para asegurar la continuación de la vida (o de todas las especies) en
caso de que caiga un meteorito en la Tierra, como con los dinosaurios, o que
ocurra la Tercera Guerra Mundial y nos destruyamos a nosotros mismos40.
Menos mal que sigue siendo multimillonario porque si no,
¿qué sería de nosotros? Leer para creer.
Este nuevo Dioniso reencarnado está extasiado por su osadía
y ahora pretende arrastrarnos a su culto con promesas de un mundo mejor,
emborrachándonos de datos y revelaciones secretas, liberándonos de las reglas y
restricciones de la civilización. Pero estar poseído de un delirio profético no
es bueno. Es fabuloso no ser normal, pero también es peligroso, porque entre la
genialidad y la locura hay una línea muy fina. El Musk «revolucionario» y
transgresor se presenta como el libertador y el guía justo cuando se ha roto el
antiguo orden mundial y el mundo está necesitado de líderes. Pero no abuses,
dios antiguo, no engañes, no induzcas en un trance hipnótico a quienes tus
colegas globalistas marginaron. Te diriges a los malditos, a los excluidos, a
los condenados al ostracismo y los invitas a regresar al ágora de Twitter al
reclamo arrebatado de tu ambrosía, eliminando las prohibiciones y los castigos.
Quizá seas nuestro villano favorito, pero la embriaguez no me lleva a olvidar
tu Neuralink ni tu súper aplicación X, desde donde pretendes controlarnos. El
éxtasis de tus licores no me impide recordar que uno de tus nombres es Dimorfo,
que hace referencia a tu doble personalidad: puedes mostrarte bello o terrible,
según las circunstancias. No me fío de ti y permaneceré alerta.
El caso es que se avecinan tiempos difíciles para el jovial
Dioniso del siglo XXI.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 38
JEFF BEZOS
¿Para qué luchar por convertirte en un dios inmortal si, al
final, tus ojos no ven cómo todos los demás doblan la rodilla ante ti? ¿Y por
qué si no comprar en 2013 el emblemático diario estadounidense The Washington
Post por 250 millones de dólares1 —algo más de lo que ganaba en dos días—
cuando el propio Bezos había asegurado poco antes que los «periódicos en papel
estarán muertos dentro de veinte años» y que solo serán un objeto de lujo que
la gente leerá en los hoteles? ¿Acaso le interesa a Bezos el periodismo y la
búsqueda de información veraz? Según explicó Marty Baron, editor del The
Washington Post hasta 2021, Bezos está «convencido de que la labor del
periodismo es fundamental para la democracia». Es decir, el magnate nos hace a
todos el «gran favor» de rescatar un periódico en horas bajas y mantenerlo con
vida gracias a las suscripciones de los lectores, que ahora lo leen en la web.
Resulta llamativo el hecho de que, dos años antes de la adquisición del diario,
Bezos acudiera la reunión que el Club Bilderberg celebró en uno de los hoteles
participados por la familia Rockefeller, el Grand Hotel Kempinsky de Sant
Moritz (Suiza). El contrato de compra del The Washington Post incluía otros
medios de comunicación propiedad de la familia Graham, como los periódicos
Gazette, Greater Washington Publishing y El Tiempo Latino. Las conexiones de
esta familia —una de las más poderosas de Estados Unidos— con la CIA se
remontan a la creación de la agencia en 1947, mientras que su presencia en las
reuniones anuales del Club Bilderberg comenzó en los años ochenta, si tomamos
como fuente las listas oficiales de asistentes a los cónclaves del grupo que ha
manejado los hilos de la política y la economía mundiales durante casi todo el
siglo XX y lo que llevamos del XXI. Un dato paradójico es que el padrastro de
Bezos trabajó para Exxon, una de las empresas del hombre que años después
acabaría invitando a su hijastro al Club Bilderberg: David Rockefeller.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 45
Estamos en los inicios del siglo XXI y nos encontramos con
un Kronos reencarnado luchando encarecidamente contra el destino y
materializando la idea con la que comenzamos el capítulo: a Bezos, que ahora
tiene cincuenta y ocho años, lo que le preocupa de verdad es la muerte. En este
sentido podemos mencionar uno de sus proyectos más singulares, la financiación
de la construcción (desde 1989) de Clock, un reloj que se mantendrá activo —en
Sierra Diablo, al oeste de Texas— durante 10.000 años con la intención de
hacernos pensar en la humanidad a largo plazo3. Está claro que Bezos no quiere
morir y, puesto que un gigantesco reloj no cesará de recordarle el inexorable
paso del tiempo, está dispuesto a usar su fortuna para encontrar el elixir de
la eterna juventud. Por ahora su enfrentamiento contra el antiquísimo Anubis
(dios egipcio de la Muerte) le ha llevado a invertir 3.000 millones de dólares
en la start-up Alto Labs, empresa dedicada a explorar cómo detener el
envejecimiento de los seres humanos.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 47
Ya han comenzado a «revitalizar cuerpos enteros de
animales», reconfigurando su genética para evitar que mueran —esta «gran
ciencia» parece indistinguible de la magia—. Dicho de otro modo: manipulan
células de animales para rejuvenecerlas y, posteriormente, insertarlas en
humanos. Suena espeluznante, a película de ciencia ficción, pero en Alto Labs
es real. Y está pasando.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 48
A Jeff Bezos lo conocemos principalmente por su inmenso
poder, su fortuna, su espíritu emprendedor, su visión a medio y largo plazo
para los negocios, sus triunfos y éxitos… Un hombre —por mucho que le pese, es
lo que es— que gana 13.000 millones de dólares a la hora, mientras sus
empleados reciben quince; un hombre que, como ya hemos visto, se enfrenta a su
destino como humano —mortal— y está dispuesto a lo que sea para no envejecer y
seguir dirigiendo eternamente los destinos de los simples mortales que somos
sus súbditos. ¿O debería decir esclavos? Sin embargo, no todos son luces y
brillos en su trayectoria. Por ejemplo, es bien sabido que sus empleados son
tratados como robots y que las quejas de los trabajadores de Amazon se cuentan
por miles: en 2014 fue elegido «el peor jefe del mundo» en el tercer congreso
de la Confederación Internacional de Sindicatos celebrado en Berlín. Sharan
Burrow, secretaria de la entidad, señaló que Bezos representa la inhumanidad de
los patronos que están siendo promocionados por el modelo empresarial
estadounidense6. También sabemos que en Amazon «se destruye a lo salvaje» y que
en sus almacenes se acumula la basura provocada por las devoluciones y por los
productos dañados.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 50
El «efecto Amazon» amenaza con transformar de manera abrupta
nuestras ciudades erosionando un elemento clave de su identidad y cohesión
social: el pequeño y mediano comercio, que es fundamental para la soberanía y
la democracia económica11. Pero, como les ocurre a todos los dioses de la
Historia, lo que de verdad importa no es el pueblo, sino su imagen pública. Por
ello, para tapar su falta de escrúpulos, acaba de anunciar que se implicará en
apoyar nuevas causas filantrópicas, ya que, al parecer, está «muy preocupado» por
la situación económica global. Ante el panorama de crisis y recesión, tiene una
recomendación para los pequeños negocios: que no asuman riesgos. ¿Es solo que
se siente superior o se está burlando de todos nosotros? ¿Por qué no se dedica
a pagar mejores sueldos a sus empleados y a cuidar el ecosistema de producción
local que se está cargando? Mucho me temo que, a él y a su pareja, la reportera
mexicana Lauren Sánchez, les resulta más adecuado —al menos, a su rango de
divinidad— regalar su dinero «para ayudar al cambio climático y otros proyectos
humanitarios y políticos». Una declaración tan etérea como el dios del Tiempo.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 52
En el ámbito de la falta de libertad y de democracia, Amazon
también ha puesto su granito de arena al proporcionar a las fuerzas del orden
público herramientas de vigilancia de reconocimiento facial. Rekognition es el
nombre de esta tecnología, «potente y peligrosa» en palabras de la Unión
Americana de Libertades Civiles, que ya se usa en algunos lugares de Estados
Unidos para la «identificación de sospechosos».
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 52
En su ilimitado afán de poder, los nuevos dioses ya no
desean competir con los antiguos, sino derrocarlos, ocupar su lugar, luchar
entre sí y mostrarse invencibles ante todos los demás, simples mortales. A fin
de cuentas, para los dueños del planeta la vida de las personas se reduce a
eso, a un simple algoritmo que se puede almacenar, copiar, modificar y, por
supuesto, eliminar cuando lo crean oportuno. El pensamiento, el aprendizaje que
surge a partir de la experiencia vivida y sentida, los sentimientos, los
temores, los sueños, los fracasos, las victorias, las ideas que nos definen…
Nada de esto importa cuando te crees un dios inmortal y das rienda suelta a una
ambición desproporcionada y sin límites. Para el nuevo Kronos, envejecer es una
enfermedad que hay que curar o «prevenir», y la «gran ciencia», financiada con
su propia fortuna, pondrá todo su empeño en hacernos —perdón, en hacerlos a
ellos— inmortales. Los demás, pobres y esclavos, no podremos pagar la
eternidad.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 53
El nuevo Kronos del siglo XXI pretende provocar un cambio
radical en nuestra forma de entender la vida y el sentido de ser humanos. Desea
controlar, por medio de la genética, el Árbol de la Vida y construir un nuevo
Edén a su medida. Habría que recordarle a Bezos y a sus sumos sacerdotes las
palabras de Alejandro: la muerte no es una enfermedad que se pueda curar, ni
siquiera los más sabios, los más ricos ni los más poderosos pueden.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 54
BILL GATES
El caso es que podemos afirmar que, desde sus inicios como
emprendedor, lo que hacía Gates era vender humo, un humo muy deseado, eso sí,
al que un empresario sin escrúpulos como él ha sabido sacar provecho.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 58
Recordemos de nuevo —es preciso recordarlo una y mil veces—
la charla TED titulada «Innovando a cero» que Gates pronunció en 2010. Dijo que
era necesario frenar el cambio climático, para lo cual había que reducir el
crecimiento de la población mundial a cero, ya fuera con «nuevas vacunas» o
disminuyendo la natalidad mediante la «planificación familiar», es decir, el
aborto, la esterilización y la eutanasia.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 60
Si hablamos con las cifras en la mano, en 2022 se han
producido en nuestro país más muertes «inexplicables», a una media de cien
personas diarias fallecidas «sin que se sepa la causa», tal y como denuncia
Rafael Cascón Porres, investigador de la Universidad Politécnica de Madrid10. Y
lo mismo está ocurriendo en los países más vacunados contra el coronavirus. Por
ejemplo, los datos extraídos de los informes del Gobierno de Reino Unido son
contundentes: una de cada 246 personas vacunadas contra la Covid en Inglaterra
murió dentro de los sesenta días posteriores a recibir una dosis de la vacuna
contra el virus; el riesgo de sufrir miocarditis aumentó hasta el 13.200 % y el
número de llamadas a urgencias por ataques al corazón en menores de treinta
años subió un 82 % en 2021. Asimismo, una de cada 73 personas vacunadas contra
la Covid-19 estaba muerta a fines de mayo de 2022, lo que significa que las
vacunas anti Covid son, al menos, 75 veces más mortales que cualquier otra
vacuna combinada. Además, las tasas de mortalidad por 100.000 habitantes son
más bajas entre los no vacunados que entre los vacunados en cada grupo de edad.
El riesgo de sufrir abortos espontáneos ha aumentado un 1.517 % y existen
documentos confidenciales de Pfizer que revelan que el 90 % de las mujeres
embarazadas vacunadas contra la Covid perdieron a su bebé, aunque tanto el
Gobierno como los reguladores de medicamentos optaron por ignorar estos datos.
Los documentos de Pfizer hablan de que, en el estudio
realizado en animales, se encontró que existía un mayor riesgo de esterilidad y
de defectos de nacimiento tras la inoculación de la vacuna, por lo que «no se
puede garantizar suficientemente el uso seguro de la vacuna en mujeres
embarazadas», revelando además que la vacuna de la Covid se acumula en todo el
cuerpo (un hecho que se negó hasta el último momento), incluidos los ovarios,
por lo que los casos de cáncer de ovario y de útero están ahora en su punto más
alto.
Las cifras oficiales de mortalidad en Europa muestran que ha
habido un inquietante aumento del 691 % en el exceso de muertes entre los niños
desde que, en mayo de 2021, la Agencia Europea de Medicamentos dio la
autorización para el uso de emergencia de la vacuna «Pfizer Covid-19» en
menores de doce a quince años. Por desgracia, esta tendencia ha continuado
hasta 2022, con Europa registrando un incremento del 381 % en el exceso de
muertes de niños en comparación con el promedio de 2018 a 202112.
Los datos hablan por sí solos; solo hay que conocerlos. Al parecer,
el Ícaro del siglo XXI ha decidido soltar lastre para que su vuelo hacia el sol
sea lo más ligero y rápido posible. Dicho de otro modo: ha decidido
exterminarnos, ya sea actuando contra el nacimiento de nuevos seres, ya sea
mediante el uso masivo de unas sustancias que él mismo se encargó de vendernos
como la única vía para «salvar a la humanidad».
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 65
En la era de imagen, la verdad es lo que la gente cree que
es verdad.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 67
Recuerdo ahora cómo Gates reflexionaba acerca de su vivencia
durante la pandemia, parte de la cual la pasó en una mansión de 6.000 metros
cuadrados con playa privada: «Tengo perfecta conexión a Internet, casas
grandes, un avión privado en el que no hay riesgo de infección. Pude ver a mis
hijos. Otras personas lo pasaron mucho peor, sobre todo los pobres, claro».
¡Qué afortunado! Cómo disfruta recreándose en la pobreza y en el sufrimiento de
los demás… Sin embargo, Gates asegura que solo les dejará a sus hijos 10
millones de dólares de herencia porque considera que demasiado dinero no es bueno
para su desarrollo como personas. En esto no se equivoca: solo tiene que
mirarse en el espejo para ver a un verdadero monstruo.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 68
Gates es un tipo siniestro que sigue insistiendo en que
hemos de estar «preparados para la próxima pandemia». Por ello, el 23 de
octubre de 2022 volvió a organizar, junto al Centro Johns Hopkins para la
Seguridad de la Salud y la OMS, un nuevo ejercicio de simulación pandémico
(como el Event 201) titulado «Contagio catastrófico». Como Nerón, Gates es
capaz de quemar Roma con tal de salirse con la suya. «Espero que no tengamos
que vérnoslas con el bioterrorismo, con un virus extendido de forma
intencional», dijo unos meses antes en una entrevista25. El tecnócrata solo
piensa en programar. Durante su adolescencia y juventud programaba ordenadores.
Ahora programa sociedades y personas. Y virus.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 73
MARK ZUCKERBERG
En las dos primeras décadas del siglo XXI, Mark Zuckerberg
se convirtió en un ídolo de masas al que todos admiraban y rendían pleitesía.
Era el nuevo Ángel de la Luz, el creador de la red social más importante del
planeta, que conectaba a personas de todas partes que ingenuamente se creían
dueñas de su voz, de su imagen y de sus pensamientos, mientras otros los
manipulaban y hacían negocio con sus datos. Pero nadie lo sabía entonces y los
jóvenes lo idolatraban y aspiraban a ser como él: un chico listo de clase media
que creó un nuevo cosmos y que se hizo multimillonario. Pero ¿su creación
mejoró el mundo en el que vivíamos? En un acto de seguidismo aterrador, en
buena parte de las personas se instaló la idea de que, si no estás en Facebook
y no recibes tantos «me gusta» al día, no existes.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 89
Durante más de dos décadas, este Lucifer posmoderno ha
rivalizado con Dios ofreciéndonos un nuevo paraíso mediante el control de las
tres redes sociales más importantes del momento y, posteriormente, la
construcción del metaverso. Sin embargo, el revés ha sido monumental: tan solo
el 9 % de los mundos virtuales que el metaverso ya ha creado llega a tener
cincuenta usuarios, y la mayoría ni siquiera son visitados. Nadie desea vivir
en una realidad virtual concebida por un imitador de Dios. Parece increíble,
pero en plena era de las apariencias el universo natural está venciendo al
ciberinfierno.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 90
MOHAMMED BIN SALMAN
Muchos analistas internacionales lo consideran el autor
intelectual de la beligerante política del reino saudita desde que, en 2015, su
padre, el rey Salmán, llegó al trono.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 95
Muchos analistas internacionales lo consideran el autor
intelectual de la beligerante política del reino saudita desde que, en 2015, su
padre, el rey Salmán, llegó al trono. Se dice que es el verdadero poder en la
sombra y el responsable del diseño de la mayoría de los objetivos del nuevo
Gobierno saudita. Según fuentes oficiales, uno de ellos es crear una alianza
militar islámica antiterrorista, para lo cual MBS desató en 2017 la guerra en
el seno de los países del Consejo de Cooperación del Golfo. Arabia Saudita,
Baréin y Emiratos Árabes Unidos, junto a Egipto, rompieron las relaciones
diplomáticas con Catar y bloquearon los espacios aéreo, terrestre y marítimo
tras acusar al Gobierno catarí de «promocionar, respaldar y financiar a los grupos
islamistas extremistas»1. Además, en 2015 MBS inició una brutal guerra contra
Yemen, secuestró al primer ministro libanés (2017) y, como veremos, en 2018
ordenó el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, un suceso que provocó la
indignación de la opinión pública internacional.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 95
En el otoño de 2022 se dio a conocer otro de los proyectos
estrella de MBS. Se trata de «The Line», una ciudad futurista —tendrá menos de
200 metros (¡sí, metros!) de ancho y 170 kilómetros de largo— que se está
construyendo en una de las zonas más áridas del planeta, en el noroeste de
Arabia Saudita, entre los montes de Tabuk y el mar Rojo. Un tren de alta
velocidad unirá los límites de la metrópolis en veinte minutos, mientras que el
diseño de la ciudad —del que se encarga NEOM, empresa propiedad de Bin Salmán—,
con sus muros de vidrio de 500 metros, proporcionará un clima ideal durante
todo el año. En su interior podrán vivir hasta nueve millones y medio de
personas10. No habrá ni carreteras, ni calles, ni automóviles y, según el
anuncio oficial de Prensa Saudita (SPA), «funcionará con energía cien por cien
renovable y priorizará la salud y el bienestar de las personas sobre el
transporte y las infraestructuras». El objetivo es que la ciudad esté operativa
en 2030 y los impulsores del proyecto —es decir, MBS— han lanzado el anuncio
por todo el mundo para atraer fondos con los que construir esta nueva urbe tan
futurista como distópica. Tan solo un dato más: The Line estará cubierta por
millones de espejos solo visibles desde el exterior y en su interior podremos
encontrar desde un estadio de fútbol hasta un puerto deportivo en el mar Rojo,
pasando, por supuesto, por un aeropuerto de conexión con el resto del país. Y
todo eso, repito, en uno de los desiertos más áridos del planeta… ¿Alguien da
más? Es una exhibición de poder absoluto. Como los faraones antiguos que se
construían pirámides, MBS se eleva sobre los mortales para clamar ante el
mundo: «¡Miradme, yo tengo una ciudad y vosotros no!». Ante semejante
despliegue de poder y ostentación, no es de extrañar que a Bin Salmán ahora
todos le den la mano.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 99
¿Por qué hay temas que desaparecen del espacio mediático de
un día para otro y que se retoman dos años después, cuando la mayoría ya los ha
olvidado? ¿A quién le interesa hablar de la muerte de un periodista en mitad de
una pandemia? ¿Quizá a los poderes fácticos en pugna global? Por desgracia,
cada año mueren centenares de periodistas en el mundo, pero, por alguna razón
que ya empezamos a comprender, Jamal Khashoggi era más importante que los
demás. El caso es que dos años y medio después de su muerte, en febrero de
2021, la Casa Blanca publicó el informe de la inteligencia estadounidense, en
el que se afirmaba que el heredero al trono Mohammed bin Salmán era, sin lugar
a dudas, el responsable del crimen. «Concluimos que el príncipe heredero de
Arabia Saudita, Mohammed bin Salmán, aprobó una operación en Estambul, Turquía,
para capturar o matar al periodista saudita Jamal Khashoggi», se resumía en el
arranque del informe.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 104
Este tira y afloja constante fue beneficioso para ambos
países, aunque parece que las cosas están cambiando radicalmente en los últimos
años, sobre todo desde que MBS se convirtió en el líder de facto de Arabia
Saudita. La agresiva política exterior del príncipe heredero responde a una
profunda convicción: el reino no está dispuesto a aguantar más críticas de
Estados Unidos y Occidente, y por más que estos amenacen con sanciones —ya sea
por el «caso Khashoggi» o por la decisión de la OPEP de reducir la producción
de petróleo—, lo cierto es que Arabia Saudía tiene la sartén por el mango. Más
aún cuando Occidente se encuentra atado de pies y manos por la crisis
energética provocada a raíz de su actual guerra contra Rusia.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 108
En realidad, lo que estamos presenciando es el final de un
proceso que comenzó hace décadas, desde que los gobernantes del reino
comenzaron a nacionalizar su petróleo. La alianza entre Estados Unidos y Arabia
Saudita se remonta a 1945, cuando el entonces presidente Roosevelt y el rey
Abdulaziz ibn Saud —fundador de la dinastía saudita en el país— sentaron las
bases de una relación estratégica por la cual Washington garantizaba la
seguridad de la monarquía a cambio de que Riad asegurara al acceso de Estados
Unidos a sus reservas de petróleo. Pese a los importantes puntos de desacuerdo
que hubo entre los dos países en la segunda mitad del siglo XX (guerra del Yom
Kipur y crisis del petróleo de los años setenta), la relación se mantuvo a
flote, y eso pese a la amenaza que para Estados Unidos supuso la
nacionalización —desde la década de los años ochenta— de la principal empresa
del reino, Aramco, que, como ya dijimos, controla la gestión y explotación de
los campos de gas y de petróleo de Arabia Saudita. La potencia estadounidense
siempre ha necesitado a los saudíes para mantenerse en la cumbre del Olimpo, y
estos han sabido aprovechar las circunstancias para afianzar su dominio en la
zona y, de alguna manera, «patentar» su petróleo. Este tira y afloja constante
fue beneficioso para ambos países, aunque parece que las cosas están cambiando
radicalmente en los últimos años, sobre todo desde que MBS se convirtió en el
líder de facto de Arabia Saudita. La agresiva política exterior del príncipe
heredero responde a una profunda convicción: el reino no está dispuesto a
aguantar más críticas de Estados Unidos y Occidente, y por más que estos
amenacen con sanciones —ya sea por el «caso Khashoggi» o por la decisión de la
OPEP de reducir la producción de petróleo—, lo cierto es que Arabia Saudía
tiene la sartén por el mango. Más aún cuando Occidente se encuentra atado de
pies y manos por la crisis energética provocada a raíz de su actual guerra
contra Rusia.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 107
MBS se mostró contundente: «Tenemos todas las capacidades
para alcanzar una economía industrial competitiva y sostenible, incluidos
jóvenes talentos ambiciosos, una ubicación geográfica distinguida, ricos
recursos naturales y empresas industriales nacionales líderes».
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 108
MBS (Mohammed bin Salman) está haciendo que el reino saudita
abandone a Estados Unidos para unirse a sus dos grandes rivales y a los demás
países que conforman el grupo de los BRICS, que también han recibido las
solicitudes de Turquía, Argelia o Argentina. De hecho, el ministro de
Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, declaró que «hay toda una cola de
Estados que reclaman la plena adhesión [al grupo]. De ser aceptadas todas las
solicitudes, los cinco [Brasil, Rusia, la India, China, Sudáfrica] se
convertirán en entre quince y diecisiete países». Lo cierto es que en el grupo
de las «economías emergentes» se concentra el 40 % de la población mundial, y
Estados Unidos tiembla ante la posibilidad de que siga creciendo, sobre todo
por la competencia energética que esto implicaría. Si Argelia y Arabia Saudita
se sumaran, el grupo acumularía el 60 % de las reservas mundiales de gas. A
esto hay que añadir el desafío geopolítico, porque los BRICS defienden las
soberanías nacionales frente al globalismo totalitario; es decir, están en las
antípodas del orden hegemónico que los centros de poder estadounidenses
implantaron después de la Segunda Guerra Mundial. Mientras todo esto sucede
entre bambalinas, el batallón de Occidente contraataca mediante sus ONG de
cabecera, como Amnistía Internacional o Human Rights Watch —financiadas para
desprestigiar a los enemigos de las corporaciones estadounidenses—, y los
medios de comunicación que actúan a su servicio, como The Washington Post. Por
más que nos vendan las bondades de las famosas «primaveras árabes», la verdad
es que estas fueron provocadas y dirigidas por la CIA y otros grupos de poder
globalistas, y también nos manipularon cuando estalló el escándalo por el
asesinato de Jamal Khashoggi, que sirvió para declarar como enemigo número uno
al líder saudita. Así es cómo se combate en las guerras del siglo XXI,
manipulando a la población y creando estados de opinión complacientes con el
bando que se considera a sí mismo vencedor.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 108
Desde 1932, el Estado saudita ha sido una monarquía absoluta
—es una de las cuatro que quedan en el mundo— y una teocracia basada en los
principios de la ley islámica. Hablamos del único país musulmán en el que jamás
se han celebrado elecciones presidenciales, no existen los partidos políticos,
la homosexualidad está castigada con pena de muerte, los opositores al régimen
son perseguidos, difamados y detenidos, y las mujeres siguen siendo
consideradas ciudadanas de segunda. En los últimos años se han relajado
bastante las medidas discriminatorias contra las mujeres, que, por ejemplo, ya
no tienen que adherirse a un código estricto de vestimenta que implique ir
completamente cubiertas. Aun así sigue vigente un sistema de tutela que implica
que dependen del permiso y la voluntad de los hombres —en general, padres o
maridos— para casarse y otras decisiones importantes. Eso sí, desde que MBS se
encarga de todos los asuntos clave del reino se ha producido un gran avance:
las mujeres ya pueden conducir e incluso asistir a los campos de fútbol,
apartadas de los hombres, claro, pero al menos pueden ver a Messi o a Benzema
en directo. Un gran consuelo.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 110
Yates de superlujo, castillos en Francia, arte renacentista,
equipos de fútbol… y petróleo, mucho petróleo. Por eso ahora todos le dan la
mano y le buscan como aliado, justo cuando nos encontramos en plena Tercera
Guerra Mundial, en la que está en juego la creación de un nuevo orden
geopolítico.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 111
Como decíamos al comienzo del capítulo, a Ares, guerrero
implacable, no le importaba tanto quién venciera en las guerras como asegurarse
de que el combate continuara, pues de ese modo lograría que todos hincaran la
rodilla ante su mera presencia y le adoraran. A Mohammed bin Salmán, con solo
treinta y siete años y el mundo a sus pies, le quedan muchos combates que
provocar, mantener y ganar. En esta guerra desatada entre dioses, unos desafían
el statu quo y otros quieren mantenerse en el poder. ¿Podrá vencer Estados
Unidos a semejante coloso? El país que ha liderado el mundo durante más de
siete décadas ahora ve peligrar su corona. El sistema ha saltado por los aires
y en la escena internacional han aparecido nuevos actores que no están
dispuestos a sostener el liderazgo y el arbitraje global de la potencia
estadounidense. Sus gobernantes reclaman otras formas de gestionar el poder y
están poniendo en jaque el tan ansiado gobierno mundial que propagaban las
élites globalistas. Muchos de los países a los que, desde principios del siglo
XX, Estados Unidos convirtió en vasallos son a día de hoy grandes potencias.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 111
A Mohammed bin Salman, con solo treinta y siete años y el
mundo a sus pies, le quedan muchos combates que provocar, mantener y ganar. En
esta guerra desatada entre dioses, unos desafían el statu quo y otros quieren
mantenerse en el poder. ¿Podrá vencer Estados Unidos a semejante coloso? El
país que ha liderado el mundo durante más de siete décadas ahora ve peligrar su
corona. El sistema ha saltado por los aires y en la escena internacional han
aparecido nuevos actores que no están dispuestos a sostener el liderazgo y el
arbitraje global de la potencia estadounidense. Sus gobernantes reclaman otras
formas de gestionar el poder y están poniendo en jaque el tan ansiado gobierno
mundial que propagaban las élites globalistas. Muchos de los países a los que,
desde principios del siglo XX, Estados Unidos convirtió en vasallos son a día
de hoy grandes potencias. Es el caso de Arabia Saudita, y Mohammed bin Salman,
que de tonto no tiene un pelo, está sabiendo aprovechar el momento.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 111
LARRY FINK
A diferencia de la mayoría de los dueños del planeta de los
que aquí estamos hablando, Larry Fink (y su gigantesco ente financiero) ni
construye ni fabrica nada. No se dedica ni a la tecnología, ni a la energía, ni
a la comunicación, ni a las armas, ni a los viajes espaciales… Aunque, en
realidad, se dedica a todo un poco. O, mejor dicho, mucho. Ese es el elemento
más perverso de la historia: el poder de BlackRock proviene, sencillamente, de
la ingeniería financiera, una actividad «intangible» que a comienzos del siglo
XXI se convirtió en la más rentable y poderosa del planeta.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 4
Cuando se habla de dinero, de inversión en Bolsa y de
ingeniería financiera, eso de «saber por adelantado» suena a fraude, a acceso y
utilización de información privilegiada y a mala praxis, lo que no debería
extrañarnos en un hombre formado y acostumbrado al oscurantismo que reina en
las altas esferas del poder.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 118
En la última década, BlackRock ha continuado con su
expansión a gran escala, hasta el punto de ser a día de hoy la empresa que más
dinero gestiona del planeta. Han pasado catorce años desde que, en su
particular guerra entre titanes, unos pocos decidieron estallar la burbuja
inmobiliaria que previamente habían creado, y en todos y cada uno de ellos la
revista Fortune ha nombrado a Fink como uno de los «mejores líderes del mundo».
Además, es miembro del Foro Económico Mundial y miembro del Consejo de
Administración de la Universidad de Nueva York y del Consejo Asesor de la
Escuela de economía y Gestión de la Universidad de Tsinghua de Pekín9.
Actualmente se calcula que la compañía estadounidense maneja unos activos
equivalentes a 10,5 trillones de dólares, lo que la sitúa por encima de la
economía de Alemania10. Aún más: si BlackRock fuera un país, sería la cuarta
economía del planeta tras Estados Unidos, China y Japón.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 118
¿Hasta dónde llegan los tentáculos de BlackRock y de Larry
Fink? Lo cierto es que la empresa controla la mayoría de las acciones de
gigantes como Microsoft, Amazon, Apple, Google, Twitter, Coca Cola, PepsiCo,
Ferrari, Bank of America, J. P. Morgan, Pfizer, McDonald’s o Uber, e influye
—como propietario que es— en los principales medios de comunicación estadounidenses,
como por ejemplo, Time Inc. (8,12 %), Fox (18 %), CBS (16 %), Comcast (13 %) o
Disney (12 %).
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 119
Desde sus inicios, los vínculos de BlackRock con el poder
político de Washington han provocado sospechas más que fundadas: por ejemplo,
uno de los altos directivos de la empresa ocupa desde 2021 el cargo de director
del Consejo Económico Nacional estadounidense, tras ser asesor de la Casa
Blanca durante el mandato de Barack Obama (2005-2017). En 2020, BlackRock
también fue contratada por la Administración Trump para gestionar las
inversiones y protegerlas de la recesión creada con la pandemia de la Covid-19.
La Reserva Federal estadounidense fue quien adquirió los servicios del gigante
financiero, momento que este aprovechó para aumentar considerablemente sus
beneficios. De nuevo nos encontramos con esa alianza indestructible entre el
poder político y el poder financiero que parece encargada de regir el destino
del planeta. ¿Hasta cuándo?, nos preguntamos. ¿Acaso nadie se da cuenta de la
manera en que los amos del mundo se han adueñado de los destinos de todos
nosotros? ¿Nadie es capaz de alzar la voz y denunciar semejante acto de
nepotismo?
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 120
Como cabía esperar, las decisiones de BlackRock están
basadas en otra alianza tenebrosa, la que mantiene con la Inteligencia
Artificial y el big data, tecnologías que han permitido la construcción de una
nueva deidad, Aladdin (acrónimo de Asset, Liability, Debt and Derivative
Investment Network, es decir, Red de Inversión en Activos, Pasivos y
Derivados), un software mágico que maneja a su antojo los mercados financieros
y que decide a gran escala en qué invierten los grandes patrimonios. El
software —propiedad de BlackRock— analiza el comportamiento histórico de todos
los productos financieros que existen o han existido en el mercado. Tiene en
cuenta todas las incidencias posibles y las fluctuaciones financieras derivadas
de catástrofes que puedan darse o crearse, como las pandemias de la OMS, los
desastres climáticos reales o inventados, las burbujas inmobiliarias pinchadas,
las guerras provocadas… Tras compararlas con situaciones similares del pasado,
el último juguetito del becerro de oro calcula las posibilidades de éxito o de
fracaso de una inversión en estudio, es decir, su riesgo. Al menos eso es lo
que nos cuentan, porque, como era de esperar, BlackRock mantiene en secreto el
algoritmo que utiliza Aladdin para su funcionamiento. Obviamente, si de verdad
existe y es tan eficaz como dicen —cosa que dudo—, otros podrían utilizarlo en
su contra si se diera a conocer.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 121
Durante la reunión, el vicesecretario general del Fondo
Monetario Internacional, Min Zhu, sentenció: «Es urgente avanzar en las
reformas estructurales en Europa, pero es difícil por los procesos electorales.
Los grandes retos necesitan grandes líderes po
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 125
Los gobernantes siguen siendo tan corruptos como entonces —e
incluso más—, y la recesión económica ha vuelto a ser activada con las armas de
vanguardia de las élites globalistas: pandemias que se planifican y guerras que
enriquecen a sus industrias bélicas y energéticas mediante inflaciones
disparadas que causan los mismos daños y estragos que una plaga bíblica enviada
por Dios.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 125
En 2020 vimos cómo las élites retomaron el «ellos contra
nosotros» y nos vapulearon con otra gran crisis, la provocada por la pandemia de
la Covid-19 —mejor dicho, la pandemia de los fondos privados que integran la
OMS, como BlackRock—. Y dos años después, en febrero de 2022, cuando parecía
que todo volvía a la normalidad, hicieron estallar la guerra de Ucrania, una
nueva oportunidad para ganar dinero… Está más que demostrado que Larry Fink es
un experto en eso de estar en el lugar adecuado en el momento oportuno: en el
mes de septiembre de 2022 mantuvo un encuentro por videoconferencia con el
presidente Volodimir Zelenski para impulsar las inversiones públicas y privadas
en Ucrania. BlackRock se ofreció para asesorar «gratis» al Gobierno ucraniano y
captar fondos para la reconstrucción. A la oligarquía ucraniana —han demostrado
con creces ser grandes adoradores del becerro de oro—, le entusiasmó la
propuesta, por lo que, dos meses después, el Ministerio de Economía anunció que
la compañía estadounidense liderará el diseño de la estructura y del proceso de
inversión, de la gobernanza y del uso de los fondos —repito: públicos y
privados— que se consigan18. Podemos afirmar que Ucrania ha logrado su
propósito de ser plenamente europea. Zelensky no se cansa de propagar que ha
llevado a su pueblo a la guerra por «la libertad y la democracia», pero ahora
comprobamos que lo ha entregado a las garras del mayor fondo buitre del mundo.
El líder ucraniano asegura que luchan para dejar la mejor herencia posibles a
sus hijos. Pues ya la tienen: una deuda vital. Ya son tan europeos como
nosotros. Ahora BlackRock es el dueño del país y los nuevos esclavos ucranianos
trabajarán a las órdenes de su amo. En resumidas cuentas: tenemos a una gran
corporación financiera manejando los hilos de la política de una nación en
guerra que hay que reconstruir, por lo que será esa misma gran corporación la
que establezca la agenda que ordene qué hacer —y cómo hacerlo— tanto en el
ámbito económico como en el político. Si esto no es una receta hacia la tiranía
totalitaria, que me digan qué lo es. Ante la creación de un nuevo orden
internacional, los poderosos toman posiciones y comienzan a sacar sus nuevos
peones al tablero de juego. BlackRock cuenta con el as en la manga de Aladdin y
su algoritmo secreto, lo que lo sitúa como el mejor candidato para ganar la
partida.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 126
La guerra de Ucrania nos está ofreciendo una lección
extraordinaria: nuestras sociedades no tienen sustitutos al carbón y el
petróleo, y cualquiera que pretenda implementar la tan cacareada transición
ecológica nos estará conduciendo a la ruina.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 128
BlackRock conforma uno de los principales vértices de la
estructura de poder global, desde donde se despliega una efectiva red que
favorece y facilita el desarrollo de negocios de alto nivel, a los que, por
supuesto, nadie que no forme parte de la élite globócrata puede acceder.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 129
LARRY PAGE Y SERGEY BRIN
—Larry Page y Sergey Brin— han ido censurando y cerrándonos
las puertas del conocimiento, impidiéndonos «acceder al mundo» en toda su
complejidad y riqueza. El principal buscador de Internet se ha convertido en un
arma de doble filo: por un lado, nos aseguran que todo está en Google1, pero,
por otro, nuestras almas —nuestra existencia— dependen del «juicio» que sobre
ellas hacen unos algoritmos previamente programados, que son los que en última
instancia deciden hacia dónde hemos de girar nuestras cabezas y hacia dónde
dirigir nuestra mirada. Es el reino de la manipulación de datos por excelencia
disfrazado de democracia y de libertad. Es el Inframundo. Eso sí, un Inframundo
que permite amasar fortunas fabulosas capaces de acallar la menor crítica y
convertirnos a todos en borregos.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 133
Tampoco debe de estarlo la recopilación, el uso y la
manipulación de datos personales. En la evolución de Google se observa un
patrón de conducta que causa terror: el buscador está en todos los dispositivos
electrónicos que usamos (televisiones, ordenadores, coches, teléfonos móviles…)
y los aprovechan para recopilar datos, sobre todo, los que hacen referencia a
nuestros hábitos sociales y de consumo. Se trata de llevar un espía en el
bolsillo o de tenerlo en el propio salón de casa. No lo notamos, parece que ni
siquiera respira, pero está ahí. Siempre está ahí, vigilante para pesar tu alma
incluso antes de pasar al reino de los muertos… Basta recordar que en 2007 la
Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos puso en marcha su programa
clandestino PRISM, cuyo objetivo no es otro que la recogida masiva de
comunicaciones procedentes de las principales empresas que operan en Internet.
Y la principal, ya lo sabemos, es Google.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 138
Pese a las denuncias continuadas y al escándalo que supuso
el descubrimiento de la existencia de PRISM (a raíz del famoso «caso Snowden»),
en junio de 2013, el entonces presidente estadounidense Barack Obama dijo que
las prácticas de recopilación de datos de la NSA constituyen «un sistema
restringido destinado a que seamos capaces de proteger a nuestro pueblo». Es
decir, que espiar está permitido cuando se trata de proteger a nuestro pueblo…
¿No nos recuerda esto a los peores totalitarismos que tuvimos que padecer
durante el siglo XX? Ingenuamente creíamos que con el final de la Guerra Fría
habían terminado, pero ahora vemos cómo se está intentando implantar un
totalitarismo aún más feroz y represor: nos lo venden con el disfraz de las
buenas obras y los ciudadanos lo compramos sin darnos cuenta de que les estamos
entregando nuestras almas para ser valoradas, analizadas y manipuladas.
En este sentido, recordemos las famosas cookies de terceros
de Google, ese elemento que permite seguir el historial de búsquedas de un
usuario y, por tanto, hacer un seguimiento de las actividades que se correspondan
con un determinado perfil. Ante las acusaciones que se produjeron por
intromisión en la privacidad de las personas, Google se defendió diciendo que
las cookies eran absolutamente necesarias para conservar las preferencias de
los usuarios entre dos consultas consecutivas para poder ofrecer así un mejor
servicio —¡qué majos, siempre pensando en nosotros! —. Sin embargo, lo cierto
es que se trata de una información privada que Google podría verse obligado a
dar a cualquier Gobierno si este la requiriese. La alianza creada entre el
principal buscador de Internet y el poder político y económico no solo
despierta sospechas, sino que aterroriza cuando se analiza en profundidad.
En el legendario «Haz lo correcto» de Google tampoco debe
figurar eso de pagar impuestos, porque desde sus inicios la compañía ha
recibido numerosas críticas por practicar la tan cacareada «ingeniería fiscal»
propia de las grandes tecnológicas. Son muchos los países que se quejan de que
estos gigantes reciben un trato de favor por parte de los Estados y encuentran
grietas que les permiten evadir impuestos. En 2021, los países agrupados en el
G-20 alcanzaron un acuerdo para fijar un impuesto mínimo de sociedades a las
multinacionales y establecer un sistema para que paguen allí donde operan,
aunque no tengan presencia física. Y es que en este ámbito nos encontramos ante
una realidad escandalosa: las multinacionales desvían cada año cerca del 40 %
de sus beneficios a territorios de baja o nula tributación a través de
complejos entramados societarios que han proliferado gracias a la
globalización.
En 2017, este porcentaje ascendía a casi 600.000 millones de
euros, lo que supone casi la mitad del PIB de España. Así, por ejemplo, durante
más de una década y hasta 2020, Google utilizó el esquema conocido como «doble
irlandés» o «sándwich holandés», una técnica fiscal que permite tributar la
mayor parte de los impuestos a un tipo impositivo ultrarreducido en paraísos
fiscales.
Según la agencia de noticias Reuters, la táctica del gigante
tecnológico le permitió ahorrarse hasta 23.000 millones de dólares en 2017 y
24.500 millones en 20185. Las presiones de la Unión Europea hicieron que hace
dos años la multinacional abandonara estas prácticas, aunque, tal y como recoge
el Financial Times, Google ha sido una de las últimas empresas en adaptarse a
la nueva legislación. Entre las medidas adoptadas por la UE se encuentra la
denominada «tasa Google», con la que, por ejemplo, en España se han recaudado
480 millones de euros frente a los casi 1.000 millones que Hacienda había
previsto para el pasado ejercicio fiscal6. La realidad es que las big tech
siguen encontrando vías de escape para no tributar lo que les correspondería según
sus beneficios, mientras los Estados —y las medidas tributarias que estos
adoptan— siempre van un paso por detrás. ¿Es así como entiende Google su propio
eslogan «haz lo correcto»? ¿O quizá es que, como tantos otros grandes
propietarios de multinacionales, el nefasto Hades del siglo XXI se siente por
encima del Bien y del Mal y de las reglas que los mortales adoptan para
convivir?
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 138
La estructura de comunicación y poder global se ha
construido sobre las bases de las cinco empresas tecnológicas más valoradas en
Bolsa: Alphabet (Google), Amazon, Facebook (Meta), Apple y Microsoft, a las que
posteriormente se les ha unido Twitter, que son referidas con el acrónimo
GAFTAM. En los últimos quince años, las GAFTAM se han transformado hasta
desarrollar funciones propias de la prensa tradicional, como producir y
difundir noticias. Es decir, son generadoras de opinión pública y, por tanto,
capaces de modificar el pensamiento y la acción de individuos y de comunidades
ingentes.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 141
las grandes multinacionales adoran a «San Google», que lo
sabe todo y se ha otorgado el derecho de realizar una censura planetaria para
satisfacer tanto sus propios intereses como los de los otros dueños del planeta
de quienes se alimenta.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 146
¿Cuántos miles de millones de cuentas ha cerrado YouTube desde
la declaración de la pandemia de la OMS? Debido a su opacidad, es imposible
saberlo. Tal vez los datos que publicó Facebook nos permitan hacernos una idea.
La plataforma de Zuckerberg manifestó que había cerrado más de 1.300 millones
de cuentas en tres meses (de octubre a diciembre de 2021)9 y que tenía más de
35.000 trabajadores destinados a luchar contra la desinformación. A partir de
esos datos podemos imaginarnos la sangría que hizo YouTube, cuya hipocresía fue
aún más lejos, porque, mientras censuraba vídeos que cuestionaban la
información oficial sobre el Covid, la directora ejecutiva de la plataforma,
Susan Wojcicki, fue premiada por su defensa de la «libertad de expresión» por
la organización estadounidense Freedom Forum Institute (abril de 2021).
Resulta llamativo que la propia plataforma sea una de las
patrocinadoras del premio. Los organizadores de la ceremonia Freedom of
Expression Award 2021 destacaron que su objetivo era «reconocer a las personas
por sus valientes actos de expresión libre y sin miedo». Mis carcajadas las
deben de estar oyendo desde sus respectivos Inframundos. Todas las entrevistas
que me hicieron desde España e Hispanoamérica a raíz de las investigaciones
realizadas para mi libro La verdad de la pandemia fueron censuradas en YouTube.
Creo que solo permanecen dos o tres de las más de cien que concedí.
En marzo de 2021, la plataforma confirmó que en los últimos
seis meses había eliminado más de 30.000 vídeos con «información falsa o
engañosa» sobre las vacunas contra el coronavirus. La nueva «Santa Inquisición»
solo apoya los mensajes coincidentes con los criterios sanitarios de la
Organización Mundial de la Salud, según la portavoz de la compañía, Elena
Hernández, a Axios 10. Es la primera vez que la plataforma publica datos sobre
la eliminación de vídeos de esta temática y que reconoce que YouTube persigue
este tipo de «información falsa» sobre las vacunas. Hay más de 800.000 vídeos
eliminados por «información incorrecta» sobre el coronavirus desde febrero de
2020. Pero la persecución al crítico o al disidente no debe cesar nunca, y para
que no haya errores es necesario crear —y actualizar— herramientas que permitan
un seguimiento exhaustivo de los movimientos de los ciudadanos en las redes
sociales.
YouTube también cerró las cuentas de los que ahora denominan
«antivacunas», entre ellos el canal de Children’s Health Defense Fund, la
organización fundada por Robert F. Kennedy Jr., sobrino del presidente John F.
Kennedy. Asimismo, la plataforma audiovisual ha cerrado el canal provida
LifeSite.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 146
No me cansaré de repetirlo: envejecer no es morir, y morir
no es una enfermedad.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta
WARREN BUFFETT
No hay duda de que Warren Buffett conoce bien los mercados
financieros y es capaz de «controlar» el pánico que se instala en los demás
cuando llega una época de crisis. De hecho, durante los dos largos años de
pandemia, el multimillonario puso miles de millones a «trabajar», ya que, tal y
como él mismo vaticinó en uno de sus numerosos «oráculos», este ha sido un
«periodo ideal para los inversores: un clima de miedo es nuestro mejor amigo».
Aprovecharse del miedo generalizado es su estrategia para enriquecerse, pues le
permite realizar compras a precio de ganga. Durante la pandemia, algunas de sus
inversiones fueron bastante más predecibles, como su apuesta por las
farmacéuticas o por la tecnológica Apple.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 156
El propio Buffett ha reconocido que paga menos impuestos que
su secretaria. ¿Por qué? Porque sus negocios financieros están estructurados de
tal forma que gran parte de lo que gana no está clasificado como ingresos. El
problema real es que muchos de los instrumentos que rigen la economía
financiera son lo suficientemente opacos, complejos e incomprensibles para la
mayoría de los reguladores que algunos pueden sortear las leyes fiscales sin
que nadie sepa cómo actuar. Y los reguladores no solo desconocen el modo de
resolver la situación, sino que ni siquiera saben que sucede así9. Se trata de
una forma de actuación en la sombra, enormemente compleja e incomprensible para
la mayoría, que ignora —y, según la élite, ignorantes debemos seguir— que unos
pocos manejan a su antojo y en su propio interés todos los recursos del
planeta.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 158
Warren Buffett y Bill Gates se conocieron en 1991 y desde
entonces han sido confidentes, amigos y socios. Los dos comparten la idea de
que su éxito se debe fundamentalmente a su capacidad de concentración en el
trabajo, ya sea el de comprar y vender acciones de empresas, el de «ofrecer»
sistemas operativos aún inexistentes —como ocurrió con Microsoft—, o el de
ayudar a «salvar el planeta» reduciendo la población. Así, en la década de
1990, la Fundación Buffett ayudó a financiar el desarrollo de la píldora abortiva
RU-486 y, entre 2001 y 2014, contribuyó con más de 1.500 millones de dólares a
causas relacionadas con el aborto, incluidos al menos 427 millones para la
organización Planned Parenthood y 168 millones para la Federación Nacional del
Aborto13. Me pregunto de dónde les nace a los dueños del planeta este afán por
exterminar a los no nacidos y por volver estériles a las mujeres más pobres. Y
luego lo llaman filantropía… ¿Es filantropía o eugenesia? Y, como todos
sabemos, la hipocresía puede llegar a niveles extremos: cuando en 2004 Warren
Buffett anunció que donaría el 99 % de su patrimonio a la Fundación que
presidía su exmujer, el mundo pareció volverse loco de agradecimiento y
admiración. Poco después, en 2006 dijo que prefería que sus millones fueran a
la Fundación Bill y Melinda Gates, porque creía que estaba mucho mejor asentada
en los países en vías de desarrollo y que, por tanto, su dinero se usaría de
manera mucho más eficaz14 y llegaría a mucha más gente. Ellos se lo guisan y
ellos se lo comen, mientras a los demás nos tratan de idiotas al «vendernos»
sus grandes obras de exterminio como si fueran grandes obras de caridad.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 160
Le gusten o no las dinastías de millonarios, lo cierto es
que Warren Buffett no solo forma parte de la élite del poder que maneja los
hilos que mueven el mundo, sino que sus «consejos», sus «oráculos» y sus
«visiones de futuro» siguen marcando los movimientos de los más poderosos. Las
finanzas de los demás, sencillamente, están en sus manos.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 163
GEORGE SOROS
Ejemplos de astucia y de ambición hay muchos en nuestros
días, pero ninguno tan extremo como el que ofrece George Soros, cuyos actos han
demostrado al mundo que el Mal existe y se mueve entre nosotros
desestabilizando naciones, financiando movimientos «revolucionarios»,
manipulando resultados electorales y apoyando causas —disfrazadas de «justas»—
que atentan contra la esencia que, desde hace miles de años, nos define como
seres civilizados: la Libertad y la Verdad. Posicionado frente a ellas se
encuentra este nuevo Hermes del siglo XXI, un dios todoterreno, un buscavidas
hábil y sin escrúpulos, un mago de la especulación financiera reconvertido en
«filántropo progresista» y considerado el «donante más generoso del planeta»,
según la revista Forbes, que estima que su fortuna ronda los 8.600 millones de
dólares.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 165
Habría que preguntarse qué entiende Soros por rendición de
cuentas, justicia, igualdad y libertad de expresión, porque ya sabemos que el
lenguaje de los dueños del planeta no es el mismo que usamos el resto de los
mortales.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 170
Resulta estremecedor comprobar cómo un hombre que ha amasado
su inmensa fortuna sobre la base del engaño y la especulación, que jamás ha
demostrado ni un ápice de conciencia y remordimiento alguno, se arrogue el
derecho de decirnos qué es la verdad. ¿Hasta dónde puede llegar la hipocresía y
la doble —o triple— moral de este dueño del planeta? Nos trata como a borregos
incapaces de pensar y de analizar por nosotros mismos, mientras él y sus
hermanos divinos se alzan como «portavoces de la verdad». Su impudicia resulta
aterradora.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 171
Un estudio reciente —realizado por el Centro de
Investigación de Medios— denuncia que George Soros tiene vínculos financieros
con, al menos, 253 organizaciones de medios de comunicación en todo el mundo,
con las que consigue ejercer una influencia general sobre millones de personas.
Como vemos, el magnate insiste en sus inversiones mediáticas para convencernos
de que su ideología es la única válida. Entre las organizaciones que aparecen
en dicho estudio destacan estas dos:
1. Project Syndicate: un gigante mediático global que
publica artículos y columnas de opinión de «destacados políticos, legisladores,
académicos, líderes empresariales y activistas cívicos de seis continentes»
junto a «más de 140 jefes de Estado». En la página principal de su web leemos:
«Acercando las ideas más importantes del mundo a su audiencia». El informe
contabiliza que estas opiniones se reprodujeron 20.393 veces en 156 países
durante 2021. Para este fin propagandístico, la Open Society de Soros destinó
más de 1,5 millones de dólares entre 2016 y 2020. La temática incluía desde «el
aborto hasta los bloqueos climáticos globales y el odio contra Israel». Este
medio, que se autodenomina «La página de opinión del mundo», ejemplifica el
extenso dominio de Soros en los medios globales. Es una gran maquinaria de
propaganda desde la que este Hermes reencarnado difunde sus mensajes engañosos
por todo el planeta.
De hecho, desde 1997 él mismo firma las columnas de
«opinión» —en realidad, manipulación y divulgación de ideología globalista
totalitaria— de la organización. Otros articulistas son el presidente ejecutivo
del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, los exprimeros ministros británicos
David Cameron y John Major, el presidente francés Emmanuel Macron, la
excanciller alemana Angela Merkel, el exsecretario adjunto de Defensa de
Estados Unidos, Paul Wolfowitz, y el exsecretario general de la OTAN, Javier
Solana. En la enorme lista de colaboradores de Project Syndicate también
aparecen los nombres de los principales CEO y directivos de las compañías
tecnológicas más importantes del mundo, como Bill Gates (Microsof) o Sundar
Pichai, director ejecutivo de Google.
2. Instituto Poynter: un «Ministerio de la Verdad Global»,
respaldado por Soros, cuya «Red Internacional de Verificación de Datos» se
vende a sí misma como el «líder mundial del periodismo»; es decir, el «estándar
de oro» que todos deben seguir. El proyecto se lanzó asegurando que se trataba
de un centro de formación de periodistas contra las fake news. Mis lectores
saben perfectamente lo que esto significa: un cuartel de entrenamiento para
censores e inquisidores contra la libertad de pensamiento, de expresión y de
prensa. Para el Centro de Investigación de Medios, el Instituto Poynter se ha
convertido en un medio de comunicación de izquierda al que Soros donó 492.000
de dólares en 2020 —se desconoce la cantidad aportada en los años siguientes—.
Las operaciones de censura de Poynter persiguen y restringen las opiniones
sobre asuntos como el aborto, el transgénero, la Covid-19 y sus vacunas, o la
familia tradicional. Los medios globales asociados, como Reuters, France
Presse, The Washington Post, Financial Times —¡cómo no! — trabajan activamente
con plataformas como Facebook, Instagram o Twitter (hasta la llegada de Elon
Musk) para impulsar sus acciones de censura a los usuarios.
Por ejemplo, en diciembre de 2022 supimos que la Open
Society de Soros está detrás de la operación de Twitter dirigida a censurar la
escandalosa historia del ordenador portátil de Hunter Biden, en el que se
encontraron cientos de correos electrónicos de contenido más que comprometido
para su padre, el actual presidente Joe Biden. Los poderes globócratas,
mediante el proyecto First Draft News (en manos de Soros), concebido para «luchar
contra la desinformación», inmediatamente tacharon la noticia de fake news. Sin
embargo, ni mucho menos se trataba de una información falsa, lo que ha quedado
demostrado con la publicación de los «Archivos de Twitter» de Elon Musk,
aparecidos gracias a los documentos internos publicados por el periodista y
escritor Michael Shellenberger. Por si fuera poco, la exdirectora ejecutiva y
cofundadora de First Draft News, Claire Wardle, participó, en octubre de 2020,
en el simulacro del Instituto Aspen titulado «La filtración de Burisma»
(empresa ucraniana que el hijo de Joe Biden dirigió entre 2014 y 2019), cuyo
objetivo era determinar cómo cubrirían los medios y las plataformas de
comunicación la eventual filtración de la noticia del polémico portátil del
actual presidente de Estados Unidos.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 176
A George Soros todo le vale para alcanzar sus fines. En este
sentido, el informe realizado por el Centro de Investigación de Medios recuerda
que el magnate ya avisó, en una entrevista al The New York Times, de que estaba
«trabajando para doblar el arco de la Historia en la dirección correcta» que,
por supuesto, es esa que él mismo denomina «Open Society» (sociedad abierta).
Es decir, abierta al aborto, a la desaparición de la familia, a atacar a la
mujer, a desfinanciar a la policía para erradicarla, y a los movimientos LGTB.
Utiliza la máscara del periodismo para manipular a las personas y convertirlas
en soldados de su revolución, esa que pretende destruirlo todo para volver a
construir el mundo según su particular ideología. Como ya sabemos, todo tirano
es un psicópata, y todo psicópata es un camaleón que se camufla magistralmente
detrás de su máscara para mostrarse en público como una persona encantadora.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 179
La estructura de poder e influencia de Soros difunde un
mensaje único desde sus distintas plataformas, no solo pseudoperiodísticas,
sino también políticas. Pocos saben que la red del magnate creó el bloque
político Renovar Europa, del que forma parte, entre otros, el partido
Renacimiento de Emmanuel Macron. A su vez, el magnate posee la Red
Universitaria de la Sociedad Abierta, dirigida por Leon Botstein, que habla de
la necesidad de construir «sociedades libres» atacando el orden político y
social de los Estados para debilitarlos aniquilando la moral y las costumbres tradicionales.
De modo que no nos engañemos: lo que George Soros pretende no es destruir la
Unión Europea, como algunos señalan, sino infiltrarse en ella para controlarla
y, como el gran titiritero que es, definir su rumbo. Su estrategia pasa por
generar el caos civil en las calles, por destruir a las familias y por la
creación de partidos y grupos políticos en todos los países del mundo para
introducir su ideología revolucionaria, desestabilizar los Estados-nación y
conquistar el mundo. Ahora bien, para conseguir imponer su visión globalista
Soros necesita el marco «democrático» que ofrecen los organismos políticos
internacionales. En este sentido, es como el caballo de Troya que los aqueos
construyeron para entrar en la ciudad sitiada. Fue un simple engaño —y seguro
que fue Hermes quien se lo susurró al oído a Ulises— el que permitió inclinar
la balanza en la famosa guerra. Los troyanos interpretaron que aquel gigantesco
caballo de madera era un signo de su victoria, sin saber que en su interior se
ocultaban soldados enemigos. Estos, durante la noche, salieron del caballo,
mataron a los centinelas y abrieron las puertas de la ciudad para permitir la
entrada del Ejército griego, que finalmente resultó vencedor. Este es el modo
de actuar de los dueños del planeta. Se sirven del engaño y de la apariencia
para introducirse en nuestras almas y arrasarlas, y crear sobre sus cenizas un
nuevo orden mundial. Pero para el advenimiento de su reino es necesario
erradicar previamente los vínculos naturales y civilizatorios de los seres
humanos, desde la familia hasta las normas jurídicas garantizadas por los
Estados.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 180
RUPERT MURDOCH
… la pregunta «¿quién manda en realidad en Estados Unidos y,
por tanto, en Occidente?» es del todo pertinente y Murdoch, como un nuevo Zeus
reencarnado, podría ser una respuesta válida. A fin de cuentas, el magnate fue
educado para ser dueño del planeta —del Olimpo— y, de hecho, hasta que llegaron
los ídolos de barro de los que hemos hablado en capítulos anteriores, nadie
podía competir con él en el área de la comunicación.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 186
… los vastos dominios del imperio de Rupert Murdoch se
extienden desde Australia (Herald Sun, The Australian) hasta Estados Unidos
(Fox, The Wall Street Journal, Dow Jones, The New York Post), pasando por Reino
Unido (The Times, Financial Times, The Sun, BSkyB), España (Neox, Expansión,
Marca), Italia (Sky Italia) o Francia (Reuters, Les Echos). La voz del magnate
de los medios llega a todos los rincones del planeta y sus mensajes alcanzan a
todos los mortales. Posee canales de cable, de radio, de cine, de televisión de
pago y activos de satélite que operan en todo el mundo, por lo que es posible
que en algún momento del día todos y cada uno de los habitantes del planeta
recibamos sus consignas. Sí, ya lo sabemos: cuando el dios supremo habla, los
demás callan y escuchan.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 187
… todo poder precisa de una estructura de comunicación para
mantenerse en el tiempo y reafirmarse. Y Rupert Murdoch no es solo uno de los
miembros más destacados de la estructura de poder global, sino que, en sí
mismo, es la manifestación del poder mediático. Me explico: hay seis
corporaciones que dominan el mercado de los medios de comunicación globales: —
Viacom-CBS (Estados Unidos) — News Corporation (Inglaterra-Estados Unidos) —
NBC-Comcast-Vivendi Universal (Francia-Canadá-Estados Unidos) — Bertelsmann
(Alemania) — Time Warner-AT&T (Estados Unidos-Inglaterra) — ABC-Disney
(Estados Unidos) Entre los seis controlan el 70 % de la oferta comunicativa
global2. Es un sistema comercial, pero también ideológico, porque son ellos
quienes deciden qué tenemos que ver en televisión y qué debe ser silenciado y
ocultado. Aunque pudiera parecer que hay cierto reparto de poder, lo cierto es
que un solo hombre, Rupert Murdoch, mantiene un dominio por encima de los
demás.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 187
Como sucedió con la industria petrolera, de la automoción y
del acero en el siglo XIX —con las familias Rockefeller, Carnegie, Morgan y
Ford—, en el siglo pasado se creó una plutocracia global de la cultura, la
prensa y la recreación3, y Rupert Murdoch se situó en la cumbre. No hablamos
solo del valor económico de sus posesiones, sino de cómo y cuánto penetra su
ideología —y sus mentiras— en nuestras vidas cotidianas.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 188
Puesto que la información es poder, los dioses han marginado
a quienes teóricamente son sus principales protagonistas y destinatarios: los
ciudadanos. Como si de un castigo divino se tratara, no dejan de censurar y de
estigmatizar a quienes no nos sometemos a sus pensamientos y a su ideología. Y
es que, claro, necesitan domesticar al rebaño para que se integre a su orden
mundial sin que se produzcan rebeliones ni altercados, y lo hacen utilizando
sus armas más eficaces: los medios de comunicación, los centros de enseñanza y
la cultura popular. Pero esta estrategia —antes invisible para la mayoría—,
empieza a ser un secreto a voces. Las personas inquietas se dan cuenta de que
los medios no son neutros ideológicamente, sino que funcionan como instrumentos
del poder económico por encima del poder político, ya que, de hecho, quien
impone la agenda de los medios es el primero. En realidad, lo que les preocupa
a las élites es que ya no les creamos. La televisión tiene una audiencia
marginal; las personas verdaderamente libres ya no la encienden o solo lo hacen
de manera puntual, un abandono que inevitablemente hará que, tarde o temprano,
dejen de marginarnos y se incluyan contenidos que de verdad nos interesen.
Hasta ahora no había existido un contrapoder comparable al de las élites
globalistas, pero está naciendo. Millones de personas empiezan a darse cuenta
de que el sistema de comunicación actual está condicionado por unas manos
interesadas en controlar su contenido. Y es que no hay un solo modo de ver el
mundo, por mucho que algunos hayan convertido en irresponsable e incluso en
«asesino» el pensamiento alternativo.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 191
La mitología griega, con su sofisticada conceptualización,
nos ha legado los arquetipos que hemos rescatado en este libro para resaltar
los rasgos más distintivos del carácter de estos hombres que se creen dioses,
así como para describir la «misión» —erróneamente salvífica y contra natura— a
la que creen estar llamados. Han construido sus tronos en la Tierra y han
matado a Dios. Son bárbaros. Perpetran brutalidades sin límites. Su hambre de
gloria es voraz, nunca están satisfechos y devoran a las mujeres, a los
hombres, a los ancianos y a los niños. Cometen e instan a los demás a cometer
asesinatos, adulterios, pederastia; a librar guerras y a caer en vicios y
maldades de todo signo. Nos alarman y provocan miedo para divertirse. Nos
anuncian un Apocalipsis en fascículos. Son maestros en el arte de la simulación
y la ocultación y viven de la mentira, del engaño y de la trampa. Desean ver
arder el mundo para reconstruirlo a su imagen y semejanza. Arrogantes y
maliciosos, consideran a los seres humanos una manada de monos hackeables y sin
alma. Estos tiranos se sienten tan seguros de su éxito que ya no se esconden
como antaño. Ahora se pavonean y se exhiben como si fueran estrellas de rock
and roll. En su ilimitado afán de poder —y cegados por los avances tecnológicos
que promueven— los dioses de hoy se han propuesto superar a los antiguos. No
nos han preguntado si los queremos; dan por sentado que no solo debemos
amarlos, sino que, cuanto más nos maltraten, más los necesitaremos, como si
estuviésemos cautivos del síndrome de Estocolmo. Nuestros sentimientos, sueños
y logros no les importan. Evitan pensar en el sufrimiento que causan a los
demás, porque entonces tendrían que reconocer que son unos monstruos, las
bestias en las que empezaron a convertirse cuando solo eran unos niños.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 201
Tiranos como Bill Gates, George Soros o Larry Fink se
presentan ante nosotros, pobres mortales, bajo la premisa de «o yo o el caos».
Se sirven del miedo para crear la ficción de un mundo catastrófico del que solo
ellos pueden salvarnos. Se creen dioses y matan a Dios para ocupar su lugar.
«La Tierra aún está a tiempo de evitar un resultado terrible», asegura Bill
Gates1 desde las alturas... Son los reyes del artificio. Hablan como dioses,
pero son parásitos que se aprovechan de los inventos de otros. Roban, censuran,
matan. Todo por mantener el poder. Quieren ser inmortales y dan rienda suelta a
sus ambiciones insaciables. ¿Qué les queda por conseguir? Pues precisamente lo
que tú y yo tenemos.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 202
Ellos son la principal amenaza para la humanidad. Ni
calentamiento global «provocado por el hombre», ni virus, ni pandemias. La
humanidad ha sobrevivido mil veces a los mayores peligros y mil veces más lo
hará. Pero ¿podremos sobrevivir al ataque constante de estos asesinos de masas?
15 millones de muertes entre 2021 y 2022 —y las que quedan— provocadas por un
arma de laboratorio aderezada con terrorismo mediático y protocolos genocidas;
las libertades y los derechos fundamentales gravemente conculcados, las
mentiras, las depresiones, los asesinatos… Hemos comprobado la falta de
escrúpulos y de originalidad de estos falsos dioses que envidian la auténtica
grandiosidad de los verdaderos héroes que han pisado la Tierra. Jamás lograrán
superarlos, ni siquiera igualarlos. Todos anhelan la gloria y culminar una gran
proeza que los inmortalice. Ser el Temístocles de la batalla de Salamina, el
Teseo que mató al Minotauro, el Ulises de la guerra de Troya... Pero lo único
que saben hacer es copiarse y robarse los unos a los otros. Y lo peor es que
nos roban a nosotros. Son demonios contra demonios. Y nosotros estamos en medio
de sus guerras y de sus deseos de implantar el totalitarismo global.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 202
Al fin y al cabo, por muchos jets privados y mansiones en la
playa que posean, son personas corrientes que, sencillamente, realizan actos
maléficos.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 203
El recurso de la mentira por parte de las élites para
obtener beneficios es tan viejo como el mundo. Pero ¿qué ocurre si las tropas
descubren el engaño? ¿Continuarán siendo fieles al que creían un líder honesto
y honrado?
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 204
Los nuevos «dioses» de los que hemos hablado en este libro
saben que es más fácil engañar a toda una sociedad que a un individuo, de ahí
que ofrezcan no la salvación personal, sino la de la humanidad entera
desestabilizando comunidades y disolviendo los lazos que nos unen. Y, para
conseguirlo, su arma principal es la mentira. Nos han prohibido el acceso al
mundo de la Verdad. Desean que permanezcamos eternamente en el universo de las
sombras, en el inframundo de Hades. Pero han cometido un error estratégico
garrafal: se han olvidado de que es en los espacios abismales donde los humanos
más aprendemos. Solo en la oscuridad aprendes qué es la luz.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 205
Quienes manejan la información mediante la tecnología saben
que es esencial que los usuarios sean consumidores pasivos de los productos que
les ofrecen a través de la Red. Un usuario pasivo es el que consume información
y la viraliza, pero no verifica las fuentes de las que surgen esos datos.
Además, difunde opiniones creyendo erróneamente que son suyas, cuando, en
realidad, lo único que hace es repetir una serie de consignas inducidas. Sin
embargo, el inframundo pandémico ha abierto los ojos a millones de personas que
han dejado de ser consumidores pasivos y se han convertido en ciudadanos
activos.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 205
Nosotros somos el contrapoder. Y también tenemos un
arquetipo que nos define: el REBELDE que defiende y lucha por la libertad. Esa
es la estirpe a la que pertenecemos. Somos los sublevados, los insurrectos, los
subversivos, los insurgentes, los levantiscos, los contestatarios, los
insumisos, los herejes, los indómitos… Somos los desobedientes.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 206
La política hoy en día no es más que ingeniería social
dirigida a crear un nuevo tipo de ser humano domesticado.
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 209
Los auténticamente grandes son las almas que saben amar. Esa
es la verdadera élite de la humanidad. Esos somos nosotros, incluso con
nuestros errores y fallos. Jamás permitáis que os hagan dudar, porque el Amor
siempre vence. Si eres capaz de ver esto y de comprenderlo, ya habrás vencido
en la guerra psicológica. Porque serás libre. Mientras tanto, aprendamos a ser
pacientes y fieles. Hoy está en juego el futuro orden mundial. Seamos valientes
de corazón y estrategas de mente. La ignorancia es para los cobardes. Ya has aprendido
que cuanto más sabes, menos miedo tienes. Y que solo después de haber conocido
el mal en profundidad, amas y eliges libremente el Bien con mayor fuerza.
Mantén el alma en el cielo y los pies en la Tierra. De tu conciencia depende.
De que sepas quién eres y el poder que tienes. Es tiempo de valientes. Aún
quedan muchos a los que liberar. Nos queda mucho por hacer. Y no pararemos
hasta la Victoria. Tu libertad es decir ¡NO! a la tiranía. Haz honor a tu alma
rebelde y ¡desobedece!
Cristina Martín Jiménez
Los dueños del planeta, página 209
Me río de Bill Gates, de Rupert Murdoch, de Mark Zuckerberg,
de Larry Fink, de George Soros…, esclavos de sus abominables riquezas e
inventos, devotos del ominoso becerro de oro, atrapados en la locura del Hades.
Me río de los que se presentan ante nosotros como «grandes salvadores», pero
son incapaces de salvarse a sí mismos de su propia demencia. Sí, ríete de los
arrogantes que aseguran que son «dueños de la ciencia», que hay que «educar al
pueblo para que vote al líder correcto», que se está librando «una guerra de
clases, pero es la mía, la de los ricos, la que va ganando». Ríete de Elon
Musk, porque padece un «aprecio patológico por la verdad» y necesita
«garantizar la libertad de expresión». Ríete de las bestias que manipulan con
engaños tus sentimientos de amor y odio para que bendigas sus guerras.
Ríete de los bárbaros de espíritu envenenado por la
soberbia, confundidos en su falsa superioridad y en su creencia de que son más
listos que los demás y por ello han llegado más alto, más lejos, más profundo.
Ríete de los errados que creen que nos han vencido. En su alterado estado de
conciencia, los autoproclamados dioses del siglo XXI no atienden ni a verdades
ni a razones. Han dejado de pensar y, como sanguinarias bestias, tan solo
embisten. Su falta de autocontrol, el no poner límites a su codicia, los ha
invalidado para amar.
Podrán declarar nuevas guerras, pandemias, lanzarnos virus y
microbios, poner y quitar presidentes, hundir o levantar economías, arrasar
países y empresas. Podrán activar su maquinaria mediática para vacunarnos,
climatizarnos, exterminarnos o enfrentarnos en conflictos de géneros, de sexos,
de identidades. Podrán llamarnos terroristas a los libres. Que hagan lo que
quieran, porque yo volveré a ponerme en pie cada día, desobedeceré y seguiré
riendo mientras camino hacia mi destino. Para mí, ellos no son ni serán nada
más que el polvo que sacudo de mis sandalias. Hasta mi último aliento ejerceré
mi rebeldía cotidiana en libertad. Ante órdenes y propuestas contra natura, yo
siempre desobedeceré.
Ríete de tus temores porque ya son pasado. Temiste a algunos
hombres, pero has logrado superar tu miedo. Ya no tienen poder sobre ti. Les
hemos desenmascarado y ya no pueden ocultar sus obras, a través de las cuales
hemos descubierto cómo son y cuáles son sus intenciones. Ríe porque después del
fracaso de su ellos contra nosotros, sus elaborados planes se revelan como lo
que siempre fueron: absurdos. Por todo esto, ríe, sí, pero no olvides seguir
combatiendo. No bajes la guardia, no abandones el sendero, no te distraigas, no
abraces la mentira, no aceptes prebendas, no normalices el mal y aprende a
confrontarlo con mayor ahínco y audacia. No acudas raudo a lo fácil, no te
apresures en el viaje. Ruega que el camino sea largo, porque, si acaba pronto,
muy poco o nada aprenderás ni de ti, ni del mundo, ni de quienes pretenden
hacerlo suyo.
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